Francisco de Miranda con su grito libertario, tomado por nosotros como consigna, “Muera la tiranía, viva la libertad”, expresa a cabalidad lo que ha debido ser la comprensión oportuna por parte de la dirigencia política venezolana de ante qué enemigo se encontraba la República.

La carta que recién vuelven a difundir, a través de las redes sociales, atribuida a Fidel Castro y dirigida al difunto Hugo Chávez Frías, es de hace varios años. Aun cuando no tuvimos certificación del origen o veracidad de la misma, al conocer tal contenido pude afirmar, por análisis de la ciencia política, y, como lo reitero ahora, con base en la tragedia que estamos viviendo, es consecuencia del pensamiento y actuaciones del sátrapa caribeño, por tanto dicha carta se corresponde con su mentalidad y valores, tal como se manejan los dictadores y asesinos de su calaña.

Lo que sí no considero casual es que se difunda precisamente por estos días dicha carta. Por tanto, debo pensar que puede ser jugada de los propios laboratorios de intimidación del G2 y sus aventajados aprendices de torturadores del Sebin. Utilizan la fuerza represiva de ese modelo castrocomunista descrito en las más que recomendaciones de la carta, órdenes que acostumbraba a dar Castro a Chávez. En este momento las difunden para mantener el miedo funcionando. Actúan así cuando se saben derrotados con que solo hagamos un básico análisis político, económico y social de la no viabilidad del mantenimiento de este régimen por muchos días más.

Capaz de concebir la traición y el asesinato a sangre fría de cualquier prisionero que le confronte, Fidel Castro Ruz, y ahora su anciano hermano, cual fantasmagóricas imágenes, siguen asustando a la castrada dirigencia de menos de 60 años constituida por subhombres producidos en ese período oprobioso de dizque revolución (significado de revolución es evolución acelerada).

Los crímenes de lesa humanidad que estimuló Fidel Castro Ruz, verdadero conductor de la llamada revolución bolivariana, se cometieran en Venezuela, no son solo de su repertorio procedimental exclusivo, ni una teoría política de su invención “maquiavélica”, como se le suele atribuir al estudioso de los reyes

Borgia, entre otros. Son más bien un patrón de conducta de asesinos y genocidas, con características psicopáticas comunes, como nos lo demuestra a cada instante la “revolución bolivariana”. La más reciente y conocida cobarde actuación sobre la humanidad del diputado Requesens insiste en aclarárselo a quien aún inexplicablemente duda de ello. Esas demostraciones de control por cualquier medio sobre nuestras humanidades, que no sobre nuestras almas y dignidades, los excitan y hacen sentir plenos de poder, cuando consiguen hacerse como todo cobarde, sentir temidos por el indefenso, y son reconocidos como poseedores de la capacidad de reprimir hasta doblegar la expresión libre y a viva voz de nuestros pensamientos y deseos de libertad. “Muera la tiranía viva la libertad”.

Nuestra patria no será más tierra fértil para los castrocomunistas con esa parte del mundo hipócrita que pregona el diálogo y las salidas electorales en medio de un sistema de dominación que nos aplasta y subyuga como pueblo.

Aunque dispongan de la ahora casi inoficiosa colaboración de vomitivos personajes como los del tipo Henry Ramos Allup u Omar Barboza, que hablan de “los militares” y que si actuamos a su lado sería para que se quedaran con ellos con el coroto, ¡coño como si ya no tuvieran! Esa parte de una camarilla traidora y narcocorrupta de militares aliada al castrocomunismo y a ustedes, ya sabemos que lo tienen.

Seguramente se sienten tan cómodos y no perseguidos que se  atribuyen la valentía de estar en Venezuela, frente a los que no lo estamos, ¡por ahora! Como si muchos no hubiéramos recibido nuestra cuota de represión, y estuviéramos fuera como en unas vacaciones de verano, y no replegados temporalmente. A ellos les repito pero con otro ¡grito pelao! y siguiendo el reto de catarsis que anda por allí por las redes dirigido al ladrón Maduro: váyanse al carajo mientras puedan con sus monedas robadas en cualquier cono monetario. Podría ser ¡el cono de su madre!

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