Las nefastas situaciones que estamos viviendo son determinantes de nuestro deterioro social y cultural, que incluye el envilecimiento de nuestras relaciones interpersonales y un aterrador empobrecimiento de la lengua que es vehículo fundamental en el sano cultivo de esas relaciones.

La UCV, institución comprometida en la defensa de los derechos humanos y de los principios inherentes a la democracia, ante la grave problemática nacional nos invita e insta a tener una actitud participativa, una apertura mental y la convicción de estar a la altura de una época distinta, en la cual no basta con la capacitación técnica, sino que se requiere mayor sensibilidad y creatividad.

Lo referido parece pertenecer a otras latitudes y circunstancias, pero lo anómalo está en la situación que hoy martiriza al país, con la educación degradada y esta universidad acosada por un tropel de resentidos vandálicos que arremeten contra ella, disparándole a las personas, quemando bienes de la institución y destruyendo obras de arte.

Parecíamos haber perdido la capacidad de entendernos y unirnos para traducir en acciones concretas las razones que nos identifican en torno a las causas justas, pero no podemos permitirnos llegar a perder la sensibilidad para conmovernos y horrorizarnos; no para la parálisis del amedrentado, sino para impedir que continúe la degradación de la condición humana.

También hemos aprendido con el ejemplo de otros pueblos definidos en su empeño para cultivar una relación de paz, no de la que deriva de la aceptación de atropellos, humillaciones y crímenes, sino de la del respeto al ser humano, la del ejercicio a plenitud del derecho a la vida y a la posibilidad de vivirla dignamente.

El ex presidente español Felipe González, en entrevista reciente en Colombia comenzó afirmando que “Venezuela tiene el peor gobierno de su historia”, agregando: “Nunca he conocido un proceso de destrucción institucional, económico, social y de seguridad, más rápido y profundo que el que ha provocado el señor Maduro en el período de su presidencia”.

Pero pasa el tiempo y con él nuevos hechos colectivos violentos. ¿Qué es acaso lo más preocupante hoy?, quizás que ya no es un solo país el afectado sino varios, y no al paso y levemente sino a fondo con graves daños en espacios multinacionales, y afectando multitudes humanas sufrientes; con el agravante de la canalla actitud asumida por países como Irak, Rusia y Corea del Norte. Lamentable (en cuanto a la naturaleza de lo inconsulto difundido) el estado a que hemos llegado a escala internacional, de que donde quiera que uno vaya se encuentra en el principal o más conocido periódico del lugar, con por lo menos un par de cables o notas elaboradas comentando con preocupación la mala situación de nuestros respectivos países de origen.

Tenemos la Venezuela actual, agredida, humillada, reprimida, enferma (con una debacle hospitalaria y carencia de medicamentos esenciales), sufriendo además con la constatación de las cifras de mortalidad infantil por desnutrición, y al ver madres igualmente desnutridas con senos flácidos, vacíos, de los que a pesar de su empeño no emerge ni una gota más de leche que sirva de alimento a su crío.

Ahora no sólo nosotros nos preocupamos solidariamente por este amado país, la Venezuela hoy nombrada ante el mundo es vista y tenida universalmente como país agraviado, reprimido por escuadrones superarmados, de asesinos entrenados y con garantía oficial de impunidad. Sí, así se nos percibe y definen, pero no dejan de ser nuestros mayores deseos, compromiso y convicción, la entereza en la lucha por el regreso victorioso de nuestra Venezuela a la noble grandeza que siempre la ha caracterizado.


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