El bodrio voluminoso por fuera pero hueco por dentro –también ilegítimo e indigesto– conocido bajo el remoquete de la anc; anuncia que ordenó al CNE la organización y realización de elecciones para elegir al presidente de la república antes del 30 de abril. Para incrédulos y otros no tanto, el anodino aviso los sorprendió. Es la estratagema debidamente cimentada dentro de la estrategia gubernamental destinada a propiciar el continuismo a todo evento de la dictadura totalitaria.

El presidente de la AN declara que: “Las elecciones no se decretan, se convocan” (sic). El robusto del CNE afirma: “La convocatoria a elecciones es atribución exclusiva del CNE”… “El CNE no puede dar garantías para presidenciales en abril”. Ambos pertenecen a UNT. Para el primero el problema se reduce a un aspecto de carácter semántico. Apenas formal. Para el segundo, es la confesión paladina de su incapacidad manifiesta para desempeñar a cabalidad el cargo (1). Ambos obvian que el CNE –también el presidente de la república– se subordinó ante la constituyentica.

La premisa anterior nos lleva a aceptar que efectivamente la elección presidencial habrá de realizarse antes de la fecha indicada. Maduro dixit: “Si por mí fuera, la haría de inmediato”. Es decir, en un plazo no mayor de 61 días deberá producirse la votación. El proceso electoral se hará con las mismas autoridades establecidas en el ministerio de elecciones del gobierno. Con las actuales Salas Constitucional, Electoral y Penal del TSJ. Con la FGR y la DP, designados de manera írrita por la anc. Como “guinda de torta burrera”, con el mismo ministro de la Defensa.

Por el lado de la oposición organizada, luego de la digestión apresurada del anuncio, se observan algunas reacciones iniciales que tienen que ver con lo adjetivo; bajo ningún concepto con lo sustantivo. Veamos: AD validará su tarjeta electoral los días 27 y 28. PJ y VP  intentaron validar la de la MUD. Ya la “manita” milagrosa no se convierte en puño demoledor por obra y gracia de la Sala Electoral del TSJ.  UNT y el partido de Falcón no confrontan problema alguno puesto que conservan el preciado emblema. De igual modo, ya se han lanzado formalmente y de forma desaforada candidaturas presidenciales y otras se encuentran en espera de la oportunidad para hacerlas públicas. Los sempiternos olvidadizos obvian todos los precedentes aleccionadores. Así que los fabuladores de ocasión se quedarán, nuevamente, ¡con los crespos hechos!

Entre 1953 y 1958 solo existían cuatro partidos. Solamente dos (URD y Copei) aún seguían creyendo en el voto para enfrentar la dictadura. Del primero, pocos dirigentes permanecieron en prisión enfrentándose al despotismo (Luis Miquilena, Luis Hernández Solís, Manuel López Rivas, Tomás Carrillo Batalla, entre otros). El resto de la dirección nacional, convidados al MRI para la negociación política y el diálogo de rigor, fueron luego detenidos en la cínica celada y exiliados a Panamá en 1953. Copei, por su parte, se “retiró a los cuarteles de invierno”. La mayoría de sus dirigentes continuaron con sus actividades profesionales y académicas cotidianas. Con pocas excepciones también, líderes como Luis Herrera Campins, José Luis Zapata y Gonzalo García Bustillos, entre otros, persistieron en continuar la lucha orgánicamente y emigraron a posteriori al exilio.

La mayoría de los parlamentarios nacionales actuales se rasgan las vestiduras y, como letanías reminiscentes, rezan que: “El voto es lo único que tenemos para enfrentar a la dictadura”. De tal manera que –por ahora– estos partidos continúan dispuestos a participar en el sainete electorero. Manifiestamente fraudulento propiciado por Maduro y su combo. Las resultas del mismo la conocemos de antemano a escala nacional y mundial.

Una vez más esta terca dirigencia oposicionista –apoltronada, inútil e irresoluta– serán instrumento dócil (si continuamos permitiendo que se nos siga “nariceando”) para propiciar que se continúe estirando la arruga. El ritornelo será el mismo a partir de mayo. Entonces, de acuerdo con su cómoda dialéctica, Venezuela deberá continuar con este tipo de régimen hasta abril de 2024. Cuando, mediante primarias, la oposición escogerá nuevamente al sucesor de Maduro.

El recordatorio es propicio porque la semana pasada conmemoramos el sesenta aniversario de una grata y emblemática fecha. Evocadora –sin lugar a dudas– por la similitud de circunstancias entre lo vivido en aquella época y la crisis actual. Agravada sin precedente alguno. Dos docentes, de profesión historiadores, se han permitido señalar que: “Existe todo un mito relacionado a lo acontecido el 23 de Enero de 1958”. Cuando el rechoncho dictador “Tomó las de Villadiego”.

“Que no hubo tal insurrección popular”.  Todo fue producto del levantamiento militar derivado por obra y gracia del “Espíritu Santo”. Según ellos, los militares se reunieron en las cantinas de sus cuarteles y decidieron actuar: No era necesaria la permanencia del ministro del Interior y del jefe de la Seguridad Nacional. Ambos responsables –como su jefe– de toda la represión padecida. Incluyendo asesinatos, prisión, torturas y exilio. Lo demás debería continuar…

Es cierto que para 1957 la oposición clandestina estaba reducida a pequeños círculos de combatientes; quienes profesaban “fe de carbonarios”. Obvio que la represión había rendido sus nefastos frutos. Ya para el 3 de agosto de 1956 (con la caída del último CEN clandestino de AD y de su secretario general) se había reducido –más aún– la precariedad y la capacidad operativa clandestina. Para recuperar la mística y la moral partidista –en aquel año– se había implementado una acción en contra de Pedro Estrada. Encabezada material e intelectualmente por el secretario general clandestino de la AD de entonces, profesor Pedro Felipe Ledezma. La acción contó con el apoyo político y material del comando exterior dirigido por Rómulo Betancourt. Este facilitó la entrega de las armas y logística pertinente –por intermedio de su secretario privado, Carlos Andrés Pérez– desde Costa Rica. Con participación de JJ Alvarez (“la Vieja”) en Colombia e introducidas al país, desde allí, por Horacio Chacín Ducharne. Luego del fracaso de la operación, la razia no se hizo esperar y las muertes, cárceles y torturas continuaron sin pausa. En 1957 se reestructuró el disminuido comando clandestino de AD. Conjuntamente con el PCV, URD y Copei, se dio inicio –ese año– la implementación de la nueva estrategia política unitaria con la creación de la Junta Patriótica en la que participaron orgánicamente los cuatro partidos, con la finalidad de adecuar y hacer efectivas las tácticas pertinentes. Incluido el contacto con militares activos. El único representante sobreviviente, doctor Enrique Aristiguieta Gramcko; quien continúa con los mismos arrestos juveniles de entonces, puede dar testimonio fehaciente de los hechos por él conocidos.

En mayo de 1957 se produjo la Pastoral de monseñor Arias Blanco. La Junta Patriótica comenzó la producción de hojas y comunicados clandestinos. Hubo agitación en liceos y universidades. En la UCV se realizó una gran jornada masiva de protesta el 21 de noviembre (por ello se conmemora el Día del Estudiante) y la Seguridad Nacional la allanó –no con fusiles– sino con “blackjack”, apaleando y reprimiendo a discreción a los estudiantes revoltosos. De acuerdo con la interpretación académico-histórica aludida, se trató de simples hechos sobrevenidos; silvestres y espontáneos; casi anárquicos, sin pies ni cabezas.

Para el mes de octubre de 1957 el Comité Coordinador de AD en Costa Rica había elaborado una lista de personas exiliadas que debían reforzar la dirección clandestina encabezada por el profesor Simón Sáez Mérida. Entre los mismos se podrían citar a: Raúl Ramos Giménez, Luis Augusto Dubuc, Domingo Alberto Rangel, José González Navarro, José Manzo González, Héctor Vargas Acosta, Cesar Rondón Lovera, Jaime Lusinchi, Octavio Lepage, Hostos Poleo, JJ Alvarez, Guillermo Murillo. Ya en Venezuela se encontraban algunos que habían ingresado por vía legal, como Manuel Alfredo Rodríguez, Silvestre Ortiz Bucarán (quien representó a AD en la Junta Patriótica) y Guillermo Murillo. A quienes deberían ingresar en 1958, los sorprendió el alzamiento militar del 1° de enero y la posterior caída de la dictadura. El PCV continuaba su proceder clandestino dirigido por Pompeyo Márquez.

“Virtuosamente” se señala ahora –sesenta años después y de manera acartonada– que solamente en la UCAB se produjeron manifestaciones públicas, muy esporádicas por lo demás y sin coordinación alguna. Que en la actualidad, milagrosamente, también sería probable como en aquella ocasión una simple y espontánea reacción de carácter militar. Anodina, pueril y sin coordinación de ningún tipo. Todo como resultado de un escueto experimento urdido –de ninguna manera producido por ósmosis– en reducidas, exclusivas y predestinadas mentes lúcidas inmersas en un aséptico laboratorio social.

Nota:

 1.- Según información suministrada en los “Runrunes” del periodista Nelson Bocaranda; uno de los muertos oficialistas durante la masacre realizada en El Junquito poseía doble condición: ser  supervisor jefe del grupo de acciones especiales de la Policía Nacional Bolivariana, por una parte, y, por la otra, jefe de uno de los “colectivos” paramilitares que actúan con absoluta impunidad en la parroquia 23 de Enero. Poseía doble identidad amparada por dos cédulas que así lo acreditaban. Estas le permitían ejercer doblemente el voto. Prevalido por el vil Registro Electoral del CNE. La responsabilidad de las trapacerías que allí se continúan practicando es derivada por la incompetencia para desmontarlas y neutralizarlas debidamente. Corresponden colectivamente a su directiva actual. Incluyendo al anterior y al actual representante opositor. Es por ello que las cuatro arpías que allí mangonean, “se despachan y se dan el vuelto”…

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