Avalo esta nota con un dato autobiográfico. Hace medio siglo Eduardo Coll García, discípulo directo de Francisco de Venanzi, eminentes endocrinólogos, profesores-investigadores en la Universidad Central de Venezuela, me recomendó una dieta fija que llamo “cuartelaria” por estricta. En términos actuales y simples, prohibición absoluta de comida basura y consumo autocontrolado de alimentos frescos, con preferencia proteínas de poca grasa, escasos carbohidratos y glúcidos naturales, o sea, no procesados. Un durísimo psicoanálisis, costeado con mi sueldo como lo exigía esa disciplina médica en su versión ortodoxa (para no convertir en visita de innecesarios blablá cada sesión), me permitió tardía pero eficazmente resolver en parte problemas casi congénitos y de paso aplicar ese régimen de correcta nutrición, que según explicó didácticamente el citado médico en plena Venezuela productiva, llevado con tiempo a planos económico-políticos de un país evita que quienes coman desechos se conviertan rápidamente en eso mismo y permite construir una sociedad de gente capaz para ejercer un enérgico y libre desarrollo, sana en cuerpo, mente y espíritu.

Hoy, cuando la castrochavista revolución ladrona impone a una mayoría de la población, que es la humilde y más necesitada, el chantaje de su obediencia total a  cambio de las bolsas CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), si no bastaran las pruebas ya existentes de su corrupción segregadora para el control social, en manos de comisiones parlamentarias legítimas, se vuelve obligante leer Economía canalla. La nueva realidad del capitalismo (Espasa Libros/Planeta, 2011) que provoca escalofríos por sus detalles de cómo el estilo nazi en sus campos de concentración y hospitales para  discapacitados, enfermos incurables, y el de Stalin en sus gulags, usan la malnutrición bajo planes calculados para eliminar a personas-estorbos que consideran desechables. Certezas que desnudan al  mafioso negocio internacional, integrante del global crimen organizado G9, soporte de los venecubanos capos rojo-rojitos.

Su menú consiste en debilitar hasta enfermar, idiotizar y finalmente someter a su angustiado consumidor desde bolsas-basura a la venta “baratas” que contienen adulterados y contaminados aceite, harina y leche de pésima calidad por su  mínima cantidad calórica. Para los sectores populares hambrientos, en sitios donde no llegan ni pueden ser compradas, estas víctimas del saqueo revolucionario acuden a los basurales callejeros, resultado normal del ya institucionalizado clapismo que llena bolsillos, cuentas bancarias y el ya hinchado abdomen de la casta narcomilicivil.

Este documento recorre la historia de toda piratería comercial desde el trueque primitivo hasta el cibermercado de pornografía, medicamentos, deportes, entretenimientos, circos extendidos hasta los alimentos que propician esclavitud  para el  Estado empresarial, una obesidad disfraz de la subnutrición y todos los males que tradicionalmente los comunistas atribuyen solo al capitalismo de las democracias liberales, pero ellos reproducen y hasta superan con su legalización oficial. Redactado como reportaje policial casi novelesco por la periodista italiana Loretta Napoleoni, quien repartió la investigación laboriosa de varios colegas en equipos multidisciplinarios altamente calificados, penetra en el sistema de las imitaciones, simulacros, copias, falsificaciones de la mercadería planetaria,  occidental y oriental. Así se comprende cómo llega a la mugre venenosa del CLAP, aberración del venecapitalismo rojo mediante racionamientos que sacrifican la salud integral y la vida misma de al menos dos generaciones.

Tamaña peste urge la atención de los confederados miembros venezolanos en las áreas agropecuaria, comercial, industrial, sanitarias y afines, para conocer el fondo podrido de este viejo pero cada día más vigente mecanismo. A fin de suprimir sus ya repetidas, estériles quejas, reclamos al narcogobierno, que de facto culminan para desgracia nacional en pasiva complicidad. Y a la vez, analicen los métodos productivos tan eficaces de esas mafias ocultas para, en contrario, reactivarlas hacia una economía legal decente y eficiente, corregida y correcta, solidaria con el país agonizante que requiere unidad de acción radical, sin excepciones.  


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