El título de este artículo tiene su origen en las textuales, nefastas e infelices palabras que el seudocanciller Jorge Arreaza, como instrumento político del usurpador de Miraflores, dijo en una rueda de prensa internacional que compartió con el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov.

En efecto, que Jorge Arreaza haya confesado que “El sufrimiento de un pueblo no puede ser la clave para generar un cambio de gobierno”¹, aunque diga que han «descontextualizado» sus palabras, son sin duda las más infelices, degradantes y perversas declaraciones del madurismo, máxime cuando son los propios maduristas quienes acusan a otros de sátrapas y dictadores.

Las palabras de Jorge Arreaza no solo revelan una terrible conducta nazi, sino que deja en evidencia que su pensamiento totalitario está en plena consonancia con las violaciones de derechos humanos que el régimen tirano que controla Nicolás Maduro no tiene ningún ápice en relación con las barbaridades que se puedan cometer contra el pueblo de Venezuela.

Y es que las declaraciones de Jorge Arreaza, aunque intente disfrazarlas diciendo que estaban dirigidas al plenario de sanciones que Estados Unidos ha aplicado sobre el neototalitarismo madurista, su naturaleza sintáctica y semántica tiene su origen en una misma morfología y semiótica, porque aunque intente aislar la profunda crisis política, económica y social que azota a los venezolanos, tratando de achacar semejantes males hasta la responsabilidad de terceros concretamente sobre el gobierno de Trump, la verdad es que deja en evidencia de manera subrepticia que la población está sufriendo y resulta obvio que ese sufrimiento comenzó a multiplicarse desde que el madurismo llegó al poder.

En tal sentido, que Arreaza en una confesión sin atenuantes se atreva a decir que el sufrimiento de los venezolanos no puede ser una razón, causa o circunstancia que motorice un cambio en las actuales estructuras del poder político, no solo muestra el nivel de maldad y destrucción humana en quienes integran esa cúpula, sino que la prostitución de la lengua oral subyace ante lo más condenable de individuos quienes desde la más putrefacta bazofia política son capaces de decir en una analogía de excrementos lingüísticos, palabras más, palabras menos, que a ellos poco les importa el dolor, las lágrimas, la pobreza, la miseria, el hambre y la liquidación de todo un país, y más aún que niños, mujeres y hombres sufran y sufran las desquiciadas prácticas políticas y económicas del madurismo, porque ninguna de tales calamidades –según ellos– podrá terminar en sacarlos del poder.

Jorge Arreaza no solo es uno de los seres más prepotentes, despreciables y malignos que integran la cúpula madurista, sino que es un ramplón cuyo nivel de terrorismo psicológico y capacidad de mentir lo llevan a decir que sus “ingresos” están regidos por una cuenta de nómina en bolívares en un banco de propiedad pública, mientras que termina casi que en un acto de protervo apareamiento con Samuel Moncada –su compañero de labores internacionales– ante las medidas de desplazamiento y regulación financiera que reciben desde el exterior, es decir, aunque ambos digan que apenas si reciben míseros ingresos como la mayoría de venezolanos que apenas alcanzan para un cartón de huevos, no habría forma alguna para desmentir los enormes emolumentos y viáticos que perciben en moneda extranjera para atacar a los gobiernos y países que ha exigido cambios en Venezuela, entre ellos el final de la usurpación madurista.

En conclusión, las palabras de Jorge Arreaza quedarán registradas en la historia como parte de un colofón de aborrecibles significados que terminaron multiplicando hasta el infinito los aromas de azufre que una vez Hugo Chávez condenó en los espacios de la Organización de Naciones Unidas, y que seguramente al momento de recordarlas o escucharlas por los diversos medios, no deben quedar interrogantes ni dudas en que la analogía de las declaraciones del susodicho “canciller” estarán siempre archivadas en aquellos sanitarios que deben ser clausurados por falta de agua, o en su defecto ver cómo el precio del papel higiénico hasta supera una quincena del salario mínimo que el madurismo ha impuesto a los venezolanos, y que según Arreaza, es lo único que recibe en una cuenta de nómina, por lo que suponemos que el mencionado individuo cuando tiene que visitar un sanitario no necesita agua y menos papel higiénico porque su lengua y palabras dan para todo. Seguramente por ello, Arreaza está sin sufrimientos con el régimen.

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¹ https://twitter.com/jvivassantana/status/1125755434797817861


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