Describir a quien toma opciones o rumbos sin coherencia ni sentido, como alguien que ha perdido su brújula, es tan usual como describir a quien en apariencia no sabe qué camino tomar y cambia de opinión sin demostrar que sabe adónde debe llegar. Como quien perdió el norte.

La oposición venezolana sufre hoy del síndrome de la desorientación por carecer de brújula y de comunicación entre los partidos políticos democráticos, no explicando el porqué y cómo llegaron a la decisión de participar en las elecciones regionales, luego de haber mantenido una impresionante jornada de rechazo a las patrañas del gobierno que ignora a la legítima representación popular, a una cantinflérica autoridad electoral y a un tribunal supremo complaciente y aberrado. Si esto no era suficiente para los otros que, por falta de interés en la realidad de la política, no hallan el norte por no tener un punto de referencia que les oriente.

Me contrarió la escogencia del rumbo electoral, cuando sabemos que nos presentaremos a un certamen en el que no contamos con la imparcialidad del juez, no tendremos igualdad de condiciones, se burlarán de las más elementales reglas del juego democrático y, para concluir, descalificarán a los ganadores que incomoden al régimen. Pensé que el eclipse solar había afectado a esa dirigencia que recuperaba la sintonía con su pueblo solo unos meses atrás y ahora con el Mercurio retrógrado caminaba hacia el precipicio.

Reprochable que quienes señalando el rumbo como dirigentes han sido poco claros al comunicar las razones que lo determinaron, como si los votantes no merecieran una detallada explicación de las circunstancias, y la ruta que se propone para recuperar el camino republicano de una nación que añora la rendición de cuentas como pilar fundamental de los procesos democráticos y el desempeño de la función pública. Es probable que la oferta de celebrar elecciones regionales no fue inspirada por buenas intenciones, muy probablemente solo buscaba apaciguar la protesta, que  había colmado las paciencias del mundo exterior y cosecharía la imposición de sanciones por parte del mundo democrático al régimen y sus gerifaltes; también es probable que los estrategas de la Cubazuela pensaran que esto pondría la manzana de la discordia para dividir a las representaciones y fuerzas opositoras.

“Divide y vencerás”, pero se encontraron con una dirigencia sensata que supo valorar la unión como fuerza. Capoldo es suficiente para comprobar la verdadera vocación del soberano ante cantos de sirena, iremos unidos porque conocemos el costo de la desunión.

Los demócratas venezolanos más de una vez han tenido que asistir con el pañuelo en la nariz a votar, pero cada vez que lo han hecho han salido con la satisfacción de cosechar resultados.

La suerte está echada. También las obligaciones, guste o no. Si no se quiere la continuidad del régimen y sus tropelías, participaremos con todas nuestras energías en las elecciones que podrían ser las más importantes en el empedrado camino para la recuperación de la democracia.

Está en la voluntad y conciencia de cada venezolano salvar la república o transformar esta oportunidad en solo pan y circo para las galerías extranjeras.


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