El engaño, como estrategia para confrontar un hecho grave que bien podría dar al traste con el gobierno, es utilizado por los líderes comunistas al mando en Venezuela.

Ello toma mayor vigencia cuando radicalizan el ejercicio del poder implantando la dictadura, primero y luego, la tiranía actual. Apelar a una incierta tribulación de mayor grado desvía la atención sobre la verdadera dificultad que pueda poner en riesgo el ejercicio del poder.

Antes de entrar en el análisis y comentario de hechos que están alimentando la crisis social existente, nos referimos a momentos en los cuales sucesos provocados o casuales, como personajes destacados aportaron factores que permitieron legitimar los períodos de Chávez y Maduro contra la decisión del pueblo o leyes de la República.

Ello queda demostrado cuando en abril de 2002 Hugo Chávez atacó en Caracas al pueblo desarmado al ordenar masacrar a la multitud que le requería renunciar al cargo de primer magistrado nacional por violentar la Constitución y hacer uso indebido de los recursos del Estado.

El ex militar desvía la atención de tal concentración que se encaminaba hacia la sede gubernamental, al convertir las calles y avenidas adyacentes a la sede ejecutiva en camposanto por la operación de francotiradores apostados en techos de instituciones oficiales.

Estos experimentados tiradores convirtieron las esquinas de Boleros y Llaguno en un callejón de la muerte de indefensos seres que solo reclamaban protestar, derecho que la ley les otorga.

Chávez Frías convierte esta jornada en un incierto golpe de Estado, hecho que ante sangriento espectáculo mostrado al mundo por los medios independientes, él termina responsabilizando a la oposición política.

Como consecuencia de tales acusaciones mediante juicios amañados a servidores del Estado, con limpias hojas de servicio e inocentes parroquianos, consigue largas condenas que hoy pagan malamente en presidio.

La aniquilación perpetrada hizo que la atención ciudadana se desviara de la razón principal de la caminata, pedir y lograr conforme a la ley el extrañamiento del hombre de armas de la Presidencia de la nación.

También la muerte de Chávez fue indebidamente manipulada años posteriores. La supuesta fecha sobre el deceso de Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013 en Caracas, Venezuela, es puesta en entredicho por testigos presentes en La Habana por ser ellos miembros de la Casa Militar.

El capitán de corbeta Leamsy Salazar, jefe de Seguridad para la data, afirma que el jefe del poder ejecutivo fallece en Cuba el 30 de diciembre de 2012, versión que se fortalece con el tiempo al no mostrar funcionarios o familiares el certificado de defunción.

La necesidad de arreglar documentos que protegieran la presencia de cubanos y ex soviéticos en Venezuela, así como darle respaldo administrativo al desvío de cuantiosos recursos en moneda extranjera como conocer a ciencia cierta el impreciso futuro político, motivan a Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello a posponer la nota de su fallecimiento.

El mejoramiento festivo anunciado por Maduro Moros y de reiterados mensajes televisivos en relación con su condición hicieron olvidar a los habitantes de Venezuela conocer la realidad que en voz baja muchos comentaban desde enero de 2013: Chávez está muerto.

Volviendo a la actualidad, a finales de este marzo los reproches llevados a cabo por el parroquiano desde jueves 28 de marzo hasta el domingo 31 de este año por la ausencia de electricidad y agua, tienen al usurpador a punto de quiebre ya que se nota la coerción de grupos colectivos y de la Policía Nacional Bolivariana.

A pesar de observar a la Guardia Nacional Bolivariana en funciones, los guardias disminuyen su accionar represivo.

Otros elementos se le suman a las demostraciones violentas. La Presidencia de la Organización de los Estados Americanos que estará en manos de Estados Unidos los próximos 90 días constituye para los comunistas una derrota, e intentan que la noticia pase por debajo de la mesa.

Mandadores de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia procuran minimizar hasta su olvido tales hechos con una novedad de mayor impacto que fue ya programada en laboratorios de opinión pública, que es atemorizar para disminuir su ímpetu combativo al presidente interino Juan Guaidó.

El auge de este en el ánimo del ciudadano común refleja en encuestas una aceptación equivalente a 85% en la muestra diseñada.  

Al no poseer los parroquianos armas como las que hoy están en resguardo del estado mayor militar en Venezuela, deben ellos apoyarse en las venideras unidades de defensa amigas.

Hay que confiar en Juan Guaidó, nuestros líderes y hermanos del mundo que trabajan en el rumbo adecuado.

Asesores extranjeros empujan al gobierno a detener al presidente de la Asamblea Nacional convencidos de que las amenazas formuladas por Donald Trump en caso de acontecerle un percance al diputado jefe de la Asamblea Nacional, no la cumplirá.

Amanecerá y veremos reza el proverbio popular.


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