A Simon Anholt se le ocurrió diseñar un índice para medir lo que cada país en la tierra, teniendo en cuenta su tamaño, le entrega y le quita a la humanidad. Así, el Índice del Buen País (IBP) muestra, de un vistazo, si un país es un acreedor neto para la humanidad, un deudor neto o algo intermedio. A la materialización del proyecto contribuyeron Madeline Hung y Robert Govers con ayuda, consejos y datos de muchas otras organizaciones.

El IBP utiliza 7 dimensiones, que agrupan 35 indicadores de Naciones Unidas, el Banco Mundial y de otras instituciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, la Unesco, el Global Footprint Network y la Convención de Basilea. Las 7 dimensiones son: Ciencia y Tecnología, Cultura, Paz Internacional y Seguridad, Orden Mundial, Planeta y Clima, Prosperidad e Igualdad y Salud y Bienestar. El proyecto autofinanciado, evalúa 163 países (goodcountryindex.org).

El IBP pretende encender y alimentar un debate sobre el propósito real de los países: ¿Existen solo para servir a los intereses de sus propios políticos, empresas y ciudadanos, o para trabajar activamente para toda la humanidad y todo el planeta? El debate es crítico, porque si la primera respuesta es la correcta, entonces todos los habitantes del planeta Tierra estamos en un gran problema. La expectativa de Simon Anholt es que el IBP transforme la forma en que los países hacen negocios, al incentivar a los empresarios, autoridades y legisladores a pensar más sobre el impacto global de sus acciones, en lugar de solo en sus intereses propios.

Y es que, según Anholt, la mayoría de los problemas del mundo son solo síntomas de un problema subyacente mayor: que los seres humanos aún no hemos resuelto cómo coordinarnos y organizarnos como una sola especie que habita un solo planeta.

Para 2017 (versión 1.2 del IBP) Venezuela se ubicó en el puesto 152 de 163 países evaluados. Para fines comparativos indico que Chile y Costa Rica ocuparon los puestos 35 y 39 respectivamente, mientras que Paraguay y Belice ocuparon los puestos 124 y 150 respectivamente. Los 2 primeros puestos fueron ocupados por Holanda y Suiza y los 2 últimos por Libia y Afganistán.

Al conocer este índice uno concluye que Venezuela, convertido en mal país desde hace un buen rato ya por sus gobernantes, es un deudor neto por donde se le mire, porque no solamente no sirve a los intereses de sus ciudadanos, ni honra los compromisos adquiridos ni con su niñez ni con su población anciana ni con sus tenedores de deuda: desde la perspectiva del Índice del Buen País también le debe a la humanidad entera.

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