Dedico el presente artículo, gracias a la deferencia que me permite El Nacional, a la memoria del cantautor venezolano, vilmente asesinado, Evio di Marzo. A su esposa, a sus hijos, y a toda su familia. A su hermano Yordano, al cual pudimos disfrutar en íntimo concierto organizado, con gran sencillez y sobriedad, por amigos que en sus actuales circunstancias de salud, con mucho orgullo venezolanista, le reconocimos su imperecedera obra artística este pasado 26 de mayo; dos días antes del terrible homicidio de Evio.

Dedicamos también este artículo a la infatigable lucha por la vida que da a cada paso nuestro pueblo. Soportando la muerte de sus hijos, la prisión política, el hambre, las enfermedades y el destierro que nos separa como familias. Preguntémonos como hermanos: ¿seguir fingiendo el absurdo de las pasadas votaciones del 20 de mayo borrará el anhelo de libertad, democracia y paz de nuestra nación?                    

Vivir sin correr riesgos, de ningún tipo, es como estar ya muerto en vida. Aun un prisionero que ha perdido temporalmente la libertad y que se supone parcialmente aislado corre riesgos, como lo acaban de corroborar los valientes prisioneros políticos en El Helicoide de Caracas. Ya vemos que tal situación terminó por poner de relieve el caso del norteamericano Joshua Holt y su esposa. Así, frente al peligro de una incapacidad de contener revueltas y garantizar su vida, el despótico gobierno de Maduro accede a liberarle; al igual que a un número importante de prisioneros políticos, en diferentes cárceles venezolanas. Seguramente hasta por el sencillo detalle de no poder dar garantías de atención mínima de salud, de darles acceso a la comida diaria y seguridad mínima por el hacinamiento. Por ello, previendo más revueltas, concederán a unos cuantos de nuestros hermanos conciudadanos casa por cárcel. A otros les liberarán con régimen de presentación y a los demás les permitirán, de una forma u otra, que salgan a engrosar las filas de los exiliados.

Quiero ahora comentarles sobre otro tema distinto. Un artículo que he leído del respetado comunicador Andrés Oppenheimer (“Venezuela: ¿Hacia un protectorado ruso o chino?”. El Nuevo Herald, 18 mayo pasado).Se revela en este la preocupación en relación con la posibilidad de que los militares venezolanos tomen la decisión de asumir el control del país para pasar de la actual calamidad venezolana hacia fortalecer, aún más, sus vínculos con la influencia de Rusia o China en Venezuela. Es decir, que en lugar de desalojar del poder a la actual tiranía para restablecer la libertad y la democracia, se muestren como proclives a convertirnos en un “protectorado chino o ruso” para poder manejar este desastre. ¡Ya pasó esto en el caso de Cuba con Rusia!, pero en circunstancias mundiales de la guerra fría.

Frente al riesgo del estancamiento de Venezuela en el actual status quo: de muerte a manos del hampa, de las enfermedades o de la represión de la tiranía, las posibilidades de que una rebelión generalizada, cívica y militar, ocurra son altamente obvias. La reacción final de una sociedad venezolana, desde el hartazgo contra tanta infiltración del castrocomunismo y de otros factores, sabemos comporta riesgos precisamente. Dicha infiltración ya se ha comprobado en Venezuela, y por ello hemos pedido a los gobiernos democráticos del mundo comprendernos y darnos su apoyo. Esta enfermedad que padecemos los venezolanos es de fácil transmisión hacia pueblos con serios déficit sociales. Ello es una realidad latinoamericana. Herida dolorosa y sangrante hoy en el cuerpo de nuestra nación venezolana. Sin embargo, más que un peligro latente de intervención rusa o china en cohabitación con nuestra Fuerza Armada, son las FARC, el narcotráfico, y los intereses árabes del terrorismo extremista los que ya están asentándose cada vez más en la región. Más que una amenaza, son un proyecto cierto en avance y pretensiones de consolidación. La penetración del narcotráfico dentro de las cúpulas, y de allí hacia varios estratos en descenso de la Fuerza Armada Nacional, nos hacen vulnerables a otras dominaciones. Es vital ir desmontando ese plan estratégico cubano de ahogarnos en nuestras debilidades democráticas de sociedades abiertas y de libre mercado. Hay que hacerlo ahora, y antes de que se haga más costoso hacerlo cada día; más si se consolidasen las temidas intervenciones prorrusas o  prochinas. Nicaragua y su negociación del canal chino nos dan un ejemplo. Rusia y su intervención comercial y política en Estados Unidos y Europa, hasta el punto de estar en el actual debate del tema de infiltraciones en las confrontaciones internas de la política electoral norteamericana, nos dan una idea del riesgo que corremos.

La intervención geopolítica de América por parte de los intereses rusos, como sabemos, es de vieja data. A través de lo que significó la ex Unión Soviética desde su base en Cuba, infiltró su pensamiento marxista en los términos tropicales del castrismo cubano a países tan importantes y vecinos de Estados Unidos como México con el zapatismo, y luego los carteles de la droga, y regiones completas de Centroamérica. Países de Suramérica como Chile, Brasil y Colombia, con los carteles de las droga nuevamente. El Foro de Sao Paulo, por ejemplo, que más que un réquiem ante el derrumbamiento del Muro de Berlín hizo un análisis estratégico de los medios de toma del poder y decidió usar las debilidades de los sistemas capitalistas abiertos para, con dinero de la droga y de la corrupción, seducir, comprar, pervertir hasta llegar al poder con votos para quedarse permanentemente con él, en pueblos empobrecidos por la ausencia de una exitosa estrategia de desarrollos económicos colaborativos subregionales, regionales y mundiales.

Dentro del mundo libre y democrático se debe comprender la necesidad vital de un cambio de estrategia de contención del fenómeno populista de izquierdas de este nuevo tipo; es decir, de monarquías marxistoides hereditarias como la castrista, que toman al ejército y lo hacen suyo . Debemos comprender estos fenómenos y mantenernos alerta, pero no como para que concluyamos en paralizarnos porque el supuesto riesgo de desobediencia militar venezolana nos haría caer en los brazos prorrusos o prochinos. Es preciso conocer mejor las raíces del ejército venezolano, sus recientes cuadros altos, medios y de baja jerarquía. El ejército venezolano tiene unas características muy atípicas en la región latinoamericana, tiene en sus reservas la siembra democrática de las más de cuatro décadas anteriores a la llegada del castrochavismo al poder.

Debemos garantizar la salida de la trampa populista que nos subyuga. Esta, al igualarnos por lo bajo a todos, se apropia de una riqueza creada por las fuerzas productivas bajo dominación comunista para distribuirla con supuesta intención justiciera y equitativa, pero que al destruir las oportunidades de desarrollo y realización del talento humano en libertad y su emprendimiento creativo hace pobre a toda la sociedad, la esclaviza para que trabaje para su mantenimiento en el poder y le quita lo más importante: su propia libertad de vivir.

Reitero mis respetos por Andrés Oppenheimer y por sus entrevistados, en relación con el conocimiento que analizan, discuten y procuran obtener sobre nuestro ejército venezolano. La verdad es que los estudios teóricos sobre estas organizaciones dejan siempre a la imaginación cualquier cantidad de información para ser corroborada, analizada o descartada. Sin embargo, ¿no sería bueno repensar si es precisamente porque ya han pasado casi 20 años de la llegada al poder de esto que se ha dado en llamar castrochavismo, y viendo lo que ha arrojado como desastrosos resultados, que quedó después de los cuarenta años anteriores que tuvimos, en estrecha relación con Estados Unidos y su delegación militar en Venezuela, algo habrá quedado?¿Pudiéramos decir. que no hubiera sido posible que se diera un vuelco hacia el comunismo como se dio? Y que esa conspiración presente en el seno de la propia Academia Militar venezolana de entonces, se provocaría con el salto atrás del golpe de febrero del 1992, con las terribles consecuencias hoy presentes? ¡La actual juventud universitaria, militar y trabajadora es mayormente hija de venezolanos libertarios, demócratas y honestos. ¡Cuenten con eso!

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