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Caracas, 23 de enero de 2019

Señor general

Vladimir Padrino López,

Ministro de la Defensa 

Y oficiales generales miembros del Alto Mando Militar;

Compañeros de armas.

Me dirijo a ustedes, en medio de la angustia que nos produce a los venezolanos el incremento de la tragedia nacional, para recordarles que la Fuerza Armada Nacional enfrenta uno de los retos más importantes de su historia. Ustedes, antes que nada, deben recordar que el sólido prestigio que tuvo nuestra Institución surgió de su capacidad para interpretar cabalmente la situación nacional, en momentos de crisis, y encontrarle una solución pacífica que, con aciertos y errores, siempre reorientaron a  Venezuela por un nuevo rumbo. Ese es el reto que ustedes, oficiales activos, deben enfrentar. Permítanme, por mi edad y experiencia, plantearles algunos puntos de interés para que nuestra Institución logre salir airosa y se transforme en un actor fundamental en la solución de la creciente crisis nacional e internacional.

La Fuerza Armada Nacional debe realizar un certero análisis de la situación. Naturalmente, sin suficiente información es muy  difícil hacerlo, pero creo que puedo exponerles algunas ideas útiles para que ustedes entiendan  la percepción que existe en las mayorías nacionales. El régimen madurista colapsó. Sus desaciertos fueron tales que han empezado a comprometer la paz de la República. Interpreten las manifestaciones populares de anoche. Respaldar a Nicolás Maduro obligaría a reprimir a nuestro pueblo. Esa sangre inocente caería sobre  nuestra institución. Protejan la marcha, impidan cualquier agresión de grupos violentos. También analicen con exactitud el mensaje del vicepresidente de Estados Unidos. No es momento de patrioterismo. Puede estar en riesgo la soberanía nacional.

Una situación tan compleja exige prudencia, reflexión y perspicacia. Es necesario encontrar una solución política que permita enfrentar, de inmediato, la creciente crisis que vive Venezuela. Creo que un camino posible de solución es presionar respetuosamente al señor Nicolás Maduro para que plantee públicamente una solución a la tragedia venezolana. Esas acciones podrían ser: la inmediata libertad de los presos políticos, militares y civiles; solicitar al Tribunal Supremo de Justicia  la suspensión de  la medida de desacato de la Asamblea Nacional y ordenar a los diputados del  PSUV incorporarse a las sesiones, a objeto de que designen nuevos magistrados del  CNE y del Tribunal Supremo de Justicia, y fije una fecha para realizar, en un plazo perentorio, unas elecciones presidenciales y de Asamblea Nacional.

En caso de que Nicolás Maduro no acepte el planteamiento de la institución armada, reconocer públicamente la legitimidad de la Asamblea Nacional y la designación de su presidente, Juan Guaidó, como encargado de la Presidencia de la República para que sea él quien realice las medidas políticas anteriores, entre ellas invitar a los diputados del PSUV a asistir a las sesiones de la Asamblea Nacional para lograr un acuerdo que permita superar la crisis, nacional e internacional, que enfrenta Venezuela. De no asistir a dichas sesiones se tomarían las medidas convenientes sin su presencia. Un aspecto a resolver, ante la decisión de Nicolás Maduro de no tomar las medidas sugeridas por ustedes, es pedirle que abandone el país con su familia. También deberían hacerlo los altos funcionarios que así lo deseen.

Un aspecto fundamental es mantener la unidad de la Fuerza Armada Nacional para tener la capacidad operativa para enfrentar los grupos armados, organizados ilegalmente por el régimen madurista, que quieran enfrentar a la institución armada y al nuevo gobierno. La obligación de ustedes es colaborar con los venezolanos para mantener la paz y la concordia nacional. Esta forma de acción no sería un golpe de Estado y mucho menos una traición a su juramento de soldado. Ustedes estarían cumpliendo cabalmente el artículo 333 al restablecer la vigencia de la Constitución Nacional y del Estado de Derecho. Reflexionen con sentido patriótico. El destino de Venezuela está en sus manos.

Cordialmente,

Fernando Ochoa Antich


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