Es el momento de que los valores éticos y morales retornen a la patria. Es la hora de erradicar los hábitos distorsionados y magnificados por la “robolución del siglo XXI”, como lo son la viveza criolla, la evasión de responsabilidades o el “yo no fui”, la afición al paternalismo estatal, el oportunismo político o póngame donde hay y, sobre todo, la impunidad que todo lo ha permitido en los últimos 20 años.

Hay que estar locos para mantener estos valores y querer reanudar el sistema. Ha llegado la hora de desarrollar un inmenso esfuerzo ético para sacar a nuestra nación de las garras de la barbarie, porque de socialismo hay poco, lo que ha existido es un saqueo y los saqueos solo lo realizan los que viven en barbarie.

Los “boliburgueses”, que se creen intocables, piensan que están sobre la ley y en este caso sobre quien las dicta. Se les han llamado a rendir cuentas y no comparecen; estos titulares de cargos del régimen saben muy bien que caerá uno a uno, porque todos han hecho algo, todos se han beneficiado y entre todos se quieren tapar, por eso no quieren rendir cuentas.

Hoy la apuesta que el régimen realiza es a favor del enfrentamiento, por eso lo busca con deseo morboso. Es lo único que lo puede salvar de pagar el robo desmedido que le hicieron y hacen aún a nuestra nación. Ahora se preparan, se desaparecen armas de los cuarteles o se las roban sin la menor resistencia. El desencanto de los más pobres, los eternos engañados obstinados de las promesas incumplidas les quito la asamblea y si fuéramos a elecciones limpias y transparentes la derrota del régimen fuera total.

Es profunda la división que estos malnacidos, delincuentes, han creado; la existencia de dos gruesos grupos poblacionales es más evidente cada día. Ahora la nueva mayoría es una amenaza y el régimen aúpa una confrontación violenta, un estallido, no entre pobres y ricos como en las tradicionales sociedades, sino entre los nuevos ricos, la clase media empobrecida, los pobres, con un agravante: una neoclase militar protagonista que mordió la presa del poder, obtuvo jugosos beneficios, se dejó corromper extraviando el honor como su bandera.

A eso se juega hoy día entre el chavismo reacio a imponer un modelo socioeconómico decadente y corrompido, y la oposición en su viable decisión de rescatar la democracia como el sistema más aceptable de convivencia pacífica.

Es importante lograr #LaSalida del régimen de manera pacífica para evitar la confrontación y la pérdida de gobernabilidad, y para enfocarnos en las soluciones en las que todos nos beneficiaremos. Es necesario buscar una reconciliación, una interacción espiritual que permita compartir valores buenos, un homenaje a la dignidad humana, una búsqueda de la verdad en la que Dios sea tenido en cuenta.

Han sido muchos los pensadores en el mundo que han recomendado esta fórmula maravillosa. Mahatma Gandhi se resistió a que lo doblegaran e insistió en una salida pacifista para la India y Pakistán. San Juan Pablo II nos invita a vencer el miedo, la indiferencia, la comodidad, a ser proactivos en reconstruir una sociedad más justa, en la que nos amemos como hermanos. El papa Francisco y otros tantos líderes mundiales apuestan por un mundo ecológicamente habitable, pero sobre todo que la ética prevalezca por encima de las ambiciones humanas.

Pero si la confrontación es inevitable, entonces… que hable la calle.

Fuerza y fe.


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