Confieso que nunca he leído la Biblia sino pedacitos de ella. Sabemos que hay muchas formas de interpretar las escrituras y a veces es difícil entenderlas porque son parábolas y las parábolas son armas de doble filo muy útiles para los poetas, pero peligrosas cuando se refieren a hechos históricos o religiosos, ya que, quienes las leen, hacen interpretaciones de libre albedrío. Prueba de ello es que todas las iglesias cristianas, incluyendo la católica, creen que son ellos quienes hacen la lectura correcta.

Según mi opinión, este es un tema delicado porque nadie tiene la razón, pero al mismo tiempo todos la tienen. Esto trae como consecuencia que se haga casi imposible discutir con coherencia las interpretaciones que los fanáticos hacen de la Biblia.

Como yo soy loco y me gusta meterme en líos, escribo este artículo que comenzó como un juego, como algo curioso. Explico: en mi casa encontré una Biblia que estaba como escondidita por allí, tiene como título: “Dios habla hoy”.

Tengo la lúdica costumbre de que siempre que encuentro una Biblia, con los ojos cerrados la abro al azar y pongo el dedo en alguna página para ver qué dice. A veces me sorprende, pero esta vez la Biblia se pasó.

Amigo lector, recuerde que estamos hablando de parábolas y cuando en este tipo de textos se hace referencia a Israel o a Babilonia, usted puede ponerle al país el nombre que quiera.

Recuerde también que no fui yo quien escribió esto, fue el profeta Ezequiel, es más, me voy de sapo, deberían llevarlo al Helicoide o a La Tumba por escribir tan antiparabólicamente estas parábolas.

Ezequiel fue un hombre de profunda y brillante imaginación. Se valió de vívidas acciones simbólicas para expresar muchos de sus mensajes. Fue llevado cautivo a Babilonia antes de la caída de Jerusalén en el 586 a.C. y su mensaje estaba dirigido a los exiliados de Babilonia y al pueblo de Jerusalén.

Ezequiel anuncia el destierro

“Tú, hombre, vives en medio de un pueblo rebelde. Tienen ojos para ver pero no ven y oídos para oír pero no oyen porque son un pueblo rebelde. Por eso prepara lo necesario para salir al destierro y a pleno día y a la vista de todos, sal de tu casa y vete a otro lugar; tal vez se den cuenta de que son un pueblo rebelde. A pleno día y a la vista de todos, saca tus cosas como para ir al destierro y por la tarde, también a la vista de todos, sal como si fueras al destierro… cuando oscurezca, échate al hombro tus cosas y sal con ellas a la vista de todos. Tápate la cara de modo que no puedas ver el país… El jefe que tienen habrá de echarse sus cosas al hombro y cuando oscurezca saldrá con ellas por un boquete que hará en el muro. Irá con la cara tapada para que nadie pueda verlo a él ni que él pueda ver el país que deja. Le echaré encima mi red y lo atraparé con ella. Lo llevaré a Babilonia tierra de los caldeos, tierra que no podrá ver… dispersaré a los cuatro vientos la guardia que lo rodea para defenderlo, lo mismo que sus otras tropas y lo perseguiré con la espada en la mano, pero haré que unos cuantos escapen de la guerra, el hambre y las enfermedades, para que las naciones adonde vayan cuenten todas las cosas detestables que cometieron”.


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