You must be shapeless, formless, like water” (Bruce Lee)

Uno de mis hermanos admiraba tanto a Bruce Lee que en casa nos habíamos acostumbrado a oírle imitar frases en chino, si estaba inspirado, y a veces nos quedábamos perplejos mientras hacía movimientos de luchador de kung-fu. Cuando menos lo esperabas, aparecía de un salto a tu espalda, daba un grito felino iaaaaaiiii y agitaba los brazos más o menos así ssschuuú – sssschaaaá creyendo asustarte como la primera vez, pero sin lograrlo. Era un gran actor (me refiero al maestro Lee). Mi hermano también es un actor magnífico.

La cita de ahí arriba “You must be shapeless, formless, like water” fue popular en mi país hace unos años a raíz de un anuncio de televisión que una marca de automóviles adoptó como lema. El mensaje significa “debes ser voluble, sin forma, debes ser como el agua” y claro, la idea no podría ser más acertada. Un vehículo de motor que se adapta a la carretera, capaz de tomar la forma misma de la vía al igual que un líquido vertido en un vaso o una botella. Vamos, que los creativos de la marca encontraron la llave del cofre del tesoro. La idea genial consiste en convencer al conductor del auto que disfrutaría de la sensación de acoplarse a la carretera de manera hermética, perfecta, e incluso sugiere algo más, transformarse en continente, dejar de ser vehículo y ser vía.

Pues bien, mediante una extraña asociación de titulares, palabras y fotografías con la noticia leída en la prensa escrita de una atleta conocida como Clay –que en castellano es arcilla– y su nombre de pila, que casualmente empieza por B –de Bobby–, concluí jugando que B. Clay era Be Clay –Sé Arcilla– y eso me llevó a pensar en la famosa frase del maestro estadounidense de origen oriental Bruce Lee.

Este diario contaba la historia de una corredora británica que había modelado su cuerpo a fuerza de entrenamiento constante, un autodominio excepcional y mucho sacrificio. Se refería, claro está, a Clay. El titular decía así “Bobby Clay, la atleta que autodestruyó su cuerpo en su adolescencia” (El Nacional, 2 de enero de 2018). La británica solo quería dedicarse a correr a todas horas. Formó parte del equipo nacional de su país y logró estar en los primeros puestos de varias competiciones europeas. A esta jovencita de arcilla le detectaron osteoporosis cuando todavía estaba en plena adolescencia. Su esfuerzo extremo y esa obsesión suya por el atletismo le privaron de tener el período menstrual. Bobby Clay confesaba esta carencia después de haberse entregado en cuerpo y alma, en alma y cuerpo a hacer lo único que le gustaba, calzarse unas zapatillas y echarse a correr.


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