1. Parque Marino La Costanera (f. «Los Caracas». Usuario de Flickr Jopimalq, 2010).

«Y cuando la niebla se acabe y las estrellas y la luna salgan en la noche,

será un hermoso espectáculo»

Jacques Kerouac. Big Sur 1

1Dos costas, dos paisajes

Escribimos esto en la Pascua de Resurrección de 2018, luego de haber regresado de una placentera estadía de Semana Santa en la costa de Caracas. Desde siempre para nosotros la palabra resurrección ha significado una promesa: la de la vuelta a la vida de nuestros paisajes arquitectónicos, urbanos y naturales. También, un llamado a seguir adelante.

Desde hace demasiado tiempo venimos denunciando con preocupación que en Venezuela se detuvieron las declaratorias de patrimonio de todo tipo. Y con ellas, la protección de miles de lugares y sitios que se mantienen abandonados a la buena de Dios, peligrando su conservación y su existencia misma para nuestro disfrute y para el de las generaciones futuras. Tal es el caso, en particular, de muchos de nuestros inigualables parajes y reservas naturales.

2. Big Norte

 (f. 2004 – Archivo Fundación de la Memoria Urbana)

No hace falta explicar por qué fue tan importante la creación y protección del Parque Nacional El Ávila en 1958. No obstante, volvamos a ello y hagamos memoria urbana. Primero que nada, fue importante por el vanguardismo extraordinario que significó la sola idea de la declaratoria para su época: pensemos en la monumentalidad y la vastedad de los territorios que fueron protegidos de lado y lado de la Cordillera de la Costa, desde Catia La Mar hasta Los Caracas y, arriba en la montaña, hasta llegar aun más allá en el este hasta casi la altura de Chirimena. Caracas hubiera dejado de ser la magnífica metrópolis que hoy compite en belleza con las más bellas ciudades del mundo sin ese magistral –y doble– telón de fondo natural. Si a fines de los años cincuenta hubiéramos permitido que la montaña no hubiera sido protegida frente al desarrollo y se hubiera empezado a urbanizar, el panorama de Caracas, tanto en el valle como la costa no sería jamás el mismo. Contemplen nada más el avance anárquico de los barrios en la zona de Lídice, para que se hagan una idea de lo que hoy serían nuestro Ávila y nuestra ciudad.

Ahora bien, el pensamiento sobre la naturaleza desde mediados del siglo XX hasta hoy no se detenido: lo que ha hecho es refinarse. Hoy más que nunca la lucha por la conservación de la naturaleza se da de la mano con la necesidad de desarrollos urbanos más inteligentes, sustentables y adecuados al sitio. Los territorios no pueden simplemente       

3.  Plano del Parque Nacional El Ávila

(f. Archivo Fundación de la Memoria Urbana)

dejarse a expensas del libre albedrío de cientos de miles de individualidades actuando por su cuenta; la planificación existe justamente para guiar el empuje del desarrollo a fin de exponenciar el esfuerzo colectivo y garantizar la salvaguarda de nuestros valores y bienes comunes. El paisaje, el primero de ellos. Nuestro teatro de operaciones.

La gran franja de Costa Brava –como la llamaron los españoles al avistarla por primera vez en el siglo XVI– es un largo piedemonte que se alza desde el mar hasta las alturas de la cordillera, una cadena de eslabones de cuencas, ríos y playas rocosas cuyo principal atractivo es este: el dramatismo monumental de la montaña cayendo al mar. La poesía de ese paisaje la conocemos bien, de corazón. Es parte de nuestra identidad como caraqueños. Fue sobre todo reconocida más que en ninguno otro lugar de la costa de Caracas en la ciudad balneario de Macuto, en todos aquellos cuadros de nuestros pintores, fotógrafos y editores de postales que exaltaban la vida celebrada sobre una costa pedregosa entre la jungla y el mar, sembrada de manglares y altos cocoteros, donde los pozos y los ríos signan el ritmo del paisaje, de abra en abra de la montaña. Pero también, por la espectacularidad escultórica de esa colección de piedras monumentales y parajes rocosos pieds dans l’eau que hacen de esta costanera su principal característica.

Sin embargo, no hay nada en la declaratoria del Parque Nacional El Ávila que proteja los ricos valores de esta escena natural única en el mundo (no le pidamos peras al olmo: era 1958, no 2018). Nada protege aún hoy al panorama monumental que se extiende a lo largo de cerca de 150 kilómetros sobre el Caribe, si es que solo contamos el área aún prácticamente intacta que va desde Tanaguarena hacia el este. Si observamos el plano, la poligonal del parque se aleja de la costa al llegar a Los Caracas, y todos sabemos bien que de allí hasta Chuspa, al menos, el panorama es uno solo en su belleza singular de la jungla tropical llegando al agua y ofreciendo innumerables miradores para contemplar la montaña y el mar.2 Una circunstancia tan solo comparable en el mundo, –salvando las distancias de flora, fauna y clima y cultura–, a la reserva de Big Sur, en la costa central del estado de California, en Estados Unidos.3

2. Parque marino La Costanera

Big Sur es también una franja de costa considerada uno de los más bellos frentes marítimos del mundo. Muchos de los valores por los cuales fue protegida con medidas

4. Ribera del mar – Venezuela  (f. Tishenko – Archivo Archivo Fundación de la Memoria Urbana)

5. La costa de Caracas (f. «Desde parapente Macuto, Playa Lido, Los Corales y Caraballeda», 2008 – Archivo Archivo Fundación de la Memoria Urbana)

excepcionales y por los que es considerada un «tesoro nacional», son muy parecidas a los de nuestro propio litoral central: está al pie de una cordillera (las montañas de Santa Lucía); tiene vistas inenarrables; reúne una colección de playas, acantilados y formaciones rocosas impresionantes (por lo cual es muy popular turísticamente) y la recorre una sola carretera escénica –que va hilando los lugares– con un largo semejante (114 km en la carretera Carmel-San Simeon de Big Sur, construida en 1937).4 Ambas costas, también, se igualan tristemente en su alto riesgo por deslaves (Big Sur en este momento, justamente, se encuentra cerrado por un deslave ocurrido en mayo de 2017). Habría que agregar que en el caso venezolano contamos con el atractivo adicional de sus poblaciones de pescadores y agricultores y todo el folklore local, gran parte de todo ello ya protegido como patrimonio nacional.5

La región comprendida en Big Sur es un gran conjunto, pero contiene unos ocho parques menores y reservas naturales sucesivos, todos protegidos por el Big Sur Local Coastal Plan, el cual preserva a la región entera “como un espacio abierto, una pequeña comunidad residencial y de haciendas agrícolas”. Fue aprobado en 1986 y es sumamente controlado, a fin de preservar el inigualable paisaje frente a la tentación del desarrollo inmobiliario descontrolado. El programa “protege a las líneas de vistas desde la carretera,  

6. Puerta-vidriera. Villa Rivello (f. Archivo Archivo Fundación de la Memoria Urbana)

así como desde muchos puntos especiales, restringiendo exactamente la densidad de todo desarrollo” en el área.5 Un balance necesario entre hombre y naturaleza en un paisaje que pertenece por su belleza a la humanidad entera. Tal como lo es el litoral central.

En 2000 escribimos para esta misma columna de El Nacional  un artículo dedicado a la costa de Caracas, titulado «Jardín litoral». En aquella oportunidad las mismas razones de hoy nos impulsaron a escribir: la fragilidad que veíamos en este paisaje sublime, su creciente corrupción ambiental y urbana, y en el fondo, nuestro temor ante su inminente desaparición final.6 Dieciocho años después, gran parte de los valores patrimoniales de la franja de costa que llega hasta Los Caracas han sido demolidos, desvirtuados o envilecidos por la presente insensible y destructora administración del estado Vargas, en aras de una falsa reconstrucción que nunca ha entendido –ni quiere– entender el lugar que tiene el honor y la responsabilidad de gobernar.

Hoy, soñando todavía con un futuro mejor, queremos ir todavía más allá que entonces, proponiendo la creación de un nuevo parque nacional: el Parque Marino La Costanera. Un parque con un plan maestro que proteja la naturaleza y el paisaje de belleza inigualable entre Tanaguarena y Chirimena (y sus tres grandes tramos costaneros), hasta hoy prácticamente intactos. Un plan local costanero que una la sensibilidad contemporánea con la mejor técnica urbanística y paisajística actuales, donde el desarrollo y la construcción de infraestructuras vayan de la mano con el espíritu del lugar y de la conservación, en aras del turismo, del bienestar colectivo y de la memoria del paisaje.

En la antigua Alta California, los territorios vírgenes y montañosos al sur de la capital, Monterrey, se conocían  como «El país grande del sur». De allí surgió el nombre de Big Sur. Hoy, a los territorios prácticamente vírgenes y montañosos al norte de nuestra capital, Caracas, hemos decidido empezarlos a llamarlos Big Norte. No esperemos que la anarquía, el desgobierno y la falta de visión los destruyan. Solo nos falta hacer la declaratoria.

7. Parque marino La Costanera. Tramo 1 (f. «Vargas». Daniel Cortes, 2008. Panoramio)

8. Parque marino La Costanera. Tramo 1. (f. «Capricho de la naturaleza». Jemillan. Panoramio)

9. Parque marino La Costanera. Tramo 2 (f. Archivo Archivo Fundación de la Memoria Urbana)

10. Parque marino La Costanera. Tramo 2 (f. «Todasana», 2009 – Archivo Archivo Fundación de la Memoria Urbana )

NOTAS:

1.  «And when the fog’s over and the stars and the moon come out at night it’ll be a beautiful sight’. Jacques Kerouac. Big Sur, Farrar, Straus & Cudahy, 1962.

2. Uno de los bellos belvederes, construido sobre una roca por la mano del hombre es el Mirador El Vigía  del arquitecto Miguel Salvador Díaz (1954).

3. Wikipedia: «Big Sur»

4. Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Estado Vargas. Instituto del Patrimonio Cultural. Caracas, 2006.

5. Garrapata Sate Park, Andrew Molera State Park, Point Sur State Historic Park, Pfeiffer Big Sur State Park, Julia Pfeiffer Burns State Park, Big Creek Reserve, Limekiln State Park, Los Padres National Forest, la Ventana Wilderness, la Silver Peak Wildernees y el Fort Hunter Ligget.

6. Hannia Gomez. «Jardín litoral», Arquitectura, El Nacional, Caracas, 13 de marzo de 2000:


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