Pareciera pertinente, por lo visto, oído y acaecido recientemente, escribir esta nota para recordarles a los dirigentes de los partidos políticos de la oposición y a todos los ciudadanos de Venezuela la necesidad de preservar, a como dé lugar, la unidad, tanto en la definición de los objetivos a alcanzar, como en las acciones a desarrollar para lograrlos y el irrestricto apoyo al presidente interino y a la Asamblea Nacional.

Una nota para reiterarles que la unidad es la condición necesaria y única que permitirá alcanzar el triunfo político frente a un régimen cuya vocación dictatorial lo lleva a no detenerse ante ninguna consideración ética, humanitaria, política o de cualquier otra índole para tratar de mantenerse en el poder a como dé lugar. Los recientes eventos protagonizados por el régimen y, particularmente, el secuestro del presidente encargado de la República nos indican que el régimen está decidido a vender muy cara la derrota que, bajo las actuales circunstancias por las que transita el país, se anuncia de manera estentórea. Sin la unidad de las fuerzas opositoras sería muy difícil recuperar los espacios democráticos que arteramente nos ha birlado el régimen.

Una nota para decirles a los dirigentes de los partidos políticos y de las organizaciones de la sociedad civil que la realidad política actual exige realizar todos los esfuerzos necesarios para estar a la altura e interpretar a esa gran masa de hombres y mujeres de venezolanos que saben y sienten que lo más importante y fundamental de la política de estos tiempos es la derrota política y el cese del gobierno de Maduro y su caterva de facinerosos.

Una nota para instarles a aceptar y asumir que estos no son los tiempos de los partidos y de intereses políticos subalternos, sino que son los de los ciudadanos que esperan que el desprendimiento y la enjundia política de los dirigentes se oriente hacia el fortalecimiento de la unidad y a cimentar la confianza en las fortalezas opositoras para ganar.

Indicarles que no es posible ni aceptable que las legítimas aspiraciones de los partidos para crecer y fortalecerse pongan en peligro y perturben el sentimiento unitario que pareciera vuelve a aparecer después de tanto trabajo y esfuerzos para construirlo y que hasta ahora ha venido generando una nueva actitud en el país que augura muy buenos resultados en lo inmediato. Recordarles que los de hoy son tiempos para la reflexión serena y el análisis certero y fecundo sobre lo que se debe hacer para evitar que consideraciones de corto plazo confundan a la dirigencia nacional opositora y nos conduzcan por caminos equivocados que faciliten la pretendida ambición madurista de perpetuarse en el poder.

Igualmente, habría que decirle al estamento opositor nacional que ha llegado el momento de pensar cómo hacer más eficiente el concepto de la unidad, cómo hacer que esta deje de ser una palabra sin contenido específico y se convierta en la idea fuerza y aglutinante de voluntades para fortalecer y dotar de músculo político las capacidades de la acción opositora en la desigual contienda que libra para dar término a un gobierno que no ha servido absolutamente para nada, salvo para el desarrollo de fórmulas para el enriquecimiento ilícito de sus más conspicuos integrantes.

Es menester que la unidad eficiente sea el instrumento que nos ayude a estar preparados para enfrentar con éxito cualquiera de los escenarios que puedan presentarse y para crear las premisas del gobierno de transición que ha de establecerse después de la derrota definitiva del madurismo opresor.

En conjunto, la sociedad civil y las organizaciones políticas deberían abocarse a elaborar directrices concretas que orienten y guíen al común de la gente sobre las opciones de acción política que en forma inmediata tiene que asumir la oposición para evitar que las vicisitudes por las que atravesará el gobierno para mantener el poder en lo adelante y que lo impulsarán a ejercer mayor represión no afecten la consecución de un objetivo que, hoy por hoy, se perfila  como la mejor opción que ha tenido el movimiento opositor en muchos de los años en que se lucha contra este régimen.

Finalmente, hay que tener muy claro varios aspectos: en primer término, la enorme responsabilidad que tienen las organizaciones políticas de reconectarse con una sociedad que perdió la fe en la capacidad conductora de ellas.

Segundo, que para alcanzar una adecuada concertación con la sociedad civil en cuanto al proyecto nacional de rescate de Venezuela y las estrategias de acción para lograrlo, sería conveniente habilitar las posibilidades reales de crear una mayoría decisiva, que incluya también a los disidentes no militantes y chavistas descontentos cuyo decidido concurso facilitaría derrotar política y socialmente a esta espuria dictadura.

Tercero, se debe entender que el país atraviesa por graves circunstancias y que es difícil prever con exactitud su evolución y su desenlace; por tanto, la disposición al diálogo, el mantenimiento de la unidad y la visión democrática es fundamental para prevenir el caos y la violencia ante los desafíos que tenemos por delante.

Por último, el país debe conocer cabalmente la debilidad, por no decir la inexistencia, de la fuerza institucional del Estado para conducir y garantizar un ordenado y pacífico proceso de relevo del régimen. Nuestra plena participación política y presencia activa en las calles de las ciudades y pueblos del país constituyen lo único que podría evitar la anarquía y la aparición de apetitos voraces que procedan a enturbiar una eventual sucesión de poder y atentar contra la democracia y contra la posibilidad real de la oposición de hacer que los destinos de Venezuela sean conducidos por otras manos. La participación ciudadana es el mejor antídoto para controlar los efectos negativos de las argucias y trampas que pudieran desarrollar los aventureros que nunca faltan en estas circunstancias.


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