Nigel Barber es Ph.D en Biopsicología, grado obtenido en el Hunter College, uno de los colegios constituyentes del sistema público de la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos. Tiene un argumento interesante sobre cómo se inflan las burbujas de inversión en activos y/o productos básicos (commodities). Dicho argumento lo expuso en un artículo para la revista digital Psychology Today, titulado «What inflates investment manias», publicado el 25 de enero de 2018.

De unas 23 burbujas especulativas registradas por la historia, entre las más recordadas y mencionadas están la de los Tulipanes (Holanda, 1634-1637), la de la Compañía del Mar del Sur (Reino Unido, 1720), la de la Compañía del Mississippi (Francia, 1720), la de las “dotcom” o empresas tecnológicas (Estados Unidos, 1995-2000), la de los bancos subprime (Estados Unidos, 2002-2006) y, recientemente, la burbuja de las criptomonedas. Esta última, en pleno proceso de desinfle: su base de especuladores se encuentra capitulando.

Barber cita una serie de características psicológicas que inician el proceso de inflado. Entre ellas destaco, en primer lugar, el pensamiento unilateral, es decir, aquel pensamiento que ignora toda la evidencia histórica, y factual, en contra. Este pensamiento unilateral es irracional, pues las personas invierten en dichos activos sin conocer bien lo que están comprando y tampoco tienen forma de corroborar la asignación de valor a la inversión en cuestión por parte del mercado. Los inversores se guían únicamente por el conocimiento de que el precio de mercado está aumentando. Lo que abona el terreno para tal pensamiento y conducta es que existe evidencia de que todos somos propensos a la misma si, simplemente, es ampliamente aceptada en nuestro círculo social, un fenómeno que se denomina «validación social» y también, en el extremo reactivo, “herd behavior” o comportamiento en manada.

En segundo lugar y según Barber, está la señalización de «arriesgar el pellejo» (skin in the game) en aquello que se cree: el alto grado de compromiso de los fanáticos creyentes en la inversión de tipo especulativo. Todos conocemos esas anécdotas de fanáticos que donan todos sus bienes a la organización que los acoge, generalmente con la convicción de alguna recompensa futura improbable, como un puesto en una nave espacial para escapar de la destrucción del planeta Tierra o estar unidos en la otra vida con los que amamos. En estos casos, la fuerza de la creencia va acompañada de una gran inversión en términos reales y emocionales.

La validación social ayuda a los traders a creer en una inversión sin fundamentos conceptuales que posibiliten corroborar la asignación y la evolución de su valor y se van sintiendo genios a medida que su criptomoneda gana valor. Los psicólogos sociales descubren que las personas toman decisiones de mayor riesgo cuando operan en grupo.

Al mismo punto que Nigel Barber, llegó previamente Steven Toms (2015) con su trabajo titulado «Fraud and financial scandals: a historical analysis of opportunity and inpediment», MPRA Paper No. 68255.

Toms presenta un marco conceptual de fraude financiero basado en la interacción histórica de oportunidades e impedimentos: a largo plazo, el carácter de la oportunidad es determinado por las características técnicas y únicas, desconocidas o no verificables, de los activos.

El impedimento se promueve mediante el consenso sobre el valor real de los activos, de manera que, a través de procesos de gobernanza activa, las desviaciones fraudulentas del valor real se pueden monitorear fácilmente. La gobernanza activa requiere que los individuos en puestos de responsabilidad, más allá de ser honestos, ejerzan su deber con especial celo y cuidado.

Tomando una perspectiva histórica a largo plazo y revisando una selección de fraudes y escándalos financieros británicos, desde la burbuja de la Compañía del Mar del Sur hasta la crisis de los bancos subprime (de 1720 a 2008, unos 288 años de eventos), el documento señala la aparición periódica de oleadas de oportunidades y la respuesta evolutiva de los mecanismos de gobernanza pasiva.

La complejidad del activo y la capacidad de verificar su valor, por lo tanto, presentan desafíos importantes para aquellos que harían cumplir el juego limpio financiero.

Entonces y en el marco mencionado, ¿cuánto vale una criptomoneda?

Dado que carece de fundamentos, depende del tiempo en que tarda su base de especuladores en alcanzar un consenso sobre el valor de la misma: después del pico de diciembre de 2017, tal parece que la base de especuladores se ha puesto de acuerdo en que no vale nada.

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