¿Con quién contamos en Venezuela, que tenga la estatura, el coraje, la voluntad y la decisión de desalojar a la tiranía como lo hacen Luis Almagro, los presidentes del Grupo de Lima, los máximos líderes europeos, Donald Trump y Mike Pompeo, la Cancillería canadiense, los ex presidentes hispanoamericanos, la pléyade de grandes periodistas y comunicadores de toda nacionalidad que han hecho de la liberación de Venezuela motivo propio?

“Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez”.

Jorge Luis Borges.

Vuelvo a citar a Jorge Luis Borges, uno de los más lúcidos, talentosos, cultos e inteligentes de nuestros escritores, naturalmente difamado, escarnecido y vilipendiado por la progresía y la “corrección política” hispanoamericana. ¿Darle el Nobel a un conservador, mortal enemigo del populismo de todos los tiempos, que tuvo el coraje de oponerse a la estulticia del progresismo filocastrista y respaldar lo que nadie tuvo el coraje de hacerlo?

Y lo recuerdo al ver la foto en que, tan orondos, tres colaboracionistas al servicio de la tiranía, travestidos de opositores, se fotografiaran frente a la ONU flanqueados por el embajador del régimen, Samuel Moncada. ¿Imaginable Patricio Aylwin o Ricardo Lagos fotografiándose junto al embajador del general Augusto Pinochet en iguales circunstancias? ¿De qué dictadura, de qué oposición antidictatorial estamos hablando? Mientras observaba tal demostración de camaradería con un esbirro de Nicolás Maduro, véase: de Raúl Castro y Ramiro Valdés, recibía por la red artículos y mensajes de viejos amigos opositores, en los que se exigía votar por Henri Falcón, “pues abstenerse es votar por Maduro”. Y me enteraba de que nuestro viejo amigo Claudio Fermín reaparecía de entre las tinieblas del silencio, la ausencia y el olvido para ponerse al frente del comando de campaña del señor Falcón. Cosas veredes, Sancho… Caso semejante de desvergüenza, complicidad y traición no se veía en Venezuela desde los tiempos de Gómez y Cipriano Castro.

Insólito: creen no votar por Maduro, cuando votan por Falcón, y en el colmo de la tontería y la obscenidad, para confirmar que hacerlo es votar por Maduro, se fotografían con Samuel Moncada en el trámite de flaquearles las puertas del despacho de António Guterres, el socialista portugués que en un insólito quid pro quo y en mala hora dirige el desprestigiado organismo, para que avale la farsa que pretende atornillar al tirano por otros seis años. ¿No es prueba de máxima vagabundería? Y no solo de la izquierda castrista y ex guerrillera, sino de quienes en el pasado fungieran de socialcristianos. ¿O es que Pedro Pablo Fernández no es dirigente de Copei e hijo de Eduardo Fernández, su máximo líder detrás de quien le abriera los portones de Yare al tirano, Rafael Caldera? Sólo tú, estupidez, eres eterna.

Alimentan con su prostituida y aparente juvenil ingenuidad sospechas de tan elemental congruencia que no planteárselas es prueba de criminal estolidez. ¿No es una candidatura acordada en Miraflores? ¿No ha recibido el beneplácito y sepa Dios si el financiamiento y suculentas recompensas monetarias en dólares para los simuladores? Dada la absoluta desvergüenza con que exhiben su contubernio, ¿a qué precio se prestan a una farsa cuyo fracaso y su ilegitimidad es tan manifiesta que, salvo los esbirros de los Castro que gobiernan en Bolivia y Nicaragua, el mundo entero los repudia?

Como hasta el día de hoy, salvo una declaración del llamado Frente Amplio carente de toda contundencia, en la que sus dirigentes afirman del cerco de los dientes para fuera que no participarán en esta estafa, me temo muy seriamente que ese Frente Amplio y todas las fuerzas que lo componen –y que me perdonen quienes se han prestado a montar el tinglado con las mejores y más sanas intenciones, pues son gente honesta, pulcra y decente, como los rectores y los miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana– constituyan el único ejército que sostiene al tirano. Pues las pruebas no pueden ser más concluyentes: si no cuenta con el respaldo del pueblo, que muriéndose de hambre y hundido en la mayor de las miserias ni siquiera tiempo tendrá como para pensar en elecciones; si las fuerzas políticas del régimen se devoran unas a otras en el laberinto de la más cruenta carnicería; si los comacates observan avergonzados a sus soldados rastrojeando en los basurales en busca de qué llevarse a la boca, incluso sin haber tenido tiempo como para quitarse los uniformes; si el mundo entero, desde las reinas de Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Suecia y España hasta los presidentes de la Unión Europea, el Grupo de Lima y los ex presidentes hispanoamericanos en bloque repudian el esperpento que preside Delcy Rodríguez y aseguran que no reconocerán a Maduro reelegido en mayo, ¿quiénes soportan a Maduro, que cuelga de sus últimos filamentos, como para que se mantenga en el poder?

Lo diré sin que me quede nada por dentro: el único sostén con que cuenta la tiranía lo conforman los llamados opositores de la ex MUD, hoy Frente Amplio, sus sigüises y comunicadores: AD, PJ, UNT, AP, VP, MAS, Causa R, Copei y todos los partidos menores de cuyos nombres prefiero olvidarme. Pues, mientras el MAS, AP y Copei lo respaldan por comisión, el resto lo respalda por omisión. Como también lo hace la Asamblea Nacional, aunque lo desmienta Luis Florido. La misma AN que ha tolerado convivir bajo un mismo techo con el esperpento del régimen, la llamada constituyente, negándose a exigir la inmediata renuncia de quien está comprobadamente demostrado no ser venezolano; que no ha tenido ni el deseo ni el coraje de hacerse respetar permitiendo la inhabilitación de algunos de sus diputados; que no ha exigido la presencia de las autoridades de gobierno para interpelarlas por los hechos de la masacre de El Junquito; que en lugar de movilizar al pueblo para imponer el inmediato desalojo de la tiranía cabildea para correr unas elecciones maleadas y podridas en su esencia, para diciembre, como si unos meses de contubernio pudiera santificarlas. Y así, podría seguir enumerando las causales que nos llevan a repudiarla en todos sus ámbitos. Junto a los máximos responsables de los partidos: son ellos y nadie más que ellos quienes sostienen a Maduro. Así nos indigne y nos suma en una desesperación sin nombre.

¿Con quién contamos en Venezuela, que tenga la estatura, el coraje, la voluntad y la decisión de desalojar a la tiranía como lo hacen Luis Almagro, los presidentes del Grupo de Lima, los máximos líderes europeos, Donald Trump y Mike Pompeo, la Cancillería canadiense, los ex presidentes hispanoamericanos, la pléyade de grandes periodistas y comunicadores de toda nacionalidad que han hecho de la liberación de Venezuela motivo propio?

Ya se alzarán los socios del también agónico Foro de Sao Paulo y las izquierdas continentales contra toda intervención extranjero, que Cuba y Venezuela son nuestras y a nuestras naciones se les debe respeto. Ya parafrasearán los otros pidiendo tiempo para seguir negociando una salida electoral. Venezuela, la libertaria, está sola. Siempre lo estuvo, pero nunca como ahora: abandonada y traicionada por sus propios hijos.

Que Dios nos ampare.


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