Ganador de la reciente edición del Premio Marco Antonio Ettedgui, Daniel Dannery ha participado recientemente en la escena local con tres trabajos en los cuales ha demostrado su talento y dedicación hacia el oficio de realizador teatral.

Con Rebelión en la granja versionó y adaptó este texto de George Orwell, para el montaje dirigido por Karla Fernandes y Armando Álvarez, con los integrantes del reciente taller de formación teatral de la agrupación Skena.

En Las trenzas aborda los recuerdos de la relación con su padre, a través de un ejercicio escénico que hurga en la memoria como forma de reconciliación con la figura de su progenitor; mientras que con I.D.I.O.T.A. reflexiona sobre la capacidad de resistencia de un individuo, frente a su ética personal y su codicia.

Rebelión en la granja le permitió a Dannery aproximarse al ejercicio del poder, a partir del ejercido por un grupo de animales que se rebelan contra los humanos que controlan la granja que habitan y crean un sistema de gobierno propio que termina convirtiéndose en una terrible tiranía.

Una oportuna revisión a través de una efectiva puesta en escena de un libro publicado en 1945 como crítica al régimen de Stalin y cómo este corrompió los preceptos socialistas originales en los cuales se fundamentó.

Las trenzas: o sobre la ausencia, como marca su subtítulo, se propone como un ejercicio lúdico apoyado en el entregado trabajo actoral de Abilio Torres, quien surge desde el subsuelo, con una pátina oscura cubriendo su cuerpo, como una mezcla de barro y petróleo, acompañado por una angustia existencial, que se hace presente como ejercicio de catarsis personal.

En I.D.I.O.T.A., texto del español Jordi Casanovas (Barcelona, 1978), escrito en 2014, un hombre es sometido a un experimento que busca determinar su nivel de resistencia humana frente a una importante recompensa económica, mediante un juego conducido por una psicóloga que le forzará a enfrentar su dignidad humana para poder alcanzar un premio que le alivie de sus estrecheces monetarias.

Basilio Álvarez (con quien Dannery trabajó anteriormente dirigiéndole en Rojo), borda de forma sutil y efectiva el tormento de un personaje en el que sus valores serán sometidos a prueba por la presión de una autoridad, interpretada por Sonia Villamizar, quien de forma persistente y segura actuará sobre sus emociones forzándole a enfrentarlas hasta el fin del encuentro.

La obra, que puede ser interpretada como una metáfora de nuestra situación social actual, destaca por su contexto en el que las miserias personales de un hombre, como reflejo de una sociedad, salen a relucir frente a la posibilidad de resolver una cotidianidad que agobia por la falta de dinero.

Sin duda, el trabajo teatral se forja en buena medida desde la propia actividad de la puesta en escena que, como acto de rebeldía, Daniel Dannery ha apostado por ello y logrado así con justicia ser merecedor de un reconocimiento que busca valorar el trabajo de jóvenes venezolanos que desde alguna faceta vinculada con el ámbito teatral apuestan por el desarrollo de una profesión que les permita canalizar su creatividad y pasión a pesar del rudo entorno país que nos toca desafiar.


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