Si algo es consustancial a la revolución bolivariana es la forma como sus líderes principales han manejado las políticas económicas. En esa área, como en todo su accionar, lo que ha privado es la arbitrariedad y opacidad más rampante.

Lo que Chávez hizo –y Maduro continuó haciendo– con el manejo y administración de las reservas internacionales no tiene perdón alguno. Por eso es importante que se tenga presente que la terrible tragedia que hoy se vive en Venezuela es el resultado de los errados y delincuenciales manejos de dichos activos.

De acuerdo con la doctrina sobre la materia, las reservas internacionales son las posesiones de divisas y otros activos de un país que pueden utilizarse para saldar compromisos derivados del intercambio económico internacional. Sin embargo, para que un medio de pago pueda ser calificado como reservas monetarias internacionales se deben satisfacer dos requisitos básicos: que esté a la orden de la autoridad monetaria del correspondiente país y que sea aceptable por los acreedores externos para saldar obligaciones internacionales.

Por otra parte, de conformidad con el artículo 318 de la Constitución Nacional, al Banco Central de Venezuela le corresponde administrar las reservas internacionales; y según el artículo 321 del mismo texto normativo, debió establecerse por ley un fondo de estabilización macroeconómica destinado a garantizar la estabilidad de los gastos del Estado en los niveles nacional, regional y municipal, ante las fluctuaciones de los ingresos ordinarios.

En contra de lo anterior, la revolución propició la creación de un conjunto de fondos grises, en moneda extranjera, a través de Petróleos de Venezuela el Fondo de Desarrollo Nacional, la Oficina Nacional del Tesoro y el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela, con lo cual se violó el principio de centralización de las reservas internacionales en el BCV, mantenido desde la creación de dicha institución, a finales de 1939. Además, a diferencia de otros grandes países productores de petróleo, el régimen tampoco movió un dedo para darle cumplimiento al artículo 321 de la Constitución, anteriormente citado, desaprovechando así el auge petrolero que disfrutamos entre 2004 y 2012.

Es importante resaltar que solo entre 2004 y 2008 nuestro país tuvo el lapso de mayor holgura financiera externa de que haya disfrutado en su historia como economía petrolera.

El caso del Fonden es emblemático. La Memoria y Cuenta del Ministerio de Finanzas indica que desde su creación y hasta octubre de 2015 dicho organismo recibió 85.000 millones de dólares de Pdvsa y casi 49.000 millones por parte del BCV, para un gran total de 134.000 millones de dólares.

¿Adónde fue a parar ese enorme caudal de recursos? Por supuesto que una parte de los mismos se usó, con propósitos meramente proselitistas, para darle de comer al pueblo y atender algunas de sus necesidades, mas no se le enseñó a producir. Otra porción de la torta se utilizó para comprar acólitos en Cuba, República Dominicana, otras islitas del Caribe, Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador, Bolivia, Argentina, Chile, Brasil, Ecuador, Uruguay, Estados Unidos y España, entre otros. Y la parte más estimable del pastel terminó, por la vía de jugosas comisiones y sobreprecios, en los bolsillos bolivarianos de los innumerables revolucionarios y seudosopositores de cuello blanco.

Pues bien, ese desbarajuste trajo los lodazales de hoy. Pero de algo podemos estar seguros: los administradores de los fondos indicados tendrán que rendir cuentas cuando aquí retorne la democracia.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!