Quienes contribuyeron a llevar a Hugo Chávez al poder, alimentando la antipolítica, no han aprendido la lección. Y a las pruebas me remito. Ni en sus mejores tiempos el ex presidente logró 95% de gobernaciones, consejos legislativos, alcaldías y concejos municipales. Pero hoy el mapa político es rojo rojito a pesar de la impopularidad de Nicolás.

Si bien es cierto que el gobierno ha utilizado permanentemente estrategias para desmoralizar a los votantes, atacar a la oposición y fortalecer la desconfianza en el Poder Electoral ya sumiso al régimen, las divisiones en el sector opositor y el ataque al voto han contribuido a que, aun por forfeit, el PSUV tenga el control.

Lo peor es que algunos miembros de la oposición están con la brújula tan, pero tan pérdida que en su desespero creen aún en eso de que «falta poco».

Pero llegó la hora de hacer un propósito de enmienda. Basta de escuchar a los Bin Laden de Twitter para decidir. Las palabras «fuerza», «presión», «lucha» se vacían de contenido en boca de una dirigencia que las pronuncia sin la capacidad de traducirlas en acción política. Palabras poderosas convertidas en armas de resignación y sumisión.

Los gobiernos no son frutas que “caen” de los árboles cuando están maduros, ni fuerza política es fe. Solo se puede cambiar a un gobierno ineficiente, corrupto e indolente, que ha generado la mayor de las crisis sociales, políticas, económicas, humanitarias y migratorias de la historia contemporánea de Venezuela, cuando quienes se le oponen utilizan la fuerza que da el poder político, que no es otra que el apoyo popular.

En los últimos 3 años unos 6 millones de venezolanos han migrado y se calcula que de ese grupo 80% es opositor. Y no votarán aun cuando estén inscritos en el registro electoral. Esto se suma a la histórica abstención de 70% que ha caracterizado nuestros comicios municipales.

Aunque 28 naciones apoyen a Nicolás Maduro, entre ellas Rusia, China y Turquía, a partir del 10 de enero la terrible situación que vivimos se va a agudizar producto, entre otras cosas, del desconocimiento del gobierno por 46 países, situación que no implica la salida de Maduro del poder. Los venezolanos continuaremos padeciendo las consecuencias de la crisis humanitaria compleja, así como muchos países donde acuden los migrantes.

Debemos preguntarnos entonces: ¿cómo se recuperará el país? ¿O ya se echó por la borda la oportunidad de ser gobierno al renunciar a la vía electoral?

La abstención por sí sola no es una salida. El voto tampoco. El debate no es, ni debe ser, votar o no votar. El reto es pensar en una estrategia general que permita lograr un cambio de gobierno a través de vías democráticas.

No ha sido suficiente llamar a votar alegando defender equis o determinado espacio, o diciendo que hay que recuperar la ruta electoral. Desde Unidad Visión Venezuela hemos estado claros y ha sido nuestro planteamiento que el voto es una poderosa herramienta de protesta y presión, mas no es la única.

Hay que dejar a un lado la ingenua creencia de que el solo transcurso del tiempo y el agravamiento de la crisis política, social, económica y humanitaria de la nación nos llevarán al “quiebre” o “liberación” de Venezuela por un pronunciamiento militar o un estallido social.

Venezuela es el único país del mundo donde un sector de la oposición se alegra de que la gente no vote contra el gobierno, aun cuando este cuenta con más de 70% de rechazo.

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