A las elecciones regionales del 15 de octubre había que asistir aun con la certeza de que el régimen actuaría como un forajido electoral. Por tanto, no sobran algunas preguntas un poco a voleo como, por ejemplo: ¿si la oposición no hubiese asistido al acto de votación, no hubiera quedado una sombra de duda sobre los resultados? ¿No reclamarían por qué se actuaba de manera tan irresponsable al rechazar esa oportunidad donde todas las encuestas del país sentenciaban que los candidatos de los sectores democráticos obtendrían entre 18 y 20 gobernaciones aproximadamente? ¿Si en las parlamentarias del 6 de diciembre de 2015 el Consejo Nacional Electoral reconoció la estrepitosa derrota del oficialismo, por qué esta vez no lo haría igual? ¿Cómo un gobierno con 80% de rechazo conseguiría estirar el fraude hasta conseguir derrotar a su adversario? ¿Qué dirían la comunidad internacional, el grupo de Lima, la Organización de Estados Americanos, Estados Unidos que, además, se anotaban a la opción electoral?

¿Pero entonces, hubo o no fraude? Por supuesto, que hubo fraude. ¿Hubo inconsistencia numérica? Aparentemente, en las actas no se registraron esas diferencias. ¿Los gobernadores derrotados han debido reconocer el triunfo de sus contendores? Absolutamente, no. Es un contrasentido reconocer una victoria producto de una descomunal tramposería. ¿La abstención tuvo su cuota de responsabilidad? Naturalmente, la mayor responsabilidad.

¿Fue la Mesa de la Unidad Democrática la garante de esos resultados adversos? Hay que tener presente que la MUD no es otra cosa que una confederación que agrupa a todos o casi todos los partidos de oposición, no otra cosa es la MUD. ¿Tiene la MUD autoridad sobre esos partidos políticos? Pienso que autoridad, ninguna o muy poca. Los secretarios generales de esas organizaciones son una potencia que no aceptan lineamientos, tampoco en el resto de los estados. ¿Habría, entonces, que eliminar la MUD? No, si no existiera habría que inventarla, como se refería Voltaire a Dios.

Dejando las preguntas de lado, a pesar de que los funcionarios de la MUD no son los únicos responsables de lo acontecido el 15-O, deben ser relevados de sus cargos, por la sencilla razón de que así lo solicita la sociedad civil de manera determinante. Quedó demostrado una vez más que la unidad es insustituible para enfrentar a un gobierno tiránico y delincuente. Que no existe manera de ordenar esa sinergia sino a través de una organización, llámese MUD o de cualquier otro modo.

Como consecuencia de la emergencia que hoy vive la oposición y en puerta de elecciones de alcaldes y presidencial, que pudieran ser adelantadas a capricho del gobierno, la propuesta de Andrés Velásquez de que a través de elecciones primarias se escoja al candidato para la silla de Miraflores, y que a la vez sería cabeza de la oposición, es una buena idea que debe ser estudiada con la urgencia del caso.

Para concluir, las elecciones son fundamentales y básicas para cualquier demócrata. Es un principio establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, hay planteamientos de algunos dirigentes políticos que esbozan la salida del autoritario Maduro echando a un lado las prácticas electorales justificándose en que las rectoras del Consejo Nacional Electoral son unas pícaras tuteladas por el régimen de manufactura habanera. La esencia del asunto radica en que cuando se les solicita respuesta factible sobre el método para salir de Maduro distinto al electoral, no se consigue respuesta.

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