Lo del régimen es patético por lo demostrado en los recientes ejercicios militares de las FABN identificados como “Bicentenario de Angostura”, realizados el pasado fin de semana en el Fuerte Guaicaipuro, más parecidos a coreografías improvisadas de un ejército famélico de milicianos, quienes asisten por temor a perder su caja CLAP o sus puestos de trabajo si no firman la planilla de los 10 millones de rúbricas contra Mr. Trump, que según el comandante en jefe se las entregará personalmente en la Casa Blanca.

Cuando la agonía de las tiranías se acelera, ve enemigos hasta en la sopa, actitud que resalta en los risibles montajes balurdos de Jorge Rodríguez sobre la psiquis de Juan Guaidó, los innumerables golpes de Estado del personaje del show del Mazo Dando, en el clima permanente de zozobra generado desde Miraflores sobre la invasión comandada por el presidente Duque y el Comando Sur, y en la feroz represión desatada dentro de las FABN coordinada por los alumnos predilectos de la KGB rusa, la desaparecida Stasi de Alemania Oriental, el omnipresente G-2 cubano.

Como dijera nuestra tradición política, el miedo es libre, pero dejen algo para el futuro, ya que la han emprendido directamente contra el pueblo con el dramático tema de la ayuda humanitaria. Están demostrando una actitud criminal de negar el derrumbe de la salud en nuestro país, tan solo por mantenerse en el poder, dispuestos a aceptar el holocausto de un pueblo urgido de medicinas, de todo género de atención médica, ante la impotencia de adquirir medicamentos por sus altos costos, aún más agravado por la hambruna que es observable en cada ciudad y pueblo del territorio nacional.

Conocemos la estirpe de la cáfila gobernante, capaz incluso de repetir si es necesario el Holomodor ucraniano de los años 1932 y 1933, impuesto por la colectivización estalinista, destapado luego de la caída de la URSS con el descubrimiento en sus archivos secretos sobre la muerte de 3.000.000 de seres humanos, víctimas de la plaga, del hambre y de la xenofobia contra el pueblo ucraniano.

¿Cómo desean ustedes, usurpadores del poder, ser recordados? Están a tiempo de definir su destino, el de los tiranos. Ustedes lo saben por los infinitos ejemplos de la historia del siglo XX y XXI. Ni siquiera Francisco Franco, que muriera en el poder en 1975 y se fabricó un mausoleo en el Valle de los Caídos, descansa en paz ante la pronta exhumación de sus restos; o el caso criollo de Pérez Jiménez que prefirió volar una madrugada en su Vaca Sagrada y dejar a un país que labrara su historia democrática, para terminar sus últimos días en su plácido exilio de Alcobendas en Madrid.

Es el momento de recoger los macundales y los corotos, aporte del acervo lingüístico autóctono, a decir del profesor Ángel Rosenblat en su libro Las buenas y malas palabras, cuando los Monagas y Guzmán Blanco fueron desalojados del poder, el populacho les comentaba que se fueran con sus corotos a otra parte, en alusión a los cuadros del pintor francés Camille Corot, y en cuanto la palabra macundales proviene de una deformación de la palabra Mack & Dales, que era una marca de herramientas norteamericanas en la época de los inicios de la explotación minera y petrolera en Venezuela.

Luego de 20 años de saqueo del erario nacional no se había conocido en la historia continental las oportunidades que la comunidad internacional les ha ofrecido para dejar en paz el poder, con protección extendida a sus familias; solo los mantiene en su terca actitud la inmolación ante el castrismo cubano, que prepara sus garras luego de haber desolado a Venezuela, a enterrarlas próximamente en la atribulada patria mexicana.


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