Estar en forma para volar o pilotear una aeronave depende de algo más que de la condición física del piloto y su experiencia de vuelo reciente. Una de ellas es su actitud, pues esta puede afectar la calidad de las decisiones y por ende tendrá repercusión sobre el vuelo.

La actitud es una motivación o predisposición para responder a personas, situaciones o eventos en una forma dada o condicionada a la actitud predominante. Los estudios han identificado cinco actitudes peligrosas que pueden interferir con la capacidad de tomar decisiones acertadas y/o ejercer la autoridad adecuadamente.

Estas son:

1- La antiautoridad.

2- La impulsividad.

3- La invulnerabilidad.

4- El macho.

5- La resignación.

Las actitudes peligrosas pueden contribuir a tener un piloto con una capacidad de juicio pobre o reducida, pero pueden ser efectivamente contrarrestadas redirigiéndolas para que se pueda tomar la acción correcta, tomando el antídoto correcto. El reconocimiento de los pensamientos peligrosos son el primer paso para neutralizarlos.

Después de reconocer un pensamiento como peligroso, lo primero que debe hacer el piloto es etiquetarlo en la correspondiente categoría, para luego aplicarle el antídoto correspondiente.

Los antídotos deben ser memorizados para cada una de las actitudes peligrosas para que automáticamente vengan a la mente cuando sean necesarios.

1-La antiautoridad: «No me digas».

Esta actitud se encuentra en personas a las que no les gusta que nadie les diga qué hacer. De una manera o sentido, están diciendo: «Nadie puede decirme qué hacer». Pueden estar resentidos de tener alguien que les diga qué hacer o pueden sentir que es tonto o innecesario tener en cuenta las reglas, regulaciones y/o procedimientos. Aun cuando siempre es tu prerrogativa cuestionar la autoridad, si sientes que está en un error.

Antídoto: Sigue las reglas. Por lo general tienen razón.

2-La impulsividad: «Hazlo rápido».

Esta es la actitud de personas que frecuentemente sienten la necesidad de hacer algo, cualquier cosa, inmediatamente. No se detienen a pensar en lo que están por hacer, no seleccionan la mejor alternativa, y hacen lo primero que se les ocurre.

Antídoto: No tan rápido, piensa primero.

3- Invulnerabilidad: «Eso no me va a pasar a mí».

Muchas personas creen falsamente que los accidentes les suceden a otros, pero nunca a ellos. Ellos saben que pueden ocurrir accidentes y saben que cualquiera puede ser afectado, sin embargo, nunca sienten o creen que en realidad ellos pudieran estar personalmente involucrados. Aquellos pilotos que piensan de esta manera es más probable que se arriesguen, extralimiten y aumenten el riesgo durante el vuelo.

Antídoto: Sí pudiera pasarme a mí.

4- El macho: «Yo sí puedo hacerlo».

Son aquellos pilotos que siempre están tratando de demostrar que son superiores a los demás o mejores de lo que la gente piensa: «Yo puedo hacerlo, se los voy a demostrar». Los pilotos con este tipo de actitud intentarán demostrar su capacidad o superioridad por sí mismos, tomando riesgos adicionales o innecesarios, para impresionar a los demás. Si bien este patrón se piensa que es solo característico de hombres, las mujeres pueden ser igualmente susceptibles a caer en ello.

Antídoto: Arriesgarse inútilmente es de tontos.

5-La resignación: «¿Para qué me sirve?».

Los pilotos que piensan: «¿Para qué me sirve?» no se ven a sí mismos como capaces de hacer una gran diferencia en lo que les sucede, a su accionar no le ven ningún provecho. Cuando las cosas le van bien, el piloto tiende a pensar que es solo cuestión de buena suerte. Cuando las cosas le van mal, el piloto puede llegar a pensar que alguien está deseándole mal o transmitiéndole la mala suerte. Como dicen por allí, me tienen empavado o me están echando mal de ojo, no cree tener control de su destino.

El piloto dejará tomar la iniciativa a otros, para mejor o para peor. A veces, tales pilotos incluso aceptan solicitudes poco razonables, solo para dejar ver que son «un buen tipo».

Antídoto: No soy un incapaz. Yo puedo hacer la diferencia.

Es bueno aclarar que puede haber una, dos o más actitudes que pueden motivar o influenciar en mayor o menor grado sobre nuestra personalidad. La mezcla de ellas puede llegar a ser muy peligrosa para nuestro desarrollo como pilotos si no las controlamos o corregimos a tiempo. Lo ideal es siempre estar atentos a la tendencia de nuestra personalidad para aplicar los antídotos correspondientes, aunque en algunos casos estas pueden llegar a necesitar de ayuda externa.

Fuente de consulta: Federal Aviation Administration (FAA)

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