Antes de entrar en materia debo reconocer que el Frente Amplio Carabobo está haciendo un buen trabajo junto con un gran esfuerzo, sin aspavientos, dignos de imitar por el resto de las regiones… 

Bien, en estos momentos difíciles para los venezolanos, es impostergable insistir en la necesidad de continuar la lucha con coraje para rescatar la democracia. Echar hacia adelante en este enorme compromiso que hemos asumido por la libertad y la civilidad pisoteadas por unos pistoleros disfrazados de políticos.

El 20 de mayo pasado, fecha de las votaciones presidenciales, no elecciones, es un hito más lleno de incertidumbres y de inconsecuencias de algunos opositores. Pero a pesar de todas estas malquerencias, implicará un avance político importante para el país; no será, o no debería ser, un brinco más en esta accidentada patraña. Tanto que el martes pasado la OEA, en un acto de mucha trascendencia para la Venezuela democrática, desconoció los resultados de esas votaciones por ilegítimas y fraudulentas.

¿Qué ha pasado después de este 20 de mayo? La cruda realidad es que pocas cosas realmente han cambiado desde ese corto tiempo, tanto del lado del régimen como de la oposición. El gobierno persiste en sus resbalones, hundiéndose cada día más en el barro de la economía, asfixiado por más de la mitad de los países que forman nuestro mundo. Mientras tanto, los venezolanos continúan su cruzada en busca de pan para su familia; la policía política embiste con mayor violencia contra los que se oponen al régimen.

A pesar de esta maldición, las fuerzas democráticas, insólitamente, deambulan sin logar ponerse de acuerdo sobre el objetivo que persiguen, si el fin es el mismo para todos. Es decir, la salida de Nicolás Maduro y del sistema socialista instaurado desde hace dos décadas. Pero las fuerzas de la MUD, el Frente Amplio, la sociedad civil, Vente Venezuela y ahora Avanzada Progresista, cada quien se dedica a remar por su lado dando vueltas sobre el mismo circulo mañoso impedidos de avanzar.

El gobierno está pendiendo desde hace tiempo de un clavo caliente, excesivamente frágil, aunque no lo aparente. Sus fuerzas merman considerablemente por los azotes, uno detrás de otro, que recibe de la comunidad internacional. Lo sustenta el oxígeno que le suministra una oposición dispersa, sin rumbo claro, con cinco discursos totalmente opuestos, de un contenido a veces hueco, un discurso que no termina de meterse en el corazón del venezolano. Basta que estas fuerzas se unan bajo unas mismas líneas de acción para que el gobierno se desmorone; así de simple. Sin unidad, aunque eventual y aunque desafecta, no se terminará de lograr la salida del régimen. Quiérase o no, los partidos políticos, los cuatro o cinco grupos que mencionamos arriba, son una fuerza fundamental para dar el zarpazo final.

En conclusión, aunque a muchos no les convenza la idea, a la comunidad internacional el domingo 3 de junio se sumaron los legisladores de América Latina, quienes firmaron en la ciudad de Cúcuta un acuerdo para exigir nuevas elecciones en Venezuela basándose en el desconocimiento de los resultados electorales del 20-M. En definitiva, está sobre el tapete solicitar que se realicen nuevas elecciones con garantías, con nuevo CNE, con observadores internacionales, con respeto a los plazos establecidos en la ley. De esta manera, no se quedará sin votar un solo venezolano del 80 % que rechaza desde sus entrañas al régimen de salteadores…

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