El adjetivo autócrata es casi un lugar común en algunas ocasiones, pero si llegamos al fondo de lo que en sí representa propiamente, comprenderemos que autócrata es aquel dirigente de un grupo humano, nación o comunidad que se abroga las facultades para asumir por completo la toma de decisiones, el ordenamiento y la dirección absoluta, a través del mando único e incuestionable, a menudo sostenido en el dominio implacable de las instancias del poder. En política a estos siniestros personajes se les denomina autócratas o dictadores.

La autocracia es el modelo de gobierno que se coloca en manos de un solo individuo el conjunto de los poderes del Estado y toda la capacidad de la toma de decisiones, aun cuando estas vayan en contra de los intereses del propio pueblo, u obedezcan a los caprichos o beneficios personales del autócrata. Se diferencia y mucho del modelo democrático en el que las mayorías eligen a sus representantes para la conducción de los destinos de un país, sujetos al control y supervisión de los demás poderes: Legislativo, Judicial y también de los entes acordados por la Constitución, como la Fiscalía General y la Contraloría General de la República, entre otros.

Los autócratas exhiben a menudo las siguientes características:

  • Se erigen con el poder por una supuesta necesidad colectiva.
  • Detentan el poder de decisión y se lo imponen a los demás mediante la fuerza (legal, militar, económica o incluso física).
  • No permiten que se les cuestione su autoridad y sancionan rápidamente toda forma de oposición o crítica.
  • Exhiben tendencias a la paranoia y se aferran al poder a través de todos los medios.
  • No son dados a la autocrítica ni al reconocimiento, sino que se creen siempre los más indicados, o los más convenientes para guiar a los demás.
  • Amenaza, castiga y persigue a sus subalternos, en pro de mantener un orden específico.

Adolfo Hitler probablemente fue un autócrata por excelencia, uno de los personajes más siniestros de la historia de la humanidad, líder del nazismo y ejecutor de una de las más siniestras ideologías racistas destructivas y sistemáticamente organizadas en torno al genocidio en todos los tiempos. Su gobierno en el entonces llamado imperio alemán (autodenominado II Reich), fue férreo desde que su partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP) asumió el poder en 1934 y lo denomina, lo llama o lo califica el Fürher (guía), dotado de todos los poderes plenipotenciarios para conducir el país a su antojo.

Indefectiblemente tendríamos que hacer referencia de Fidel Castro, uno de los más populares íconos políticos del continente latinoamerixcano, aplaudido, lisonjeado, vitoreado y elevado al paroxismo, por su lucha contra el imperialismo norteamericano. Líder de la guerrilla cubana que a través de la acción revolucionaria de izquierda derrocó al dictador Fulgencio Batista, evento que se conoce como la Revolución cubana que llevó al poder al Partido Comunista, bajo el mandato único y exclusivo de su líder hasta hace tres años, relevado por su hermano Raúl, y este a su vez hace apenas un mes por el economista y ahora ex vicepresidente primero del actual Consejo de Estado, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez. Durante el prolongado mandato de Fidel Castro se cometieron fusilamientos, persecuciones y exilios forzosos.

Sería extensa la lista de los autócratas que podríamos enumerar en este artículo, pero por razones de espacio solo nos limitaremos a nombrarlos: Marcos Pérez Jiménez (Venezuela), Roberto Mugabe (Zimbabue), Francisco Franco (España), Rafael Leónidas Trujillo (República Dominicana), Jorge Rafael Videla (Argentina), Anastasio Somoza Debayle (Nicaragua), su hijo Luis Somoza (Nicaragua); Mao Tse Tung, cuyo verdadero nombre era Mao Zedong ( China), y Juan Alfredo Stroessner Matiauda (Paraguay), entre otros.

El pueblo venezolano es sencillo, humano, generoso y por encima de todo bondadoso, pero no pusilánime, por lo que no puede seguir admitiendo que se le siga humillando y burlando en sus propias narices con el mayor cinismo y desparpajo como el que exhibe a diario el inquilino de Miraflores con preaviso de desalojo, a quien poco le importa que millones de hombres, mujeres y niños padezcan de la más absurda y criminal privación de alimentos, medicinas y de otros elementos necesarios para su subsistencia, todo por el terco capricho de no aceptar la ayuda humanitaria que tanto clama el país, como consecuencia de la negligencia, incapacidad, ineptitud e improvisación de un régimen, que envilecido por el dinero cuyas arcas han desvalijado por completo ha llevado a la nación a un estado de conmiseración de los países del mundo.

Si a ello se le suma la corrupción, el narcotráfico y el nepotismo, estamos en presencia de un régimen que lleva al cadalso a sus víctimas, despojándolas de todos sus derechos constitucionales, con el padrinazgo del régimen comunista cubano, que tutela los actos de su ilegitimado ahijado de incierta nacionalidad, pero que cumple a cabalidad todos sus caprichos, con un guion de película de terror, cuyos protagonistas se treparon en el poder para embutirlo en sus faltriqueras al amparo del autócrata. Una situación que el país no puede seguir soportando y por ello la cuenta regresiva tiene plazo, una fecha que sin duda alguna marcará el fin de un régimen pronto a desaparecer, pese a los desesperados esfuerzos que realizan sus mentores temerosos no solo de perder el poder, sino de que una vez fuera del mismo salgan a la luz pública todos los sucios negocios que hicieron con las arcas del tesoro, hasta dejar al país en el más deplorable estado de miseria, hambre y desamparo.

Agoniza el autócrata que en los últimos días de su campaña como candidato presidencial, no solo chantajea a quienes recibieron la tarjeta de la patria si no votan por él; sino que también ofrece villas y castillos para lograr su reelección, como el de otorgar a los jóvenes que emigraron un bono especial para que retornen al país, así como el aumento del salario mínimo para trabajadores y pensionados, como si fuese una dádiva y no un derecho adquirido, y tantas otras promesas populistas y demagógicas, que hasta sus propios camaradas reclaman su incumplimiento.

Su agonía se precipita tras la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (legítimo) en el exilio, que lo suspendió del cargo como presidente de la República, y su inhabilitación para ocupar cualquier otro en la administración pública, por lo que se quedará con las ganas de presentar una nueva Constitución para “abolir el sufragio universal”, en su pretensión de despejar totalmente el camino para convertir a Venezuela en una dictadura como Cuba.

La Unión Europea, Canadá, Estados Unidos, Chile, México, Argentina y distintos organismos internacionales como la OEA, la Comisión Internacional de los Derechos Humanos, la Sociedad Interamericana de Prensa y otros han anunciado que no reconocerán las elecciones convocadas por Maduro, las que califican de “fraude electoral” por no ofrecer unas elecciones democráticas, transparentes y seguras.

Pese a no ser católico, al agonizante autócrata ya se le han comenzado a proporcionar los “santos óleos”, tras los rezos de los fieles demócratas que al unísono exclaman: ¡Te lo pedimos señor!

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