Es una rara avis difícil de encontrar. La más significativa primera bailarina clásica de alto relieve internacional que Venezuela ha aportado al ballet mundial. Temperamento de fuego, brillante ícono escénico y depurada exaltación técnica, son características que acompañaron a Zhandra Rodríguez a lo largo de su carrera consagrada a resaltar los más puros valores de un arte fuertemente tradicional y a indagar en sus expresiones más renovadoras y liberales.

Perteneciente a una élite de estrellas del ballet, Zhandra Rodríguez llevó con claros reconocimientos la excelencia de su baile por tres continentes. Heroína del ballet fue catalogada, al ser incluida en los años setenta en una exclusiva lista integrada por 45 selectos artistas mundiales de la danza.

La exposición fotográfica Zhandra Rodríguez, heroína de la danza, presentada actualmente en la Galería de Arte Nacional, ofrece un recorrido por la trayectoria de la primera bailarina a través de 81 imágenes de alto valor artístico y documental, además de incorporar la danza escénica a la iconografía de las artes visuales venezolanas.

La proyección internacional de Zhandra Rodríguez alcanzó niveles notables. A finales de los años sesenta abandonó su posición de primera bailarina del Ballet Nacional de Venezuela para intentar una carrera artística en Estados Unidos, la cual canalizó en las filas del American Ballet Theatre de Nueva York. Su primer rol como solista, Vortex, de la obra El Río de Alvin Ailey, lo interpretó en el Convent Garden de Londres y su debut en Giselle en la Ópera Metropolitana de Nueva York, con una reacción del público entusiasta, significó su ascenso a bailarina principal de la compañía y con ello su consagración definitiva como primera figura mundial. Junto a las figuras legendarias de Leonide Massine, George Balanchine y Anthony Tudor, considerado por la propia bailarina como su tutor, matizó con solidez su atrayente personalidad escénica.

Con prestigiosos bailarines integró parejas para el recuerdo. Su actuación en una extensa gira por Brasil con Mikhail Baryhsnikov, en 1980, le valió la no poca veneración que le fue profesada en el gran país del sur. Michael Denard, estrella de la Ópera de París; Fernando Bujones, Iván Nagy, Jacques D’Ambois, Paolo Bertolucci y Edward Villella, entre otros, fueron estelares compañeros de sus glorias sobre el escenario.

Las Óperas de Hamburgo, de Berlín y de Viena la tuvieron como estrella invitada de tenor. Al lado de John Neumeier vivió momentos reveladores. El ballet contemporáneo cobraba cada vez más importancia dentro de los intereses creativos de la primera figura venezolana. “Luego de esa especie de enjaulamiento que representa el clásico, casi no me reconocía bailando ese para mi novedoso tipo de obra”, confesó en alguna oportunidad.

La amplitud de su repertorio evidenció su sorprendente versatilidad de artista de la escena. El ballet romántico, el clásico y el neoclásico, tienen en Zhandra Rodríguez una intérprete superior en lo relativo a sus exigencias estilísticas e histriónicas.

Es reconocida como bailarina de retos múltiples. De la mano de Vicente Nebrada protagonizó uno de los proyectos en materia de danza de mayor vuelo creativo: el Ballet Internacional de Caracas (BIC). Un ejercicio de evocación trae a la memoria sus inigualables interpretaciones de Nuestros valsesLento, a Tempo e Appassionato y La Luna y los hijos que tenía, plenas de plasticidad, musicalidad y profunda capacidad expresiva.

También Zhandra Rodríguez representa una promotora de proyectos artísticos de amplio alcance. A raíz de la disolución del BIC, creó el Ballet Nuevo Mundo, compañía emblema de los intereses artísticos de su fundadora, que pueden resumirse en un conjunto constituido por bailarines preparados para asumir exigencias coreográficas continuas vinculadas con una concepción del ballet de avanzada, que en sus momentos de mayor esplendor giró con éxito por países de América, Europa y Asia, contando siempre con ella como su primera bailarina y figura inspiradora.

Zhandra Rodríguez significa una sólida referencia para la danza venezolana. Su brillante trayectoria artística proyecta con grandeza al ballet nacional profesional, hoy claramente reducido a una mínima dimensión.


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