Transcurridos algunos días luego de las elecciones regionales realizadas el pasado 15 de octubre, y ante el inusitado resultado de las mismas, que dio ganador al oficialismo, no pude menos que asombrarme ante el desproporcionado margen con el que el régimen se alzó con el triunfo al ganar 18 de las gobernaciones del país. La pregunta obligada fue: ¿Qué ocurrió? ¿Por qué el oficialismo, pese a contar con un rechazo de más de 78% según algunas empresas encuestadoras, ganó por abrumadora mayoría? La suspicacia nos desvió a la innegable idea de la “tramparencia” del CNE monitoreada por Lucena y sus tres camaradas compinches. Pese a ello, nos asaltó la interrogante de si algunos venezolanos son amnésicos o masoquistas, o ambas cosas a la vez, aun cuando estamos más que seguros de que una vez más el oficialismo hizo otra de la suyas con su vasta experiencia “tramparente” en el CNE.

Consultamos textos sobre lo que significa la amnesia y esto es lo que explican eruditos profesionales de la medicina: “La memoria es la capacidad con la que cuenta nuestro sistema nervioso central para aprehender, organizar y fijar eventos de nuestro pasado y se encuentra íntimamente ligado a la función de la atención. Es capaz de guardar datos a través de mecanismos ultracomplejos que se desarrollan en tres etapas: codificación, almacenamiento y evocación. La presencia de la amnesia impide que esta capacidad se desarrolle adecuadamente”.

“La amnesia se determina cuando se comprueba que alguien ha perdido o tiene debilitada la memoria” refiere el texto consultado, el cual indica que la persona que sufre este trastorno no es capaz de almacenar ni de recuperar información recibida con anticipación, ya sea por motivos orgánicos o funcionales. Y esto último parece haber hecho mella en la memoria de quienes votaron para atornillar a Maduro, pese a enfrentar severas necesidades por la ineficiencia, incapacidad, improvisación y mal manejo de la cosa pública por parte de quienes se encuentran enquistados en el poder, prestándose de esta manera al megafraude eleccionario del que se presume victorioso el régimen de Nicolás Maduro.

¿Masoquismo?

El ser humano es muy complejo y aunque los sentimientos pueden responder a una lógica de causa efecto entre un acontecimiento externo y una vivencia interior, la realidad es que las piezas del puzzle no siempre encajan a la perfección. El ser humano también puede ser contradictorio como muestra el fenómeno de la envidia, por ejemplo, refieren connotados científicos estudiosos de la materia, quienes subrayan que el masoquismo implica sentir placer por el dolor. ¿Cómo explicar esta absurda situación?

El masoquismo muestra la actitud de aquel que en lugar de huir de una situación que le produce dolor sigue ahí. El masoquista libera cierta sensación de culpa a través de situaciones que le producen dolor y se convierten en una especie de castigo autoimpuesto, a través del cual pretenden reparar esa sensación de culpabilidad. En algunos casos, la persona masoquista que se encierra en una realidad determinada también puede adoptar el rol de víctima sumisa. Una persona masoquista siente una enorme represión interior y altos niveles de frustración. A nivel humano, el masoquismo muestra la contradicción interna de aquel que busca cierto placer a través del dolor, por ejemplo, a través de la humillación.

Existen muchas formas de masoquismo, algunas tan cotidianas como la actitud de aquella persona que sufre un alto grado de infelicidad en un ámbito de su vida en concreto, y sin embargo, sigue estancada en ese rol, no hace nada por salir de esa situación y se conforma con esa realidad. Y ello parece haber ocurrido el 15 de octubre pasado con quienes votaron a favor del régimen de Maduro, pues de otra manera no tiene explicación alguna.

El idiotismo está en fase de decadencia, pero busca desesperadamente mantenerse vigente, recurriendo a la violencia verbal y volviendo por los fueros de la denuncia y la condena de míticos contrincantes que dejaron de existir. Buscando, además, la forma de culpar a la conspiración internacional, al renacer neoconservador, o a las fuerzas de la derecha como a menudo denuncian los socialistas venezolanos de nuevo cuño, dejando de lado la tragedia humanitaria que corroe las entrañas de millones de hombres, mujeres, ancianos y niños por la escasez de alimentos, medicinas, seguridad, corrupción, nepotismo y toda una laya de problemas, generada por quienes enquistados en el poder a nombre de una falsa revolución socialista, marxista y mal llamada bolivariana, pretenden seguir distrayendo la atención del soberano con panaceas populistas, en su afán por superar el círculo de hierro de su autoritarismo.

En medio de esta dolorosa tragedia que se vive y que cada día se torna más grave y aguda, sin visos de un pronto retorno a la tan ansiada democracia, de nada ha valido recurrir a instancias internacionales, por cierto aisladas, ni tampoco la oposición ha conseguido minar drásticamente el poder del régimen de Maduro. La Iglesia Católica venezolana se ha declarado decepcionada ante la imposibilidad de abrir un camino tendiente a superar tan delicada situación, mientras que quienes desgobiernan el país cual Hitler en sus últimos días en la Cancillería de Berlín, deliran sobre la próxima victoria y atacan demencialmente a quienes califican de traidores por no creer en la tan cacareada revolución socialista del siglo XXI, por cierto, reprobada por su propio mentor Heinz Dieterich, quien calificó a Maduro de “ inepto”.

Dieterich hace algún tiempo rompió su silencio y ha hablado sobre el difícil momento que atraviesa Venezuela. Era el más interesado en que prosperaran los gobiernos de izquierda, y ahora es el más mordaz contradictor de Nicolás Maduro. En entrevista con KienyKe.com, el reconocido pensador alemán y padre del socialismo del siglo XXI dijo que Maduro es “un inepto” y su gabinete “un fracaso” para el modelo chavista. Además, confesó que Chávez acuñó su idea pero no la supo ejecutar. Advirtió que si Maduro no es capaz de conciliar con la derecha en esta crisis que lleva cuatro años, en menos de poco tiempo podría ser derrocado.

Lo cierto es que el fantasma de la duda persiste en torno al triunfo del oficialismo, que no solo ha engolosinado el ego patriotero del inquilino de Miraflores con preaviso de desalojo, sino que lo ha insuflado de la prepotencia que le legó su padre putativo, al extremo de dictatorialmente adoptar, pisoteando la propia Constitución, medidas poco democráticas como las de amenazar con cárcel a los gobernadores de la oposición que no se juramenten ante la ilícita asamblea nacional constituyente, y de manera vulgar, chabacana y poco caballerosa contra la nueva gobernadora del Táchira, Laidy Gómez, a quien sentenció verbalmente: “Si te pasas de la raya, vas para las grandes ligas también (…). Te conozco muy bien y sé tu compromiso con grupos paramilitares (…). Si sigues con tu compromiso con paramilitares, contrabandistas, te encontrarás de frente conmigo y con la ley. Ponte las pilas, te lo digo desde aquí”.

No conforme con ello, el Hitler tropical firmó la intervención de las policías estadales de Zulia, Mérida, Táchira, Nueva Esparta y Anzoátegui, demostrando una vez más su talante dictatorial cobijado bajo el falso lema de una “democracia protagónica y participativa”, olvidando deliberadamente la letra del artículo 5 de la Constitución: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el poder público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”.

La situación política, económica y social que vive el país no puede tolerar el exagerado sesgo del predominio de los intereses de quienes pretenden adueñarse no solo del país, sino de la voluntad de sus ciudadanos.

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@_toquedediana


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