Años 1933-1939

—No creo que el pueblo alemán vote jamás a favor de una dictadura –añadió Walter.

—¡Pero no serán unas elecciones justas! –exclamó Maud, enfadada–. Mira lo que ha pasado hoy en mi revista. (Los camisas pardas la habían invadido y destrozado todo, por ser una revista crítica al nazismo). Todo aquel que critique a los nazis corre peligro. Mientras tanto, su propaganda lo inunda todo.

—¡Da la sensación de que nadie planta cara! –intervino Lloy. Se arrepentía de no haber llegado unos minutos antes a las oficinas de Der Demokrat (la revista que invadieron y destrozaron) aquella mañana para repartir unos cuantos puñetazos más entre Los camisas pardas.. Se dio cuenta de que había cerrado el puño con fuerza y se obligó a abrir la mano, a pesar de lo cual la indignación se desvaneció. Ÿ¿Por qué la gente de izquierda no asalta las revistas nazis? ¡Hay que pagarles con la misma moneda!

—¡No debemos combatir la violencia con más violencia! –exclamó Maud–. Hitler está buscando una excusa para tomar medidas más drásticas y declarar el estado de excepción, eliminar los derechos civiles y meter a los opositores en la cárcel –su voz adquirió un dejo de súplica–. Por muy difícil que resulte, no podemos darle ningún pretexto”. (Tomado del libro El invierno del mundo de Ken Follett).

La Alemania democrática se perdió entre vacilación y vacilación de su gente e instituciones, de sus políticos, de sus partidos y sin un mínimo de dignidad se entregó a la peor dictadura nacionalsocialista que el mundo había conocido: Adolfo Hitler se había posesionado para vergüenza del pueblo alemán. Paralelamente otra dictadura, la del proletariado comunista, estaba también en pleno proceso; se había instalado en la Unión Soviética en 1917 con la Revolución rusa y en ese momento de 1933 tenía como dictador a su máximo exponente: Joseph Stalin. Durante ese interregno las potencias occidentales y en particular Inglaterra aplicaba la política de su primer ministro Neville Chamberlain: el apaciguamiento y la contemporización con el régimen nazi.

La Segunda Guerra Mundial estalla en 1939 con la invasión de Alemania a Polonia, que se habría podido evitar si Inglaterra, Francia y Estados Unidos hubiesen actuado oportunamente interrumpiendo el rearmamento alemán; no lo hicieron y la historia carga con 70 millones de muertes y el holocausto por el apaciguamiento y la contemporización como política de convivencia.

Hoy, estamos más cerca de la tercera guerra mundial con la “pequeña variante” de que sería una guerra nuclear y se repetiría nuevamente la teoría de la anaciclosis, el ciclo de Polibio: todo vuelve a repetirse porque los sistemas políticos se degeneran, verbigracia la aplicación de la política de apaciguamiento y contemporización durante 20 años con el régimen de Corea del Norte.

Diálogo y negociación

1998-2017 

En 19 años de chavismo se ha venido produciendo un golpe de Estado a cámara lenta mediante una serie de acciones amparadas por leyes –legalmente entredichas– que han logrado la evaporación del Estado de Derecho y de nuestros valores judeocristianos, así como la instalación de la dictadura totalitaria de Estado y su sustitución por el socialismo-comunismo. Por cierto, en Venezuela todos los partidos, los que forman el PSUV y los de la MUD, se autocalifican de socialistas y, por supuesto, sus dirigentes.

El golpe de Estado comenzó con la aprobación por vía inconstitucional de la carta magna de 1999, alabada, en gran contradicción, por el régimen y por la oposición (realismo mágico), ya que hubo de parte de esta última una incapacidad total para reconocer la naturaleza del régimen. Aún hoy parte importante de la oposición no logra calibrar su naturaleza, mantiene su tancredismo. Continúan mintiéndose al seguir apostando que a través de la ruta electoral se puede salir del régimen, cayendo de error en error, aun a sabiendas del pernicioso sistema electoral construido para proporcionarle la legitimidad necesaria.

Le cuesta entender que el sistema electoral venezolano está diseñado para darle al régimen la legalidad y legitimidad que requiere y ello lo logra a través de un fraude electoral electrónico perfeccionado. A pesar de ello la oposición participacionista prefiere hablar del ventajismo electoral y no del fraude electoral, no importa que todas las pruebas ratifican una y otra vez el tecnicismo del fraude, aceptado finalmente por la propia empresa contratada por el órgano comicial: Smartmatic. En ese andar a los partidos y a los políticos del estatus quo, le acompaña la gente.

El realismo mágico vuelve a repetirse cuando el régimen obtiene la victoria electoral como cuando la pierde –6 de diciembre 2015–, una vez con Chávez y ahora con Maduro, ya que en estos casos se le otorga al régimen el objetivo principal, el baño de legitimidad por la vía electoral; la máscara de legalidad ante el mundo y ante el colectivo nacional. Transcurre el plebiscito del 16 de julio de 2017 y el referéndum para la elección de la asamblea nacional constituyente. Plebiscitos –ambos– llevados a cabo para posponer intencionalmente lo que la Asamblea Nacional tenía la obligación de hacer en el ejercicio de su auctoritas, para delegarla en un baño de comuna popular permitiendo el tiempo necesario para que el régimen nombrara a los constituyentes de la espuria asamblea.

Lo lograron, fue tal la desfachatez que los diputados elegidos en 2015 terminan confesando que ellos no estaban autorizados para aprobar las decisiones que se habían comprometido a realizar como por ejemplo un nuevo CNE, la totalidad de los magistrados del Tribunal Supremo y un gobierno provisional. Con su torpeza prepararon el terreno para desmontar las movilizaciones que se daban en todo el país y, por supuesto, continuaban con los acuerdos que se hacían detrás de bastidores para materializar las elecciones regionales porque el objetivo era ganar los espacios necesarios para poder seguir ejerciendo la real política. Allí no corrían ningún riesgo y lo mucho o poco que obtuvieran les permitiría recursos económicos, el botín tiene que dar para todos.

El país es el principal afectado por esta conducta de realismo mágico, la gente tiene que entender los intereses del bajo mundo en Venezuela, donde el régimen se ha convertido en el instigador principal de la desintegración del Estado de Derecho y de los valores republicanos y judeocristianos de una sociedad como lo hicieron los nazis con Alemania. Que los individuos que gobiernan desde hace 19 años no tienen vuelta atrás, que Hugo Chávez Frías como política de Estado corrompió a una buena parte de la dirigencia civil y militar con el narcotráfico y con la corrupción generalizada mediante el uso indiscriminado del dinero de fondos públicos sin ningún tipo de control.

Todo se podía hacer, aún lo más pernicioso para instalar el socialismo-comunismo, aunado con que con su política internacional y de odio contra nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, se alió con los intereses geoestratégicos de Rusia, China, Corea del Norte, Irán, Libia y Cuba, arropándose con el fundamentalismo árabe y el comunismo ortodoxo. Terminó poniendo a Venezuela en el mapa de los intereses militares y geoestratégicos en la lucha de objetivos de terceros por la primacía ante Estados Unidos y la OTAN; es decir, del mundo occidental. En ello, por omisión, lo acompañaban el status quo de la oposición. Craso error.

Ese status quo se niega a darse cuenta de que el país requiere una salida constitucional con la aplicación de la Constitución de 1961, con fundamento en su artículo 250: “Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o fuere derogado por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone (Subrayado mío). En tal eventualidad, todo ciudadano, investido o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia”, y en los artículos 245 y 246 ejusdem, establece las únicas vías para modificarla: la enmienda y la reforma.

Entendamos que para restituir el Estado de Derecho como única forma de poder hay que rescatar los poderes públicos del secuestro institucional por parte del Ejecutivo, así como de la instalación de grupos paramilitares: colectivos, milicias y organizaciones terroristas árabes de variadas tendencias, y la penetración del narcotráfico en todas las esferas del poder, a sabiendas de que no hay ley en la que el régimen no emplea la fuerza interpretándola a su antojo. Lo hizo con la Asamblea Nacional para anularla. Utiliza las leyes comunales o desconoce todo lo que aprueba el Parlamento a través del Tribunal Supremo, donde se aplica la “dictadura constitucional de 1999”, y ahora dándose una supraconstitucionalidad con la fraudulenta asamblea constituyente.

Con el escenario electoral para la escogencia de los gobernadores, luego la de alcaldes y diputados a las asambleas legislativas, culminando con la presidencial, entendamos que durante ese interregno el Ejecutivo impulsará y desarrollará nuevos diálogos y negociaciones, si el status quo asiste el país se perderá. Estos partidos del status, sus dirigentes y la gente que los acompañen se han convertido en el Neville Chamberlain de 1933 frente a Hitler. Con su torpeza se harán cómplices del régimen.

El apaciguamiento y la contemporización casi pierden al mundo occidental durante el nazismo (1933-1945), conocemos lo que le costó y están a punto de perder al mundo con Corea del Norte. El apaciguamiento y la contemporización/diálogo y negociación han sido los entrampamientos permanentes con el régimen de la anterior Coordinadora Democrática y ahora su extensión, la MUD, que está por perder a Venezuela. Los resultados del 6 de diciembre de 2015, cuando se eligió la Asamblea Nacional, fueron una ilusión. Realismo mágico.

Entre vacilación y vacilación de la gente, de los políticos y de los partidos se perderá la República, es hora de la rectificación, de crecernos en la adversidad y de no continuar acompañándolos en un suicidio colectivo. Todavía es tiempo para templar el acero, el tercer factor lo podemos construir.

¡Dónde andará Lucio Quincio Cincinato!

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