“Mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas” (Gustavo Adolfo Bécquer)

Este año me entero por casualidad de la celebración del Día Internacional del Beso el pasado 13 de abril. Según parece, el día 13 de 2013 una pareja tailandesa se besó sin parar durante 58 horas en una de esas competiciones extremas de récord Guinness. A partir de entonces, se estableció como efeméride del beso el decimotercer día de abril de los años posteriores. Yo no hice nada especial ese día. Creo innecesario dedicar uno de los 365 días del año a la celebración del beso. A mí no me hace falta que me lo recuerden. El beso es importante todos los días. Y, siguiendo con el tema, tampoco me parece saludable quedarse pegado a los labios de otra persona más tiempo del razonable, digamos unos segundos. A veces un minuto o minuto y medio, pero más tiempo sería locura y desenfreno, jeje.

Estamos un poco tontos con las conmemoraciones. Digo esto porque dos días después de la famosa fecha, es decir, el 15 de abril, la prensa nos recordaba que ese día correspondía celebrar el Día Mundial Sin Móvil. Vamos, algunos ya no saben qué discurrir para borrar el santoral católico del calendario.

En fin, volviendo a la Fiesta del Beso –kiss en inglés–, los aficionados a las redes sociales compartieron fotografías icónicas de besos, además de cuadros y fotogramas de cine clásico. Por delante de mis ojos desfilaron imágenes románticas. Vi el cuadro de El beso de Gustav Klimt, escenas congeladas de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca y otros cuantos artistas. Una de las fotografías más hermosas de un beso es una en blanco y negro que hizo Robert Doisneau (Le baiser de l’Hôtel de Ville). A mí me parece una de las mejores. En ella, dos jóvenes se besan en la calle. Los ojos del chico permanecen cerrados mientras besa a su pareja expresando así la intensidad del instante y la fe ciega del sentimiento amoroso. Esta clase de beso (hay muchas clases de besos) pertenece a la categoría de los besos de amor. Uno solo besa así a la persona que ama. En esta ocasión, ambos permanecen inmóviles en un abrazo y ella responde a ese beso. Existen otros besos como los que un padre o una madre dan a sus hijos, los besos entre hermanos, familiares y amigos. Esta categoría consiente el afecto y el cariño.

El beso, Gustav Klimt

¿Qué es un beso? ¿A quién se le habrá ocurrido semejante cosa? Me pregunto quién tendría el impulso insano de acercar su boca a la boca de otro ser humano para sellar con un gesto tan bello un pacto secreto, enorme, inmenso. La boca encarna la parte más significativa del rostro, quizás después de los ojos. La boca es un lienzo en que se dibuja la sonrisa, es la película en la que se revela el estado de ánimo, el registro de arrugas, marcas y una gama de peculiares emociones de su propietario.

Quien repose sus labios en los labios de la mujer amada sentirá un placer inenarrable. En serio. Los labios conforman dos delicadas membranas con esa tonalidad rosada propia de nuestra especie por las que se filtran el aliento y la vida. ¡Ah, el beso es la llave del misterio! En el interior de la amada o amante se recrea la húmeda lengua cálida, y gracias a ella y su particular elección diga lo contrario de lo que piensa. O si es sincera y confiesa tal vez quiera dejarnos probar el sabor de la fresa esa. Brisa de verano o rosa hermosa. Fruta fresca, lirio de agua, cuerda de la risa. Hoja de acanto y yesca de amor. Nerviosa pluma, celda de unicornio huraño. Doncella herida y boca bicoca. Llaga mimosa, candor y llanto. Todo esto y todo aquello goza quien recibe o regala ese queso que es el beso.


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