Cada vez que hay reunión de contertulios del régimen y de factores de la oposición se desata luego una guerrita de interpretaciones: Maduro y su combo afirman, con la elegancia que los caracteriza, que tienen a la MUD “sentada”; y estos, por su parte, apelan a dos tópicos: nos hemos “sentado” porque el mundo nos lo pide (sea el Papa, el Grupo de Lima, la Unión Europea, u otro; no porque nos guste) o estamos allí, y a pesar de lo que buscan los rojos, no cedemos: estamos firmes como el mástil de Rodrigo de Triana; no nos dejamos.

El contexto del reciente encuentro dominicano fue la seguidilla de “elecciones” fraudulentas, desde la de la asamblea constituyente hasta las municipales, con la estación intermedia de las de gobernadores. Esta dinámica, en el marco del abandono del mandato del 16J, dividió a la oposición y, como resultado, los del G4 van a Santo Domingo debilitados y carentes de representación política real. Eso lo saben los bolitipos que son perversos pero no inhábiles.

Así el régimen gana tiempo porque genera la sensación de que está en arduo proceso de encontrar una salida, mientras hace que la comunidad internacional detenga su ritmo de exigencias porque “se está conversando”. Gana tiempo porque desarma o diluye la exigencia interna para la transición democrática, es decir, para la salida de Maduro de Miraflores. Gana tiempo porque dice a militares y curas impacientes “¡ya va!, estamos viendo, poco a poco, no desesperen…”. Gana tiempo porque la foto del conversatorio parece prometer alguna solución.

Hay quienes dicen: “Nos sentamos con Maduro porque no hay alternativa al diálogo”. Argumento tramposo porque ese diálogo no es el único posible. Hay uno que estabiliza la dictadura que es lo que le interesa a los jefes rojos, y podría haber uno que promueva la transición hacia la democracia. No intentarlo no quiere decir que no sea posible. Y para que este ocurriese tendría que haber una disposición unitaria a promover esa transición.

Cuando los dialogantes del G4 le dicen a la oposición “radical”, bueno, porque no cogen un fusil o marchan a Miraflores. Aparte de ser un chantaje gafo, piensan que los ciudadanos no advierten que precisamente los dialogantes actuales se apartaron de la ruta del 16 de Julio y así debilitaron la lucha de toda la oposición, la de ellos y la de los demás. Por eso, ni tienen aquellos fuerza para imponer los términos de una negociación “fuerte”, ni estos tampoco la tienen –al menos por ahora– para imponer la abandonada agenda del 16 de Julio.

Tal es el drama hoy.


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