No sé cómo dirigirme a usted: Sr., Dr., amigo, don, sujeto… ¡Lo llamaré: sujeto!

Sr. Sujeto:

Usted traspasó la línea de lo que, en lenguaje venezolano, llamamos tener concha. ¡Usted es un conchúo! ¿Cómo es posible que después de 19 años en la cúpula de esta cosa que destruye a Venezuela, reconozca ahora que este gobierno es un desastre y que tiene a la gente pasando hambre y haciendo colas humillantes para mendigar comida?

Pdvsa fue una de las más importantes industrias petroleras del mundo, hasta que usted y sus amiguitos, quienes ahora son sus enemiguitos, le pusieron la mano y se volvió esta vergüenza que ni gasolina ni gas produce. ¿Con qué concha denuncia ahora que esta revolución destruyó, quebró y corrompió la industria petrolera?

Sr. Sujeto, usted inventó aquella horrible frase que grabarán en su lápida cuando le toque ir al infierno: “Pdvsa es roja rojita”. Usted, siendo socialistacomunistamillonario, inició una discriminación fascista. Fue partícipe y cómplice de despedir a gerentes extraordinarios y capacitados, a ingenieros y obreros petroleros a quienes no solo humillaron públicamente, sino que además, arbitrariamente, no les reconocieron ni un centavo de sus prestaciones. ¿Sabe usted que algunos de esos trabajadores se suicidaron por eso? Otros, los más afortunados, se fueron con su experiencia y honestidad a países en donde son valorados, les dieron su lugar y los recibieron con los brazos abiertos por ser profesionales altamente calificados.

Sr. Sujeto, usted y sus amigos vestidos de rojo rojito, como viste el diablo, aplicaron la ineptocracia, es decir, la meritocracia al revés y allí están los resultados. Lo que tocaron, tocan y tocarán lo destruyeron y continuarán destruyéndolo.

Con el dinero de los botados de Pdvsa, usted paga su comida. ¿Come en paz? ¿El azúcar no le sabe a sal? ¿El agua no le es amarga? ¿Duerme bien? ¿No le da como cosita? Le contaré que mientras usted cena en lujosos restaurantes, gran parte de los venezolanos, por culpa suya y de sus ex amigos, pasan hambre o comen de la basura. Ya son dos millones y medio quienes han emigrado de Venezuela dejando su corazón desgarrado en estas tierras.

Hay que tener concha de concreto para denunciar ahora, como si le fueran ajenos, los desastres que usted hizo.

De verdad, y me perdonan la vulgaridad, pero…

¡Qué bolas tienes, Rafael Ramírez!


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