El día 9 de diciembre de 1824 se desarrolló en la pampa de Ayacucho, en el Perú, la famosa batalla que terminó por consolidar la independencia de las naciones y los nuevos estados nacientes de Hispanoamérica de la autoridad e influencias de la monarquía hispánica.

Luego de un complejo proceso táctico, las tropas del ejército unido colombiano-peruano, comandadas por el general originario de Cumaná Antonio José de Sucre, se establecieron desde el día 6 de diciembre en la pampa de Quinua o Ayacucho, lugar donde hicieron contacto con el ejército real del Perú del virrey José de la Serna. En una dura batalla las fuerzas monárquicas se vieron superadas y dispersadas por las tropas independentistas. El comandante de las fuerzas monárquicas, el más alto dignatario español existente en América para la fecha, fue hecho prisionero durante la acción junto con su Estado Mayor después de recibir siete heridas. En tan precarias circunstancias y conociendo que los pocos contingentes que salieron ilesos del encuentro no podrían huir ya que estaban cercados a retaguardia por las tropas monárquicas “absolutistas” del general Pedro Antonio Olañeta, solicitaron una capitulación ante el comandante de los vencedores. En una muestra de serenidad y mesura, Sucre aceptó realizar una capitulación, según sus propias palabras: “…Creí digno de la generosidad americana conceder algunos honores a los rendidos que vencieron 14 años en el Perú, y la capitulación fue ajustada sobre el campo de batalla”. En la misma se acordó: “…Por él se han entregado todos los restos del Ejército Español, todo el territorio del Perú ocupado por sus armas, todas sus guarniciones, los parques, almacenes militares y Plaza de Callao con sus existencias”, alcanzándose de esta manera la rendición definitiva de las fuerzas monárquicas en América del Sur, a pesar de los pocos reductos que quedaron resistiendo aún hasta el año de 1826.

Aparte de los importantes acontecimientos que propiciaron y decidieron la Batalla de Ayacucho, vale rescatar el parte de la acción que fue enviado por el general Sucre al presidente de la República de Colombia –la Grande–, Simón Bolívar, en la cual dio detalles de la victoria alcanzada. El futuro Gran Mariscal de Ayacucho hizo un especial reconocimiento a sus comandantes de cuerpo de ejército por el arrojo demostrado y por el triunfo obtenido. Este reconoció: “Con satisfacción cumplo la agradable obligación de recomendar a la consideración del Libertador, a la gratitud del Perú y al respeto de todos los valientes de la tierra, la serenidad con que el Señor G. [José Domingo de] Lamar [Cuenca. Presidencia de Quito] ha rechazado todos los ataques a su flanco y aprovechando el instante de decidir la derrota: la brabura con que el Sr. G. [Jesús María] Córdova [Antioquia. Nueva Granada] condujo sus cuerpos (…) la infatigable actividad con que el Sr. G. [Jacinto] Lara [Venezuela] atendía con su reserva a todas partes; la vigilancia y oportunidad del Sr. G. [William] Miller [Inglaterra] para las cargas de caballería y el celo constante con que el Sr. G. [Agustín] Gamarra [Perú] G del E.M.G ha trabajado en el combate y en la campaña”.

De Perú, la Nueva Granada, Quito, Venezuela e Inglaterra provenían los altos oficiales que guiaron y ganaron la batalla, pero también debe recordarse que el Ejército unido tuvo combatientes provenientes del Río de la Plata, de Chile, veteranos escoceses, alemanes, polacos y otros que formaron parte de la Legión Británica que había combatido en Venezuela desde el año de 1818. Esta unión de esfuerzos y recursos militares decisivos para la victoria en la Pampa de Ayacucho fueron sostenidos con los recursos económicos levantados y enviados desde la República de Colombia-Nueva Granada, Quito y Venezuela. Esta conjunción de esfuerzos consolidó el soporte logístico necesario para ganar la acción.

Este referente histórico puede servir en el presente, si decidimos darle una utilidad práctica a la historia, para iniciar esfuerzos, desarrollar propuestas y materializar proyectos en los cuales se busque adelantar en conjunto y en consenso acciones para superar las carencias que aún presenta nuestro subcontinente en sectores y materias esenciales como las económicas, políticas y, sobre todo, sociales. Ante el temor y resquemores que generan en el presente los conceptos de unión, confederación e integración suramericana, el ejemplo de la Batalla de Ayacucho constituye una muestra irrefutable de las posibilidades ciertas y reales de los logros que podemos conseguir los suramericanos sí trabajamos en conjunto.

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!