José Luis Rodríguez Zapatero pisa de nuevo tierras venezolanas y, por supuesto, todo el mundo se preocupa por diferentes razones. Los que lo traen, por lo caro que salen sus gracias, y los que lo soportan o soportamos porque siempre tiene una morisqueta escondida entre las manos que su aparente parcialidad no los da a entender. Nada a favor de los venezolanos o alguna propuesta coherente de solución a los problemas políticos y sociales que vivimos. 

Su nueva casa en España, motivo también de un escándalo por aquellos lares, nos ha costado un ojo de la cara. Cada visita a nuestro país  ocasiona un saldo de varios presos políticos adicionales, luego de la excarcelación de otros que han pasado demasiado tiempo sin ver el sol. Ni modo, Zapatero ha sido el mejor mediador –entre comillas– que le ha hecho las diligencias a la dictadura. Los externos poco empeño hacen en generar propuestas de ayuda humanitaria, que sí sería un paliativo para nuestra crisis.

En materia de mediación y de mediadores, como ha de entenderse en las crisis políticas, no los encontramos idóneos, imparciales, diligentes y eficaces, pues los nombra y los consagra el régimen. Por supuesto, deben aceptarlos aunque no quieran –como ha ocurrido– impertérritamente sus opositores, pues estos mediadores de oficio son más mercenarios que facilitadores; y es que, al parecer –aun yendo de buena fe y con las mejores intenciones a los diálogos que se han tenido desde 2014 hasta la fecha–, quien regresa es una persona completamente diferente respecto a la oposición: asumen muy tardíamente sus fracasos, esperan comprensión o conmiseración y claman por otra oportunidad, aunque tengan demasiados «trompos enrollados» entre las manos.

¿Por  qué  funcionaron sendos procesos  de paz, con sus diálogos y comisiones de la verdad, en Centroamérica o en Europa Oriental? ¿Alguien imagina a Rodríguez Zapatero en Contadora I y II? No aludimos a Colombia, porque suscrito y todo los acuerdos, aparentemente resuelto el futuro del país, todavía falta trecho por recorrer. Pero ¿quién se imagina a nuestros «negociadores», a los propios y a los extraños, involucrados en un entendimiento mucho más complejo de los que se acostumbraron?

Es necesario poner un aviso clasificado: se buscan mediadores, con convicción y ética propia para contribuir a resolver la crisis en Venezuela. Favor abstenerse los zapateros de ocasión, sean de la acera que  sean. Y disculpen los zapateros remendones de oficio, pues hacen más que sus imitadores. Y así podamos darle una real y pronta solución a los males que nos aquejan desde ya hace más de una década.

 @freddyamarcano


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