El evento comicial programado para el venidero domingo 20 de mayo no deja de ser una paradoja para la mayoría de los venezolanos y aun más para los gobiernos democráticos y sus representaciones ante los organismos internacionales. Es un acontecimiento que, por su muy oscuro origen, no ha dejado suficiente campo libre para poder considerar esta convocatoria como algo digerible, como “elección” que produce más náuseas que calorías para un cuerpo democrático.

Todos los venezolanos queremos votar, de eso no tengo la menor duda, estoy tan seguro de ello porque todos queremos recuperar la paz, la democracia representativa, la seguridad económica y la libertad; solo los alienados pueden no estar deseando estos cambios. Todos queremos ejercer el derecho al voto de forma segura en un evento sin riesgo para la democracia, que no signifique impunidad para los sátrapas destructores de la patria, los asaltantes del erario público, los verdugos de la injusticia, los asesinos que saquearon las medicinas o los explotadores que se benefician de la hambruna nacional; claro que todos queremos ese cambio y, más claro, que lo deseamos por una vía pacífica y civilizada, la vía prevista en nuestra Constitución.

Pero hay que tener claro que participar en un juego mefistofélico que pretende presentar un elemento de los procesos democráticos, el voto, como la solución a la actual tragedia venezolana es hacerlo en un proceso preñado de trampas, ambigüedades, ilegalidades y usurpaciones. Se necesitaba de la maldad cubana para desarrollar el libreto del sainete. El o los directores han estudiado cómo trampeando fechas, moviendo peones como candidatos y reacomodando las piezas del tablero luego de haberlas barajado y sacado todas aquellas que podían incomodar, se atreven a llamar a votar nariceando a los empleados públicos y los clap-dependientes para decirles a los idiotas que se está librando una batalla democrática en Venezuela.

Los griegos calificaron de idiotas a quienes pudiendo participar en los foros políticos preferían descansar en sus residencias o depender de las direcciones impuestas por los que sí tomaban sus obligaciones como el verdadero deber ciudadano. El régimen madurista ha transformado la acción de gobierno en una actividad delictiva, por lo que no es difícil entender el asco que muchos ciudadanos sienten al insinuar una participación en la política, y más aún abarca esta metamorfosis a nuestras fuerzas armadas que hoy, carentes de criterio, son incapaces de sensibilizarse ante el flagrante despojo de los bienes patrios y la entrega a los tiranos cubanos, para muestra solo hay que verificar dónde desembarcan petróleo comprado y pagado por Venezuela, pero entregado en la isla de Cuba.

No solo matan de hambre a venezolanos sino que alimentan a cubanos, me pregunto ¿quién tiene patria?

Trampa es y será lo único que resulte de la trampa.

El lunes 21 saldrá de nuevo el sol y comenzaremos un nuevo día.


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