En un trabajo reciente de los economistas Ricardo Hausmann, Douglas Barrios y Miguel Ángel Santos denuncian que hemos perdido cerca de 50% del producto interno bruto en cinco años. “Esta caída se encuentra entre las catástrofes económicas más grandes de los últimos sesenta años, por encima de Zimbabue entre 2002 y 2008, y comparable solo con la de países que fueron soviéticos luego de la transición del comunismo. O a la de conflictos bélicos como los de Irak, Liberia, Libia y Sudán del Sur en las últimas tres décadas”.

Más adelante afirman: “El chavismo ha traído al país una pérdida económica superior a las que se han registrado en los países después de grandes catástrofes naturales o situaciones de guerra”.

Esta aseveración se une a la incesante pregunta: ¿Cómo han tolerado esa imposición del socialismo, después de Cuba y la Unión Soviética?

Todo obliga a reconocer las fallas que han acompañado la búsqueda del socialismo intentada en los últimos años. Aceptar que la pobreza existía y estaba en expansión, aun siendo Venezuela considerada por propios y extraños como una especie de Jauja con petróleo, oro, hierro y toda riqueza natural imaginable.

La cuestión candente es entender por qué intentaron imponer el socialismo como solución si no era un secreto su fracaso histórico. Sin pudor se achacaba la culpa de la desigualdad y marginalización al capitalismo, a los que más tenían, dejando de lado a los gobiernos que imponían las reglas del juego. Este afán se traducía en insaciable pulsión a la confiscación de los bienes de los otros, supuestamente despojados por los poderosos al pueblo, razonamiento que liberaba de culpa a los que habían gobernado e impuesto las leyes. La desigualdad producto del estatismo venezolanose trasmutaba en injusticia perpetrada por aquellos que habían logrado sobresalir, alimento para la sed de expropiación, arrebato y robo de riquezas particulares. Como señala Drieu Godefridi, esta pulsión cuidadosamente cultivada por intelectuales y medios finalizó por instituir la desigualdad en injusticia. Todas las políticas redistributivas y destrozadoras de la propiedad privada se legitimaban porque eran una exigencia de justicia de un socialismo cuya única fórmula era robar la propiedad de otros.

En búsqueda de respuestas, es inaplazable reconocer que la raíz del problema se asocia a lo que denominamos el estado de total asimetría del poder, consecuencia del carácter dominante del Estado sobre el ciudadano y de la subordinación de los poderes públicos al Poder Ejecutivo, rector totalitario del Estado centralizado dominante en el país cuya intención es imponer el socialismo, dotado de un infinito poder redistributivo de la renta petrolera como determinantes del modelo Venezuela. Este patrimonio del Estado se trasmuta en base de su poder político: mientras mayor y más fuerte es la propiedad de la renta, mayor es la capacidad de control ilimitado del Ejecutivo sobre la sociedad.

A su vez, este poder se transfigura en tiranía del presidente, en la anulación del poder del ciudadano y en la aceptación-normalización del desequilibrio de poderes públicos.

El tema en Venezuela siempre ha sido cómo y a quién favorecer en la redistribución y no el crecimiento económico. Los pobres se acallan con subsidios.

Cabe entonces la siguiente pregunta: ¿la desigualdad es provocada por un sector de la sociedad o es la consecuencia del monumental error político de entregar todo al Estado bajo una visión socialista del poder? En la Constitución vigente se consagra la propiedad privada (art. 115), pero luego, en una extraña voltereta en el mismo texto, el poder económico es cedido al Estado, que controla, produce y redistribuye la riqueza. Frente a este gigantesco error alimentado por la ideología socialista en su lucha contra la propiedad privada no es posible la propuesta de Hausmann de restablecer el derecho de propiedad como base para la reconstrucción; nunca esta ha sido revocada. En nuestras leyes se trata de la propiedad del Estado y no de los ciudadanos. El real objetivo sería quitarles el piso a los gobiernos socialistas, cambiando el modelo de propiedad y comenzar a buscar el país de propietarios. Es urgente cambiar el gobierno para iniciar el rompimiento de la asimetría, encontrar el camino para lograrlo es una buena causa para estimular la Unidad.


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