No compre petros ni lingoticos, con eso no hace mercado. En cambio, con los flamantes dólares que le envía su familiar desde allende las fronteras puede adquirir ese rico solomo, la punta trasera o el lomito para la parrilla. Con el sueldo o la pensión no compra dos kilos de carne y le faltan el carbón y los chorizos. Además, cambiar divisas no es pecado.

La clase media pudo llegar a 20% de la población, y eso contando con los que había antes de que el gobierno expulsara a tantos connacionales por sus políticas erradas. Muchos de ellos guardaban el dólar de la suerte en su cartera, por aquello de que el dinero atrae al dinero. Haga una encuesta y pregunte si han visto un billete americano, de 1, 10 o de 100 –este último muy bonito y apenas tiene 5 años el nuevo diseño–. Dependiendo de la respuesta se enterará de si su interlocutor fue clase alta, media o si nunca lo ha sido. No vale: no sabe, no contesta y, cuidado, hay quien miente.

El dólar omnipresente en todas las operaciones comerciales es de gente con dinero que ganó plata o la tendrá. Si usted no piensa en dólares no sabe lo que está pasando en la economía. Regresemos a la encuesta; pregúntele a su abuelo si alguna vez abrió una cuenta en un banco de otro país, de preferencia Estados Unidos. Si el familiar tuvo riqueza, bastante, pero nunca pensó ahorrar en divisas es porque creía en esta tierra de gracia, no dudaba de sus dirigentes, tampoco se le ocurrió que necesitase confiar en una institución financiera extranjera, no importa que la inflación fuera endémica en Venezuela y superara en promedio 40% anual, llegaron los chavistas y la llevaron hasta el infinito y más allá.

Por supuesto, tener los ahorros en divisas tiene sus riesgos. Si la pregunta se la contestaron de manera positiva, siga con la encuesta. Muchos venezolanos abrieron cuentas offshore o costa afuera y fueron burlados por bancos nacionales o internacionales que no respondieron por esos depósitos, aunque prometían hacerlo. Los bancos de Estados Unidos cubren hasta 250.000 dólares por depositante, el Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios (Fogade) se comprometía a pagar fabulosos 30.000 bolívares o 0,3 soberanos. Desde la crisis financiera de 2008, en el país del norte, en la que cayeron los bancos y la banca de inversión, de los cuales se creía que eran muy grandes para quebrar, no hay sitio seguro, en ningún lado, menos en Asia.

Si quiere comprar dólares, euros, petros o como se llame la moneda que entregue algún día el gobierno, empiece por perder su tiempo con el Sistema de Tipo de Cambio Complementario Flotante de Mercado (Dicom). Inscríbase, llene planillas, ofrezca sus datos, remueva los caracoles, escrudiñe la borra de café y adivine el monto que debe ofertar para hacerse acreedor de alguna divisa. Mientras tanto, entérese de las claves de la subasta. La que llama la atención es que tiene que dejar los bolívares –incluida la comisión– paralizados en su cuenta, y el dólar libre mostrenco. Si desperdicia una semana en trámites, ya que el sistema no informa las reglas claras, no le dice las horas y días en los que debe postular su solicitud, desaprovecha la diferencia cambiaria que algunas semanas ha llegado a ser de 100% de devaluación. Puede que mediante ensayo y error consiga una tendencia, tal vez, si oferta 30% de lo que está el dólar negro, le adjudiquen algo. Fuera Satanás.

Hay diferentes tasas Dicom, dependiendo del banco con el que trabaje, y el promedio publicado no le sirve de nada, apueste y pierda. El gobierno gana y se ríe. Si varias personas colocan postulaciones al posible monto del Dicom, y alguna acierta el monto de la adjudicación, júrelo que no le van a asignar nada. Es algo mágico.

En el mundo real funciona así. Dos maracuchos deciden ir a tomar cervezas y uno dice: vamos al Troly, que allí la cerveza está a dos dólares, hay música y dan pasapalos. El otro le contesta, no mi pana, no tengo suficiente dinero, mejor en el Lytro, están a un dólar. No hablan en bolívares, nuestra moneda no sirve de referencia para construir el sistema de precios, no es estable y no tiene aceptación inmediata. Ofrezca dólares, nadie los despreciaría.

Pida la cotización de un seguro, de cualquier tipo, calcule el monto de la prima, cámbielo a dólares y es posible que esa cantidad le cubra el siniestro. No me crea, pero ha pasado, esta administración ha logrado el milagro de que la cobertura de su siniestro sea menor a lo pagado para adquirir la póliza.

En noviembre de 2017 el dólar libre no costaba 1 soberano, ya ronda los 300, ninguna inversión, a excepción de contrabandear gasolina, rinde tanto. Traficar droga es peligroso y menos rentable.

Viva en dólares o sufra en bolívares.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!