El Día del Trabajador es propicio para informar a los pueblos del globo terráqueo sobre las inequidades del mundo del trabajo en los diferentes continentes, centrándose como plantean hoy en 2018 las centrales sindicales españolas: “O hay un mejor reparto de la riqueza o hay conflicto” o “equidad en las pensiones, salarios y empleos dignos”. En todo caso, se observan cambios en todo el orbe: de la proletaria china maoísta de la revolución cultural signada por la hambruna a la China neoliberal del siglo XXI del presidente Xi Jinping hay un abismal tranco largo; en el mismo sentido, en el campo laboral de la zona euro se han reducido las distancias; en América Latina los rezagados de ayer identifican avances notables con relación a los prósperos de otrora, como el caso venezolano.

En nuestro país todo este género de aspiraciones laborales ha perdido toda lógica, ante un proyecto político gobernante obcecado en imponerle a la mayoría de la población un orden económico de miseria y precariedad, signado por un dictatorial control político de la sociedad, explayado a sangre y fuego como lo ha demostrado tras 19 años de gestión. Su resultado, sin exageración alguna, ha sido el holocausto del mundo del trabajo y de la condición de vida, encubierto bajo el chantaje del antiimperialismo, la revolución socialista, el bloqueo y la guerra económica.

El Primero de Mayo de 2018 es oportuno para reafirmar que presenciamos como jamás el colapso de las conquistas civilizatorias alcanzadas desde nuestra independencia como nación. Asistimos en primer lugar a la muerte del bolívar como moneda nacional; aun cuando desde el Ejecutivo se anuncia el nuevo cono monetario a partir de junio, el denominado bolívar soberano correrá la misma suerte que el bolívar fuerte, que será pulverizado como su antecesor por una inflación anunciada para fin de año de 16.000%.

La destrucción de la moneda nacional ha producido dos difuntos más: el trabajo y el salario. El primero, como actividad esencial para que la humanidad progrese en cualquier latitud, ha sido degenerado a niveles cercanos a la esclavitud, al no ser percibido el esfuerzo diario con capacidad para mantener una condición de vida decente al grupo familiar; entre tanto, el segundo por más decretos presidenciales que anuncien, esta vez al elevar a 1.000.000 de bolívares el salario mínimo y 1.555.000 bolívares la cestaticket socialista, palidecen de espanto ante una canasta alimentaria cercana a los 60.000.000 de bolívares y una canasta básica próxima a los 90.000.000 de bolívares.

Por tanto, la pregunta clave: ¿quién aguanta semejante destrucción? La respuesta: temporalmente aquel que tenga algún soporte o remesa que le permita correr la arruga ante un desenlace cierto, pues el colchón o colchoneta será cada vez más precario ante las ondas del tsunami económico que el régimen subestima por tener el control absoluto de las divisas, bajo el lema “tengo los dólares, tengo el poder”. Esta incertidumbre originó la diáspora de la muchedumbre que ya supera los 4.000.000 millones de expatriados, cifra in crescendo de consumarse el fraude electoral del próximo 20 de mayo.

El reto ante este drama nacional es que los sindicatos, los empleadores privados, la academia, la Iglesia, partidos políticos, militares institucionalistas, jóvenes, organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación democráticos, desechen las lecturas parciales y sesgadas y asuman una visión conjunta de la crisis, más allá de ruedas de prensa y fotos del Frente Amplio, pues reaccionar a destiempo pudiera significar perder los rastrojos de nación que todavía tenemos, determinando que el próximo Primero de Mayo no tengamos definitivamente ni sindicatos libres, ni contratos colectivos hoy ya en extinción, ni fuentes de empleo privadas, bajo el control absoluto del corrupto Estado comunal que ha condenado a un país a la miseria.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!