En un país tan aburrido como la Venezuela gobernada por Maduro esperar el siguiente anuncio no genera expectativas; hay tantos problemas heredados o creados por su forma de gobernar que casi cualquiera que intente resolver es un pasaje al desencanto. Algo para contarles a los hijos que están fuera, la última locura, el más reciente disparate.

Solo este año ha dicho que el carnet de la patria será el instrumento para pagar las pensiones; que las bolsas CLAP cubrirán las necesidades de 6 millones de venezolanos; que les llegará a 4 millones de familias los bonos especiales con los que podrá solventar la grave crisis que su gobierno desató. Falta empezar a construir el millón de viviendas ofrecidas para este año; para lo cual no existen el cemento, las cabillas ni la arena. Sin contar las carencias de electricidad, colectores de aguas, tuberías, hierro. Qué fácil es ofrecer.

Al sector salud le ha garantizado que las mujeres embarazadas recibirán un bono, que la recién bautizada misión Barrio Adentro 100% tendrá que trabajar casa por casa; que los muchachos del plan chamba juvenil van a hacer trabajo social de gratis (para ellos); que comprará un montón de equipos quirúrgicos y de tecnología para los hospitales, aunque los existentes estén paralizados por la escasez de repuestos. No quiero hablar de lo que le propuso al sector educativo, y eso por cuanto empezaría por los conucos escolares en todas las instituciones educativas, además de la promesa de entregar plata que no es de él.

Hasta ahora, lo único cierto es que Maduro ha venido aumentando el salario mínimo por debajo de la inflación, sin permitir que los patronos trasladen el costo de este aumento al precio de los productos, con la consecuente pérdida de puestos de trabajo.

El 18 de febrero, Maduro anunció que tenía una «sorpresa» para ese domingo; pero no es la primera vez que anuncia sorpresitas. En marzo 2017, dijo que habría sorpresas con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; nada de nada. En octubre de 2017, habló de sorpresas muy importantes, que terminaron siendo el aumento de 30% del sueldo, la bolsa CLAP y el bono navideño. En noviembre de 2017, dijo que habrá “sorpresas” cuando el carnet de la patria sea el requisito para sufragar a nivel nacional; y, muy importante, la distribución del pernil navideño, lo cual no se cumplió. Lo hizo en diciembre de 2017, cuando generó preocupación en la frontera por “la sorpresita” que iba a divulgar.

En cualquier urbanización pueden dar fe del exceso de basura, y si el alcalde es rojito seguro que no la recogen con la debida frecuencia. Lo que no recuerda la gente es que, en diciembre de 2017, Maduro se comprometió a cubrir la dotación de aparatos para la recolección de desechos sólidos, pero no se ha visto la reluciente maquinaria que debería estar prestando ese importante servicio público. En esa misma oportunidad ordenó a la empresa Corpoes que adquiera la materia prima para la fabricación, renovación e importación de cauchos. Cauchos, aceite, me suena; tengo que ir a comprar esos productos, espero que me alcance el dinero que tengo. Para mí no hay bono, carnet ni caja o bolsa, ni juguete chimbo que al cabo no quería.

Chiste repetido. A Maduro le gusta crear tensión sobre sus próximas palabras. El anuncio de que dentro de poco habrá un anuncio; otro parto de los montes. Ya no hay sorpresa, puro tedio por la espera.

Lo que sí hay a cada rato son viajes sorpresa a Cuba y trampas electorales.

Sorprendente sería que Maduro disolviera la asamblea nacional constituyente por inconstitucional; que le restituyera a la Asamblea Nacional sus competencias y recursos; que devolviera empresas, haciendas y fábricas robadas con el cuento de la expropiación; que dijera que la Ley de Presupuesto y su informe anual, presentados ante la constituyente o el Tribunal Supremo de Justicia, son ilegales; y un largo etc. Sorpresa es que se fueran bien largo y lejos.

Los anuncios de Maduro son como la fábula de Esopo, que versionó Samaniego, así:

“Con varios ademanes horrorosos,

los montes de parir dieron señales.

Consintieron los hombres temerosos

ver nacer los abortos más fatales.

Después que con bramidos espantosos

infundieron pavor a los mortales,

estos montes que al mundo estremecieron

un ratoncillo fue lo que parieron”.

Total, que Maduro no dijo nada, se hicieron los mudos.


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