La terrible crisis que nos aqueja, producto de la gestión terrible y la corrupción desmedida que todos conocemos, ha degenerado en lo que el madurismo agónico se empeña en negar… una crisis humanitaria sin precedente en nuestra nación.

El madurismo agoniza pero pretende llevarnos a todos con él, esa perversión política llamada socialismo del siglo XXI se está desintegrando poco a poco y ya nada ni nadie podrá impedirle la muerte, ellos lo saben pero quieren que más de uno muera con él, pues no se encuentra ninguna explicación a por qué se empeñan en no querer aceptar la ayuda humanitaria que nos ofrecen hermanos de todo el mundo.

Maduro nos odia, la Asamblea Nacional nos quiere, esto está a simple vista, y es que mientras unos quieren paliar esta situación desesperante aceptando ayuda y buscando la forma de que entre por aire, tierra o mar, el otro y sus esbirros pretenden que no entre nada y si entra algo, pues, quedárselo ellos para su disfrute; pues algo tengamos claro, los de ellos, los que puedan quedarle, tampoco estarán muy bien que digamos y por eso hemos visto cómo desde magistrados, diplomáticos, agregados militares y juezas se han ido desprendiendo de la letrina histórica que hoy se encuentra usurpando Miraflores, y lo más probable es que al final de esta historia que se acerca hacia su capítulo final solamente quedará la cúpula madurista más recalcitrante terminando de seleccionar cuál será el velorio y cortejo fúnebre que les acompañará el día de su entierro político.

Y en este escenario es donde la participación civil y militar debe de actuar, los primeros, en forzar la entrada de la ayuda humanitaria; los segundos, en facilitar esa entrada porque evitarla es maltratar al pueblo, mismo pueblo que debieran proteger.

La verdad resulta inocultable. El chavismo-madurismo está en plena agonía, y solo tiene dos vías. La primera evitar una salida violenta cesando la usurpación dando paso a un gobierno de transición que llame a elecciones generales en un tiempo prudencial, o la segunda, forzar que su salida se haga de manera violenta y sangrienta que por lo visto es por la que apuestan ellos muy maquiavélicamente para en algún momento en el futuro tengan una excusa ante la historia y con ella retornar al juego político. Por ello, cuando vemos tanto a Nicolás Maduro visitando todas las guarniciones militares, y Diosdado Cabello en una gira intempestiva por los pueblos del país, llevando un mensaje a sus pocos seguidores para que estos se inmolen en nombre del chavismo-madurismo solo comprueba que están intentando con esos mensajes influir de manera desesperada, ante quienes saben que también los están rechazando en sus tropas y bases por el desastre en que han sumido a Venezuela.

De momento sigamos apoyando las convocatorias a la calle de nuestro presidente encargado Juan Guaidó y la Asamblea Nacional que ya ha sumado una gran mayoría internacionalmente, con nuestra ayuda el final de este capítulo oscuro de nuestra historia está cerca, vamos bien.

¡Que hable la calle!

Fuerza y fe.


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