José Gil Fortoul, intelectual y político venezolano, es el protagonista de la obra El duelista, escrita por Federico Pacanins y presentada recientemente, con carácter de preestreno, en la sala de teatro de la Asociación Cultural Humboldt. El 15 de junio de 1943, último día de vida de Gil Fortoul, es el momento tomado por Pacanins para aproximarse a él desde el ámbito teatral.

Nacido en Barquisimeto el 25 de noviembre de 1861, Gil Fortoul fue un escritor, historiador y político muy cercano al gobierno de Juan Vicente Gómez. Graduado en la UCV como Doctor en Ciencias Políticas, fue cónsul en las ciudades de Burdeos, Hamburgo y Londres, para luego regresar a Venezuela, llegando incluso a ser nombrado como presidente provisional del país. Un cargo que con la venia de Gómez ejerció entre el 5 de agosto de 1913 y el 19 de abril de 1914.

Definida por su autor como una comedia de capa y espada, El duelista toma su nombre de un episodio vinculado a la vida de Gil Fortoul, en el que se vio involucrado en un duelo personal, y cuyo recuerdo ronda en su mente a lo largo de la obra.

Memorias en las que aparecerán personajes como el padre Carlos Borges y una misteriosa mujer de nombre Lola, las cuales le permitirán evocar por un lado su pensamiento más intelectual y político, mientras que por el otro, el más galante y amoroso, por momentos lúdico, propio de un individuo situado entre los siglos diecinueve y veinte.

José Tomás Angola, escritor, dramaturgo, poeta, narrador y director teatral venezolano, asume en esta oportunidad su rol de actor, interpretando a un Gil Fortoul octogenario. Para ello, debió recurrir a elementos de maquillaje y peluquería que, complementados con su gestualidad y caracterización, le permitieron aproximarse a la edad del personaje.

Completan el reparto de la pieza Salvador Pérez Castro como el padre Borges, Valentina Garrido como Lola y Sandra Yajure como Candelaria, la empleada doméstica que acompaña a Gil Fortoul en su vivienda, lugar donde transcurre la puesta en escena que incluye, además, música, canciones y poesía, para reflejar la picardía criolla de un particular período.

Federico Pacanins, quien se ha destacado en la locución radial, además de la producción de espectáculos musicales y teatrales, desarrollando también una interesante labor como cronista y ensayista, se sumerge nuevamente en la historia de nuestro país, que se debatía entre la ruralidad y una modernidad, aún por llegar.

Cierta debilidad en su dramaturgia atenta contra el desarrollo del arco dramático de la obra, limitándola a una sucesión de situaciones y anécdotas aplacadas por un profundo sentido histórico, que le impide trascender más allá de ellas, a pesar del gran mérito en rescatar a un peculiar personaje permitiéndonos, a través de él, reflexionar sobre nuestra realidad país con vivencias ocurridas durante el siglo pasado.


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