En estos artículos he dicho reiteradamente que, como también a mis ex alumnos en el curso que propuse crear en 2005, titulado Geopolítica del Petróleo, en la UCV, puesto que era inaudito la ausencia de estos estudios en un país petrolero, y aprovechando lo que había estudiado en Francia, en 1974-1975, para redactar una tesis de grado con el mismo título, nuestros sistemas económicos dependen de los consumos energéticos y que el petróleo proporciona más de 40% de la energía total consumida y 90% de la utilizada en transportes, puede entenderse entonces que todo lo que gira en torno al petróleo esté condicionando la dinámica política de nuestro planeta: gran parte de lo que sucede ahora en estos momentos se explica a partir de la pugna a escala mundial por controlar y garantizar los suministros energéticos y otros recursos naturales no renovables.

Pero el panorama mundial tiende a cambiar a causa de los avances tecnológicos para obtener nuevas fuentes energéticas limpias y por las políticas ambientalistas enmarcadas en el acuerdo de París para disminuir la contaminación, el efecto invernadero que proviene del consumo petrolero y de gas al generar dióxido de carbono, por ejemplo, en Francia, donde se produce poco de petróleo convencional, apenas 815.000 toneladas anualmente, que representan 1% del consumo nacional, el ministro Nicolás Hulot presentó hace poco en el consejo de ministros un proyecto de ley para prohibir la exploración y la explotación de hidrocarburos desde ahora hasta 2040, esto es, cuando los inversionistas le habrían dado presuntamente la espalda a las energías fósiles. También anunció el ministro de la Transición Ecológica que cerrarán 17 reactores nucleares, lo cual es bastante ambicioso dado que 75% de la electricidad francesa proviene del átomo.

Ya se discute en la Asamblea Nacional el susodicho proyecto de ley, con el cual Francia emite un mensaje político muy fuerte, aunque en relación con las nuevas energías está retardada respecto a China, Chile y Marruecos, a pesar de ejecutar una política de transición energética, que, por lo demás, no apelará a petróleos no convencionales como el esquisto y el respectivo gas, es decir, se cerrará esa puerta y se espera que para 2040 no haya vehículos con motores de explosión de gasolina o gas, lo cual indica a los empresarios que deben colocar sus fondos en producir nuevas energías.

Esta política pública francesa se observa también en el Reino Unido, donde la primera ministra, Sra. Teresa May, hizo anuncios similares en días pasados; se espera que todos los países de la Unión Europea tomen decisiones en este sentido, mejor dicho, las naciones fabricantes de los automóviles de combustión interna de gasolina que abastecen el mercado mundial cambiarán de tecnología para fabricar otro tipo de vehículos que dejarán de utilizar hidrocarburos, en otras palabras, desaparecerá 90% del petróleo como fuente energética de transportes, aunque dudo suceda con la misma celeridad en la aviación civil y militar.

En todo caso, lo concreto es que, dado ese escenario y los lapsos programados, Venezuela será seriamente afectada, pues posee más de 300.000 millones de barriles de reservas petroleras que mayormente se quedarán en el subsuelo debido a la dirigencia política mediocre, motivada por bajas pasiones, espiritualmente pobre, que dedica su tiempo a ver cómo roba, cuánto roba, cómo guarda lo robado, dónde los deposita, cómo evitar que los descubran etc., mientras el país languidece y hacen alardes de conocimientos técnicos hablando de rentismo petrolero sin que den muestras con política adecuadas para construir una economía siguiendo los principios de la naturaleza del desarrollo.

Por eso, conviene preguntar, ¿qué tiene Maduro en la cabeza? ¿Por qué no emprende una política de modernización de Venezuela? Más bien la retrocede a etapas que se habían superado. Modernizar significa democracia, libertad individual, derechos humanos, más deberes y responsabilidades, más industrias, servicios, todo lo cual implica determinar qué vamos a producir de acuerdo con las ventajas comparativas económicas y tecnológicas, si queremos vivir más tiempo o menos pero mejor, si queremos más naturaleza o más artefactos, y cuál sería el papel del arte y de la literatura en esa modernidad. En síntesis, se trata de la occidentalización de Venezuela, la cual se impondrá, sobre todo, porque el objetivo es la libertad individual que, en sí, es liberadora.

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