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L’exactitude est la politesse des rois” (Louis XVIII

Conozco a un tipo que vive el día a día felizmente gracias a la aplicación de sencillos trucos. Ernesto sobrevive a base de autoengaños. Tanto es así que una de las rarezas más llamativas de este señor tiene que ver con los relojes. La verdad es que no llega tarde a ninguna cita. Todos los que le conocen bien alaban esa cualidad suya de la puntualidad. Desconozco por qué razón un buen día Ernesto Flores se tomó la molestia de adelantar 5 minutos el minutero de su reloj de pulsera. Algo desagradable le habrá ocurrido para tomar esa medida.

Como es un tiquismiquis, en su casa ya están acostumbrados a vivir en esa especie de purgatorio del futuro, ya que todos los relojes (el reloj de la cocina, el reloj de pared del salón y el despertador del dormitorio) cuentan los minutos con ventaja. Viven en la idea de los 300 segundos por delante del resto de la humanidad. Claro, esta familia sabe lo que significa ser puntual. También sabe lo que es el estrés, digo yo, porque esto de ir con las manecillas del reloj por delante no puede ser bueno.

En el trabajo, los compañeros (entre los que me incluyo) respetamos la puntualidad de Flores y, en cierto modo, nos ha obligado a preocuparnos por mirar más la hora.

Me acordé de Ernesto al leer la noticia de un lord inglés llamado Michael Bates que se presentaba en el Parlamento británico un par de minutos tarde, soltaba un discurso impecable sobre la seriedad en la política y anunciaba al final de su alocución que dimitía por la falta cometida. La falta cometida, hay que recordarlo, fue acudir con dos minutos de retraso. Dos minutos. No diez minutos ni veinte, solo dos minutos. (“Un lord dimite “por vergüenza” tras llegar dos minutos tarde al Parlamento británicoEl País, 1.02.2018).

Michael Bates

Y yo que pensaba que el colega Flores era un remilgado. La conciencia del señor Bates debe de ser exquisita. Ah, si se le hubiese ocurrido al lord el pequeño arreglo en el reloj que hizo Ernesto, posiblemente le habrían sobrado 3 minutos, un discurso y su dimisión.   

¿Qué puedo decir? Digo que sorprende la exigencia personal y profesional de individuos tan íntegros como Michael Bates capaces de renunciar sin pensarlo dos veces a su vida política por una mínima falta. Según leo, y por si acaso le interesa saber qué pasó finalmente con el parlamentario inglés, le diré que la primera ministra, Theresa May, no ha aceptado su dimisión.

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La puntualidad es la cortesía de los reyes” (Luis XVIII de Francia)


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