Se trata de la tercera parte de nuestra sociedad, lisiados, enfermos mentales y neurológicos, alcohólicos, delincuentes, perezosos y todos aquellos que le provocan más costos que ganancias a la medicina social… No queremos que esto continúe y esa gente debe ser erradicada para que nuestra nación se levante de nuevo sobre una base saludable… Se trata de una selección constructiva que no se logró de natura, tiene que haber más muertes… Gasear, envenenar con medicamentos tóxicos, disparar a quemarropa, resultan métodos evidentes y demasiado caros… Hay orden superior de matar con la dieta hipocalórica o de privación, comen pero van muriendo, pues los alimentos ofrecidos carecen de valor nutricional… El exterminio por desnutrición se basa en bajarles al menos dos kilogramos de peso por semana, eso los incapacita para trabajar y finalmente para seguir vivos… Es la Dieta-N…

Ahora, seguro, usted recuerda el chiste del pesadísimo y perverso office-boy de Raúl Castro cuando desde Miraflores soltó carcajadas señalando que el pueblo venezolano tenía hambre solo porque seguía “la dieta de Maduro”.

Pues, el texto que abre esta nota extrae frases de extensos discursos. Provienen de jerarquía militar y médica. Así justifican frente a sus funcionarios la eutanasia obligatoria que debían practicar en un Hospital de Niños para hijos de alemanes nazis donde también apresaban a jóvenes y adultos, enfermos incurables y crónicos, parias desechables pues no servían para el ejército ni la burocracia de la hitleriana patria nueva. El Padrecito Stalin aplicó el mismo criterio mediante planificadas, largas hambrunas en campos de trabajo forzado para millones de disidentes y sobrantes esclavos dentro de su gulag.

Frases emitidas desde Niebla en agosto (2016), excepcional película hecha en Alemania y muy premiada en ese país. A la vasta cinematografía sobre los fascismos europeos del siglo XX se agrega esta cinta de un notable equipo integrado que logra explicar la “banalidad del mal” con estremecedora claridad al punto de que para el espectador resulta inmediata la similitud con los procesos revolucionarios desde Mao y para desgracia de Latinoamérica pasando por los Castro, incrustados como sistema socialista, pacificador y democrático en la Venezuela clapista del chavismo, un comercio usurero de alimentos importados por el capitalismo de Estado militarista que abulta las carnes de la casta gobernante. Pero convierte en esqueletos agonizantes, cadáveres, manipulados siervos dependientes en vías de discapacidad física y mental a la mayoritaria población, en particular, la infantil con pronósticos de daño cerebral irreversible, según índices recientes. Hoy, la ex clase media y el resto sobreviviente va camino a la extinción. Comen, quién sabe si se alimentan, ahora con el urgente trigo putinesco pagado mediante la entrega anticipada de riqueza minera nacional, sin control parlamentario, meta de la ilegítima constituyente.

Es lo que el desgobierno chavista llama soberanía alimentaria. Su herramienta para el genocidio selectivo a corto y mediano plazo. Sin dudas, ningún régimen totalitario admite los conceptos derechos humanos ni canal humanitario. Compasión y razón contradicen su naturaleza misma.

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