Andrés Eloy Blanco, nuestro gran poeta, escribió sobre el apego que sentía a cualquier niño al verlo jugar, reír o llorar, tal como si fuera de su propia sangre. Con el título “Los hijos infinitos” recitó:

“Cuando se tiene un hijo,

se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera…

y cuando se tienen dos hijos

se tienen todos los hijos de la tierra”.

Culmina su poema:

“Cuando se tienen dos hijos

se tiene la alegría y el ¡ay! del mundo en dos cabezas,

toda la alegría y toda la esperanza,

la luz y el llanto, a ver cuál es que nos llega…”.

Como el poeta, siento que cuando se tiene un nieto el mundo se hace completo, comparto sus alegrías y sus tristezas, veo el futuro con ilusión. El mundo ya no lo entiendo con egoísmo, solo lo anhelo mucho mejor.

Un mundo libre de sátrapas y gerifaltes perversos donde todos los niños sonrían porque sientan, oigan y vean su futuro encaminado, sin espejismos ni engaños, una ilusión que más que sueño es deseo.

Se acerca la Navidad y, como todos los años, les escribo estas líneas para que cuando ya no los acompañe puedan recordarme no solo por las sabrosas multisápidas hallacas, los regalos y los desafinados intentos de cantar aguinaldos en el conjunto familiar; también espero que me recuerden por mi lectura del cuento de José Rafael Pocaterra “De cómo Panchito Mandefuá cenó con el Niño Jesús”.

Cuando todos los que estemos cenando, ustedes allá y yo por aquí, recordemos que mucho tenemos que agradecer, aunque al Niño se le pasaran deseos sin traer, tenemos casa, comida y familia, mucho más de lo que nunca tuvo Panchito. Demos gracias y tengamos siempre la fuerza que da la fe, esa que alimenta la esperanza y constituye la ilusión.

Esta carta es breve, pues si se pide poco es probable que se le haga más fácil al Niño traer el regalo y no distraerlo al escoger cuál de tantos deseos será el más esperado.

Pidan para la familia lo mismo que para nuestra Venezuela, libertad, justicia y paz. Para los enfermos, su cura, como también la cura para la enfermedad que aqueja al país, el odio. Una plegaria para que no falte la comida nunca y todos estemos alimentados. Pidan que nos dé un buen gobierno, uno capaz de sacar al país de este cruel retraso y proyectarlo como uno del futuro.

Pidan para que el Niño no encuentre ningún Panchito para cenar, para que no tengamos ni un solo Mandefuá en las calles de Venezuela.

Pidan y deseen una Navidad feliz a todos.

Dios los bendiga.


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