Una portentosa novela póstuma titulada 2666 (Anagrama, 2004), vuelve a convertir a México en el centro de atención del escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003); el país en el que pasó los primeros años de su largo exilio.

México nunca dejó de ser escenario de sus fabulaciones; seducido por sus habitantes, por la furia de éstos y su desparpajo para vivir la vida, muestra de ello es su mítica novela Los detectives salvajes:[1] <<La gran novela mexicana de su generación, expresión del desarraigo literario visceral de los latinoamericanos>>.

Con 2666, Roberto Bolaño escribió la obra más ambiciosa de su carrera no solo por su extensión –alcanza las mil 128 páginas en un único volumen–, sino por el tema mismo: los asesinatos de mujeres al norte de nuestro país.

2666 es una fecha, una fecha inscrita en una lápida póstuma, que, <<se parece sobre todas las cosas a un cementerio, pero no a un cementerio de 1974, ni a un cementerio de 1968, ni a un cementerio de 1975,[2] sino a un cementerio de 2666, un cementerio olvidado debajo de un párpado muerto o nonato, las acuosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo>>.[3] Una lápida, pero una lápida colectiva, que no por casualidad está erigida en la ciudad fronteriza de Santa Teresa, que no es otra que Ciudad Juárez, en el desierto de Sonora, allí donde se amontonan tantos huesos sin nombre.

La novela está dividida en cinco partes, en la que la sombra de un escritor llamado Benno von Archimboldi, seudónimo de un escritor alemán, parece atravesar la historia negra del siglo XX solo para llegar a la frontera de México con Estados Unidos, donde hay quien dice que ha sido visto.

En la primera parte, cuatro críticos literarios buscan a Archimboldi en sus textos mientras enredan sus vidas, para al fin descubrirlo por las calles de la ya mencionada Santa Teresa, o Ciudad Juárez, da lo mismo. En la segunda, esa misma ciudad ve transcurrir la vida del filósofo Amalfitano –chileno como Bolaño, profesor en la improbable universidad de Santa Teresa, padre de una hija española, también como Bolaño–, donde recuerda a la esposa que lo dejó y piensa cómo sacar de allí a Rosa, su hija adolescente, ante el miedo del contexto social del lugar. En la tercera parte, Fate, periodista deportivo, llega a Santa Teresa para retransmitir un combate de boxeo, pero termina involucrándose en la investigación de los crímenes contra mujeres que ahí están ocurriendo. >>Es el hilo que lleva a la cuarta parte, la de los crímenes, el verdadero pozo negro de la novela: la despiadada y extenuante sucesión de fichas sobre esos asesinatos, y su inútil investigación>>. En la última parte surgirá de nueva cuneta Benno von Archimboldi “solo para llegar a Santa Teresa” y lapidar la historia del siglo XX, con toda su infamia y todos sus horrores.

2666 está escrita contra la muerte. Quiero decir que está escrita en contra de la muerte, en una serie de relatos encadenados en espiral que, en su inexactitud, sus silencios y su incompletitud, provocan esa sensación de abandono a los crímenes, al dejar de existir, como declara uno de los personajes de la novela: “Nos hemos acostumbrado a la muerte”.

A partir de enero de 1993 comenzaron a contarse los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, cuando en un descampado una niña de trece años –porque eso es lo que era– apareció muerta. <<Pero es probable que no fuera la primera muerta. Tal vez por comodidad, por ser la primera asesinada en el año de 1993, ella encabeza la lista. Aunque seguramente en 1992 murieron otras. Otras que quedaron fuera de la lista o que jamás nadie las encontró, enterradas en fosas comunes en el desierto o esparcidas sus cenizas en medio de una noche, cuando ni el que siembra sabe en dónde, en qué lugar se encuentra>>.[4]

Quince años han transcurrido desde la aparición del primer cadáver, las autoridades no dan respuesta a tantas interrogantes que surgen y de las que la población exige. La opinión pública no quiere pensar mal; sin embargo, el accionar de los altos mandos deja mucho que desear. Por citar solo una de las “hipótesis” de investigación, decimos que, con el creciente auge en la década de 1990 de los denominados videos snuff,[5] este mercado ilícito ha crecido en proporciones alarmantes, y en los Estados Unidos genera miles de millones de dólares al año y en el resto de los países adquiere cada vez más fanáticos; por ende a muchos beneficia que no se denuncien este tipo de actos ni mucho menos que salgan a la luz pública.

¿Quién puede estar cometiendo tantos asesinatos en aquella ciudad de la frontera, en la que los derechos humanos no son los mismos para los que están al norte del río Bravo en comparación con los que viven al sur? Definitivamente no es un solo asesino.

¿Quiénes pueden cruzar libremente por aquel lugar y no ser señalados? ¿Por qué ni el gobierno mexicano ni el FBI han resuelto nada? ¿Qué secreto se esconde?

En 2666,[6] Bolaño demostró que podía escribir como nadie o como quien quisiera, combinar la reflexión más abstracta con la más arrebatadora acción en el escenario de la mexicana Ciudad Juárez –disfrazada de Santa Teresa–, con su violencia y sus crímenes sexuales en contra de cientos de mujeres, en los que, como dice un personaje, “se esconde el secreto del mundo”.

Roberto Bolaño fue narrador y poeta; se impuso como uno de los escritores latinoamericanos imprescindibles de nuestro tiempo, <<el más influyente y admirado novelista en lengua española de su generación. Su muerte, a los cincuenta años, es una gran pérdida para la literatura>>, comentó Susan Sontag a los pocos días de fallecer Bolaño.

2666, un asombroso alarde de audacia y de poderío narrativo, donde se mezclan “los moldes y esencias de la mejor narrativa europea y americana para proponerse como una nueva y revolucionaria modalidad de novela total, que combina rasgos de relato detectivesco y de poema épico, de novela de artista y de novela filosófica, de fantaciencia y de reportaje periodístico, entreverado a una frondosa meditación sobre el mal y sobre la muerte, sobre la literatura y la insignificancia y el olvido”, esto en las atinadas palabras de Ignacio Echevarría y que comparto con él.

 


[1] Premio Herralde de Novela y Premio Rómulo Gallegos; ambos por unanimidad.

[2] El autor hace referencia a estos años por los sucesos históricos que tuvieron lugar en ellos.

[3] Amuleto, Roberto Bolaño, 1999, pp. 76-77.

[4] 2666, Roberto Bolaño, pág. 444.

[5] Son grabaciones de asesinatos reales o de ejecuciones, violaciones, mutilaciones y todo tipo de actos sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco en contra de personas.

[6] Premio Salambó 2004.


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