En la Universidad Monteávila (UMA) se respira un ambiente de orden y belleza. Sus jardines, la decoración de sus espacios, su estilo de tendencia castellana; todo en ella nos transmite paz y alegría. Si a ello le sumamos una vista privilegiada del pico oriental de nuestra admirada montaña caraqueña, su cercanía a la Cota Mil sin que su ruido nos moleste; podemos decir que en estos 20 años de existencia ha logrado construir toda una tradición estética que está perfectamente equilibrado con su prestigio académico. Dicha tradición le debe mucho a Carmen Delgado Peña (1947-2019) que todos conocieron con cariño como “Carmencita” y que se nos fue al Cielo la semana pasada. Sirva este pequeño escrito como un sencillo homenaje a su labor y vida, y como una prueba de lo tanto que la vamos a extrañar.

Nos ha dejado pero damos gracias a Dios por haberla tenido entre nosotros, y muy especialmente por haber sido la forjadora del ambiente sobrio, hermoso y armónico que caracteriza la decoración en nuestra universidad. ¡Qué gran importancia tiene para ordenar la mente, para ser académico, estudiar en un lugar que también esté ordenado! Carmencita supo hacer de unos edificios que no se habían construido como una institución educativa una verdadera universidad. Cada lugar y objeto, cada disposición del mobiliario, nos llamaba a educar y formar; y esto lo hacía además desde la identidad iberoamericana: muebles de madera a veces algo rústicos que recuerdan nuestro pasado predominantemente rural, agrícola y algo aristocrático. Para finalmente “decir” a cada uno de los que nos visitaba o se incorporaba a nuestra comunidad como estudiantes, profesores, personal obrero y administrativo; que nos importaba su dignidad como persona humana, como creatura. La palabra fácilmente puede explicar nuestra ideario, pero lo más importante es hacerlo vida y Carmencita fue un pilar en tan noble meta.

De ella recuerdo su permanente alegría, su sonrisa sincera, su disposición a escuchar y atender al que la buscaba. Sin dejar por ello de ser estricta y disciplinada en lo que se refiere a sus labores en la Coordinación de Eventos y Protocolo. Nunca olvidaré una vez que puse un afiche publicitario de manera temporal en un vidrio de una puerta, y al verlo me explicó con cariño que no debía ser porque el cristal estaba allí para cumplir una función, que era la de la transparencia de lo público, de la comunicación entre los miembros de la comunidad y el siempre estar allí para todos. Lo quité de inmediato porque sin dudarlo eran también mis principios.

Tengo la certeza de que su presencia seguirá sintiéndose en los pasillos de la universidad con cada cuadro que colocó, con la pulcritud y limpieza en todas las áreas, con su preocupación por la belleza. Allí estará su “marca”, y cual magnífica tradición se seguirá desarrollando con las personas que imitamos su ejemplo. Y como universidad de inspiración cristiana, entre los que creemos firmemente en la comunión de los santos, sabemos que tenemos un apoyo más en el Cielo que nos ayudará a seguir luchando para lograr una institución al servicio del Bien. Una vez más agradecemos a Dios por la vida de Carmencita y que descanse en paz con la alegría de la presencia del Absoluto.


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