Un tema de importancia para la sociedad y la democracia como forma de organizar la vida política es el problema de los conflictos: políticos, sociales, ideológicos etc., el cual problema brota actualmente del funcionamiento precario de la sociedad venezolana debido a la ejecución de un programa empobrecedor del venezolano, destructor de la economía y secuestrador de los derechos y garantías políticos; como esta situación ha generado un rechazo generalizado de los venezolanos, se intenta afrontarlo mediante diálogo entre dos sectores políticos: el desgobierno y un grupo muy minoritario de pretendida oposición, con el auspicio ahora del gobierno español y algunos partidos europeos de la socialdemocracia; todavía se sigue soslayando a la gran mayoría de los venezolanos, por lo cual siempre fracasarán, puesto que acuerdos de cúpulas no representativas difícilmente serían compartidos por aquella que sufre los devastadores efectos de la crisis creada por el chavismo.

Conviene preguntarse cuáles serían aquellos puntos, elementos comunes, en los cuales podría fraguarse un acuerdo: de un lado, un conjunto mayoritario de venezolanos es demócrata, ansiamos la libertad y el respeto de la Constitución vigente tantas veces violentada por el desgobierno y el Tribunal Supremo de Justicia, organizar la actividad económica según un modelo de economía de mercado, diseñar e instrumentar una política económica que no sacrifique al ciudadano, salvaguardar los derechos humanos y cese persecución de opositores, liberar los presos políticos, no utilizar el sistema judicial con fines represivos, no discriminar por razones políticas en la prestación de servicios públicos, profesionalizar la administración pública y deje de ser reducto de activistas políticos, colectivos, que impere la libertad de prensa y pensamiento, de expresión; como Maduro es ilegítimo por su actuación y como no llegó a obtener ni 20% del electorado el pasado 20 de mayo, organizar ya elecciones pulcras, libres e imparciales, con un ente electoral realmente imparcial (si las del pasado mayo hubieran sido libres hubiera sucedido lo que ahora aconteció en Brasil); facilitar la salida del ejército invasor de Cuba y la que desde hace tiempo representan irregulares colombianos, ahora en el arco minero; cerrar la presunta asamblea constituyente y reconocer la Asamblea Nacional, reorganizar al Estado con independencia de poderes, abandonar la política de hacer la Fuerza Armada un ente al servicio del partido político en el gobierno.

Que cese la estrategia destructora del aparato productivo, de la libre empresa; preferimos vivir en libertad que en esclavitud comunista como en Cuba, Corea del Norte; que haya una organización social donde impere la igualdad de oportunidades y se garantice un ingreso mínimo generalizado, seguro social para una vida digna al jubilarse, salud pública idónea y educación para el desarrollo sin desviarla hacia el adoctrinamiento político, tolerancia hacia el pensamiento diferente, sobre todo de científicos, profesionales, que ahora buscan en el exterior mejores ocasiones.

Por el otro lado, existe un conjunto muy minoritario de venezolanos interesado en el diálogo, sobre todo oficialista, apoyado por una oposición cómplice que se presta para un diálogo ficticio y hacerle el juego a la dictadura a causa de prebendas de toda índole, grupos caracterizados por intolerancia, discriminación por razones políticas, mal administrador de los asuntos públicos, malversador de fondos, corruptos, buscan salvar lo mal habido, evadir responsabilidades penales por crímenes de lesa humanidad y al erario público, organizan procesos electorales amañados por ser conscientes del rechazo nacional, perpetúan fraude electoral a causa del control de las instituciones electorales y judiciales, no apoyan la alternabilidad democrática; hacen lo posible por imponer la agenda “bolivariana” como programa de acción de la dictadura y guía para destrozos al sistema económico, a los activos del país y, sobre todo, a sus habitantes.

Hablan a menudo de paz, no de libertad, pero practican el terrorismo de Estado. ¿Cómo puede haber paz sin libertad? Utilizan el poder para el narcotráfico. Se enorgullecen de la cantidad de presos políticos, pues, ello responde a la naturaleza del régimen comunista, es lo normal. Desprecian profesionales nativos al preferir asesorías y contratar compañías extrajeras para realizar trabajos que pueden efectuar competentes venezolanos. Aceptan injerencia de Cuba en cuarteles venezolanos y en toda la administración pública. Para ellos un héroe es quien entrega la soberanía, no quien la defiende.

Entonces, ¿en qué convergen las características oficialistas, los elementos de ese conjunto minoritario y los que sustentan una presumible oposición, con los del otro conjunto, esto es, la población asombrosamente mayoritaria que aspira a vivir en democracia? En ninguno. Si tratamos de realizar una operación matemática de la teoría de conjuntos llamada “unión” con esos dos conjuntos resulta que no hay tal “unión”, es decir, no hay elementos comunes a ambos, no habría acuerdo, por lo cual dialogar es para seguir destruyendo al país, al venezolano, es situarse en la política del desgobierno y auspiciar su estabilidad. ¿Puede una dictadura comunista, o sus matices, convertirse en democracia con un diálogo? ¿Qué enseña la historia?

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