Tus persistentes recuerdos añejos

Fueron regresando con el ritmo lento

Moroso de la bora y el boral

Fuiste viniendo con el paso ralentí

De las aguas salobres

Tu imagen pulquérrima e intocada

Siempre volvía con el ritmo infatigable

De la tarde ingrávida

Eras un tenue destello sobre la otra orilla

Del río de un tiempo que se devolvía sobre sí mismo

Las flores silvestres de los meandros te traían

Hasta mí sin que yo advirtiera tu terca presencia

En lo hondo de mi espíritu

Tú venías con las fragancias fluviales del henchido río

De abril

Te dejabas llegar sola hasta mis insomnes

Amaneceres de moriche melancólico

Te soñaba despierto como el alucinado que siempre

He sido al borde de los precipicios de la agonía atlántica

Siempre borrabas la superficie de tus pergaminos para

Dejar que mis letras nerviosas y dudantes se escribieran

Sobre tus llanuras inquietas e indoblegables

Yo contemplaba con mis ojos desorbitados

Tus láminas espejeantes de móviles riberas

Que iban y venían de la mañana a la noche

Como un rito antiguo y siempre novísimo

Bebía tus vastos horizontes de délticos deseos de mí

Y me sumergía en las aguas pretéritas de tus inefables

Recuerdos calmos e insistentes

Una vez otra vez y otra y así hasta perderme en

Lontananza como línea imaginaria en mi cabeza ebria de ti.


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