El jueves 11 de octubre de 2018, Catalina Banko (1972) se incorporó formalmente como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia de nuestro país, ocupando el sillón V que quedó vacante al fallecer Tomás Carrillo Batalla (1921-2015). Una vez más se debe recordar que si nuestro país sigue en pie es por actos como estos, que demuestran que Venezuela no se reduce a la expresión destructora y anárquica del bárbaro personalismo. En esta tierra existen instituciones que, con sus formas y tradiciones, pero especialmente con su trabajo constante, permitirán el renacimiento de lo mejor que tenemos. Y lo mejor que tenemos es nuestra gente sencilla que valora el mérito y el esfuerzo, como es el caso de nuestra querida profesora Banko a quien felicitamos sinceramente.

El discurso de la nueva numeraria (“Tradición y colapso de la industria azucarera venezolana”) resaltó al principio la labor de su antecesor señalando especialmente sus investigaciones en el área común: la historia económica de Venezuela. Esta tarea generó dos importantes publicaciones, entre otras: Historia de las Finanzas Públicas de Venezuela y leyes y decretos de Venezuela. Después se centraría en el tema que ha estudiado desde hace más de 10 años: el azúcar. Su tono transmitía la pasión y preocupación que le genera el tema, por ser un ejemplo: no de una crisis, sino “¡de un verdadero colapso de nuestra economía en general, en especial de nuestra agroindustria!”. El estudio no se reduce a la muestra de resultados cuantitativos, sino de la vida de las haciendas que poblaron buena parte de nuestras zonas productivas donde se desarrollaron múltiples labores que representaron el esfuerzo cotidiano de personas que estudiaron en nuestros centros académicos.

La doctora Banko buscó una reconstrucción histórica desde finales del siglo XIX hasta el presente, enfatizando los aspectos del procesamiento de la caña para producir azúcar y las instituciones que buscaron su modernización con la creación de las centrales azucareras refinadoras. Me llamó la atención que dicho anhelo de incremento de la producción fue rechazado por la mayor parte de los hacendados, porque temían la caída de los precios y solo fue desde 1940, con el liderazgo del Estado generando “El primer plan azucarero”, cuando se establecerían las instituciones (centrales, financiamiento y asesoramiento técnico, entre otros) para acrecentar el suministro de azúcar en un esfuerzo mancomunado entre el sector público y privado, meta que se lograría al lograr el incremento de la producción en 715% desde 1945 a 1956 reduciendo las importaciones en este rubro, hasta lograr satisfacer la demanda interna e, incluso, exportar entre 1960 y principios de 1970. Una vez más se nos muestra con esta maravillosa historia cómo los venezolanos podemos ser modernos generando productividad y prosperidad. Pero los problemas llegarían con el control de precios en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-79), que entre otras causas llevaron a la contracción de la producción. En 1980 esta crisis se superaría en parte, pero en 1990, con la caída de los apoyos estatales y la privatización de varias centrales se inició una nueva crisis, que en los últimos 20 años, con la inseguridad jurídica y personal, la estatización de las centrales y los controles de precios se traduciría en el colapso desde 2007 hasta hoy, tiempo en que la producción ha caído en aproximadamente 60%.

La doctora Banko enfatizó que las centrales estatizadas solo generan 15% de la producción nacional y el resto corresponde a las privadas. Para concluir diciendo: “¡El panorama de la agroindustria azucarera es desolador!”. Y para revertir este desastre debemos reconstruir, entre varios aspectos, “la cultura del trabajo” que se ha “extraviado”.

La respuesta que le daría la numeraria doctora María Elena González Deluca fue sumamente cálida y llena de un fino humor. Y no podemos dejar de responder a las últimas palabras de agradecimiento que ofreció nuestra admirada doctora Banko a todos los venezolanos porque el país la recibió “en calidad de refugiada” cuando en su natal Argentina “imperaba una cruel dictadura”. Estas palabras generaron un fuerte aplauso en los asistentes, y de mi parte quiero decirle que somos nosotros los que estamos agradecidos por su generosidad al asumir la formación de tantas generaciones (siempre la veo llegar en Metro a las clases en la UCAB y en tantas tareas de administración e investigación en la UCV) y colaborar con el desarrollo de la historiografía nacional.

Y queremos concluir con una hermosa frase de nuestro amigo e Individuo de Número de la ANH, don Tomás Straka: “Hacía tiempo que una incorporación a la Academia Nacional de la Historia no generaba tanta alegría y tanto consenso. Todos celebramos el hecho de que Catalina Banko haya sido elegida como Numeraria para el Sillón V, como lo que es: el reconocimiento a su obra sustantiva y dilatada, a su bonhomía y a su don de gentes. ¡Enhorabuena por ella, por la República, que le ha asignado tan elevada función, y por la ciencia!”.


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