Ya se sabe que es bastante inexplicable, utilizando la sola humana razón, cómo en un país destrozado de pies a cabeza, agónico y otra vez agónico, se mantienen sus gobernantes, sus depredadores, en absoluta minoría, y además aspiran a la perpetuidad. Y que un escandaloso silencio, solo roto por algunos murmullos, recubre lo que deberían ser gritos desgarrados y enfurecidos por los incesantes despojos y humillaciones. Así es y solo cabe esperar que deje de serlo, y pronto sobre la salud recobrada, sobre la arena de la playa y los cuadernos escolares podamos escribir la palabra libertad como en el poema de Eluard. Mientras tanto, sigamos indagando las misteriosas y efímeras señales que se asoman por aquí y por allá, a lo mejor damos con el hilo de Ariadna, en todo caso es nuestro oficio escrutar, tratar de ver en lo oscuro.

Todos miramos hacia el 10 de enero. Y todos decimos que algo va a pasar. No demasiado, dicen con razón los más precavidos, que temen que la creencia en otra hora mesiánica aumente, el 11, la resignación y el desconsuelo. Veamos qué se dice, qué se oye, qué se puede creer. Por lo pronto, parece una realidad que unos días antes se va a elegir la nueva junta directiva de la Asamblea Nacional de acuerdo con el convenio entre los partidos políticos de la difunta MUD, lo cual quiere decir que la presidirá Voluntad Popular. Pienso que esto es positivo, por unitario, en la medida que puede serlo: la unidad sigue siendo la primera bandera; en segundo lugar, pone una barrera a cierto aventurerismo que quiere jugarse el todo por el todo con mucha prisa y pocas luces, muchas redes y pocas nueces. Es, pues, un round importante.

El 10 Maduro se coronará ante el TSJ seguramente. Sacará en Caracas los restos de pueblo que le quedan. Y la Asamblea lo desconocerá. Una raya más para un felino, ya lo destituyó por abandono del cargo y el TSJ opositor lo condenó a dieciocho años de prisión por corrupto. Como se sabe, no se dio por enterado; esta vez hará lo mismo, se supone. La Asamblea deberá poner muy en claro los siguientes capítulos de la obra, tendientes a una elección a la brevedad posible. Ser consciente de que esta es una batalla que no debería tener retorno.

Lo que no queda muy claro es lo que van a hacer los amigos del mundo exterior que quieren ayudarnos a encontrar la democracia. Quedarse para vigilar o irse para aislar. Sancionar o buscar el diálogo. Fórmulas que son combinables. Sea como fuese, se va a intensificar el cerco establecido, lo que no sabemos hasta cuándo eso ahoga. En todo caso, es consustancial con el mayor y más permanente enemigo de la dictadura que es la crisis económica y social asfixiante que algún tope debe tener, todo en este mundo lo tiene, y que se acrecienta con la migración masiva. El mundo de afuera es sin duda un importantísimo factor. Por último, supongo que la vergonzosa huida de las tropas gringas de Siria, abandonando a socios desarrollados y a los sufridos kurdos ahora entregados a los turcos, hace desaparecer cualquier sueño de invasión de los marines a estas tierras. Ya se anuncia, además, el retiro de Afganistán después de diecisiete años tratando de irse. Encontraron la manera, Trump, y su encierro en casita sin migrantes y sin responsabilidades con nadie, ni siquiera con el planeta que se recalienta y puede sucumbir.

Merece atención el que se estén dado, si no rupturas, al menos grietas en el aparentemente monolítico PSUV, aunque sea de esperpénticos sujetos, como Rangel e Isaías Rodríguez, pero pertenecientes a la casa real chavista. Y por allá fuera Iglesias y hasta el mismísimo Zapatero han dicho impertinencias.

No se me escapa que todo esto puede resultar falso en parte o en su totalidad. Basta un imprevisible y ¡pum! No es muy difícil imaginar que en este abismal escenario cualquier cosa puede ocurrir. Para bien o para mal. Estamos congelados, pero sobre un volcán imprevisible. Si fuese el caso, pido disculpas.


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